El domingo siguiente, ocurrió. Como era ritual en los fines de semana, las familias almorzaron. La familia Weasley, como la costumbre, lo hizo en la Madriguera.
Ginny llegó con su automóvil, desde Shell Cottage, teniendo el día libre. Al llegar ya estaban todos, y su madre, como siempre, la recibió con un cálido abrazo.
- Mi cielo, estás preciosa. ¿Cómo has estado? Las chicas están en la sala. Charlie trajo a Marlene, ¿puedes creerlo?
La pelirroja sonrió, tensionada. Ella era la única maldita de su familia que no tenía acompañante, ni marido, ni pareja, ni nada. Sí, había tenido una cita con Harry, pero eso no significaba que estaban juntos, porque ni siquiera la había besado. Y más que hablar por mensajes de la posibilidad de una segunda cita, nada había sucedido.
Ginny caminó hasta donde se encontraban sus cuñadas, y se sentó con ellas.
- Buenas, ¿mis hermanos? – cuestionó.
- En el parque – reconoció Angelina, comiendo un trozo de pan – Jugando al fútbol.
- Son insoportables – bufó Katie – Los hombres y el deporte. Fred está considerando poner un aro de baloncesto en el jardín de nuestra casa.
- Ahora, basta de hablar de los estúpidos de tus hermanos y empieza a contar – bramó Marlene - ¡Saliste con Harry! ¡Hermione nos contó todo! Y Emme me dio algunos detalles...
- Mar, ¿no tienes nada mejor que hacer que cotillear acerca de mi vida privada? – inquirió la pelirroja.
- No. En realidad, desde que llegaste a la empresa soy la número uno en cotilleo.
- No hay nada que saber, me llevó a cenar, hablamos, me preguntó algunas cosas, y me llevó a Grimmauld Place. Lo invité a entrar, tomó un café conmigo, y se fue a su casa.
- Di donde te llevó a cenar – acotó Hermione.
- ¿Dónde te llevó? – preguntó Fleur, con Dominique entre sus piernas.
- The Five Fields – admitió. Cinco de sus seis cuñadas se sorprendieron de muerte.
- Es lugar es precioso, Ginny. Y te lo digo solo lo que he visto desde afuera – sollozó Audrey, con su pequeña Lucy en brazos – porque tu hermano jamás me llevó.
- Y, ¿volverán a salir? – preguntó Angelina.
- No lo sé. Estuvimos enviándonos mensajes, pero no quedamos en nada todavía.
- ¿Tienes ganas de volver con él? – preguntó, por única vez con seriedad, Marlene.
- Claro que sí. Me encantaría decir que después de tres meses desapareció el amor que le tengo a Harry, pero no es así. Sigo completamente enamorada, y... Como están las cosas...
- Ginny, las cosas están bien...
- No, Katie. No están bien. Están demasiado tranquilas. Bellatrix debe estar planeando algo completamente retorcido.
- No pienses en la desquiciada de Bella, Gin. Piensa en lo que te hace feliz. Si Harry te hace feliz, ve por él. Y si no, pues... Sé feliz. No te sientas condenada por el resto.
- No es como antes, Herms. Ahora es... Lo extraño. Extraño estar con él.
- ¡Ginny, Hermione! – gritó Molly – ¿Me ayudan poniendo la mesa? Fleur, querida, ¿puedes controlar la salsa mientras termino con la pasta? Y Katie, Angie, me harían muy feliz si cortaran el pan.
Todas se levantaron a acatar con las órdenes.
- Molly, ¿en qué puedo ayudarla? – cuestionó Mar, acercándose a la mujer rechoncha y bajita de cabello pelirrojo.
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...