Menos de una semana después, parecía que había pasado mucho tiempo.
Sirius y Emmeline habían decidido, o más bien la castaña lo había hecho, por un casamiento rápido, simple y reducido para las personas más cercanas. Las mujeres de la familia se encargaron de todo, y el sábado sería el festejo en Shell Cottage, la casa de Fleur y Bill, donde residía Ginny momentáneamente.
Hablando de la pelirroja, su cabeza estaba a punto de explotar con cierto azabache que la seguía invitando a salir todos los días. Le enviaba mensajes, se aparecía por la clínica, o buscaba toparse con ella, y aunque siempre ella le daba la negativa, todavía no perdía la fe.
Y en cuanto a Ron y Hermione, las cosas no habían cambiado. Ronald había optado por darle su espacio a la castaña, siendo que eso le había pedido, pero no significaba que él dejara de preocuparse. Llamaba a James y Lily diario para saber cómo estaba ella, y cómo estaba su padre. Lo hacía con tanto empeño, que la señora Potter optó por hablar con su hija del alma, el viernes al mediodía, cuando llegó de trabajar en el colegio.
- Buenas, Herms – la saludó al entrar. Colgó su chaqueta y su bolso - ¿No estabas en el hospital?
- Entro en un rato. Hago horas extra para poder ir al casamiento de Sirius y Emme. ¿Quieres un café? O... Algo de comer.
- No, gracias – se sentó a su lado – Me llamó Ron durante el recreo.
- Ah – suspiró la castaña. Un silencio se instauró, pero ella misma lo cortó - ¿Qué dijo?
- Preguntó cómo estabas. No le dije que lloras todas las noches, ni que lo extrañas, por si querías saber.
- Lily – insistió Hermione, intentando dejar de hablar del tema.
- Hermione, por favor. ¿Te parece sano todo esto? – espetó la pelirroja – Se están lastimando, entre los dos. Yo sé que pasaron malos momentos, y los siguen atravesando, pero lo mejor, considero yo, es pasar por esto los dos juntos. Deja de evitarlo, él te quiere, Herms. Y quiere estar contigo.
- Es difícil – suspiró – Es una mierda, Lily. Yo no puedo verlo a Ron sin recordar que... perdí a nuestro bebé.
- Hermione, te prohíbo que te culpes por lo que sucedió. Son cosas que pasan, es la vida. Pero las cosas se sobrellevan mejor cuando se hacen de a dos, y con alguien a quien quieras. Yo creo que Ron es ese soporte que tienes incondicionalmente. Y siempre te lo demostró.
- Yo amo a Ron, Lily. Es el amor de mi vida, pero...
- No vayas a perderlo, entonces. Me tengo que ir a retirar el vestido para mañana. Recuerda que es al mediodía, ¿sí? – la castaña asintió – Piensa en lo que te dije. Te quiero.
- Y yo a ti, Lily.
La pelirroja se fue, dejando a la castaña sola, quien no tardó en hundirse en un llanto acompasado que la acompañó por algunas horas. A las cinco de la tarde, se bañó, se preparó y se dirigió hacia St. Mungo.
Allí, siendo casi las seis, estacionó el automóvil en el garaje y se dirigió hacia el ala de Urgencias. Ginny Weasley estaba en la recepción.
- Herms, ¿cómo te va? – preguntó la pelirroja, dándole un beso.
- Bien – y ambas sabían que mentía - ¿Anna? ¿Ya llegó?
- Viene a la noche. Tiene guardia pediátrica hoy. A Doug le toca cuidar a las gemelas.
- Buenísimo. ¿Ustedes no tienen idea acerca del pozo de contribución por mi padre?
- No – negó Jerry – Ella es la única que tenía una idea de esto. Pero llega en unas horas. ¿Tú a qué hora sales?
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...