Capítulo 21: Make you feel my love

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Harry seguía estático. Había permanecido en silencio algunos minutos que parecieron bastante largos, hasta que Ginny (como siempre), había decidido terminar con él.

- Sirius, déjanos solos – pidió ella en un suspiro. Pero el pelilargo gruñó. Si algo se debía de reconocer de Black, era su oficio de león para con sus allegados. Sería un buen padre de proponérselo, pero este no era el momento de recalcarlo – Vamos, Sirius. Son solo unos segundos...

Black dejó la oficina de Potter y ella se paró de su asiento, acercándose a Harry.

- Vamos, ¡no es tan terrible! – intentó aligerar el ambiente, con una sonrisa. Pero se notaba el nerviosismo, y lo quebrado en su voz.

- No es que lo desprecie, Ginny. Para nada... Quiero decir, es mi hijo, es mi sangre... - suspiró – Pero por un momento pensé que ella se había confundido... Creí de veras que podría no ser mío, y toda esta maldita situación podría quedar en el pasado.

- No debes preocuparte... Nada cambiará – la pelirroja le acarició un mechón de cabello azabache, intentando tranquilizarlo.

- Ginny... Todo cambiará. Y tú lo sabes.

- Nada cambiará entre nosotros. Seremos los mismos. Por lo menos, yo seré la misma para contigo – le sonrió – Y creo que serás un excelente padre.

- Nunca me lo imaginé así. Además, ¿qué le diré a mi madre? Se enojará, demasiado...

- Es tu madre, te perdonará – ambos suspiraron – Vayamos a comer algo ¿sí? A aquel restaurante que tanto te gusta... Yo invito.

- Sabes que detesto que me invites – bufó, esbozando una sonrisa.

- Eso quiero, que sonrías – la pelirroja se paró de un salto y tomó la mano de Potter, llevándolo con ella hacia fuera de la oficina. Allí, Sirius Black y Emmeline Vance se encontraban dialogando. La castaña parecía algo más pálida que lo normal y acomodaba su blusa constantemente, intentando esconder aquella panza que todavía, prácticamente, no existía.

- Buenos días, Harry – lo saludó Emmeline con una media sonrisa.

- ¿Dónde irán? – cuestionó Sirius, algo ofuscado.

- A almorzar – comentó ella – Harry necesita aire fresco. No volverá hoy.

- ¿Desde cuándo esto? – preguntó él con una media sonrisa.

- ¡No puedo creer que mi sobrino se haya puesto tan pollerudo que llega al punto de que su chica maneje su agenda!

- Solo me preocupo por él – bramó Ginny con el ceño fruncido – Y tú deberías hacer lo mismo. Avísale a James lo que ocurrió, yo iré a notificarle a Marlene que suspenda todas sus reuniones, que no estará en la empresa. Harry, irás por el estacionamiento ¿quieres? Para, que no nos vean...

- Iré contigo – aclaró él – Que me vean contigo es lo que menos me importa ahora...

Los cuatro se subieron en el ascensor, aunque Emmeline bajó en el piso de Recursos Humanos, y Sirius Black lo hizo en el de Contaduría. En el primer piso, Potter y Weasley bajaron, y la pelirroja se dirigió a paso ligero hacia el mostrador. Harry quedó apartado, con sus manos en los bolsillos, esperando.

- Marlene, el señor Potter y yo nos iremos a comer.

- Ginny, son recién las diez y media de la mañana – exclamó la rubia platinada al ver el reloj. La pelirroja sonrió más anchamente.

- No importa. Quería que lo supieras por si llama alguien preguntando por él. Tampoco estará disponible en su celular – Marlene soltó una risita. Romilda parecía muy atenta al respecto – Surgió... un inconveniente. El mismo que tú ya sabes. Así que... El señor Potter necesita despejarse.

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora