Capítulo 37: Mi chef

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Narra Elyse

---Eres la mujer de mis sueños

---Nachito ¿porque eres tan cursi? Me das diabetes aguda. ---dije haciendo una cara de *aww muero de ternura*

---Tú me inspiras, bueno no tenemos habitación para visitas, porque nadie nos venía a visitar así que... usa mi baño, allí está lo que necesites, toalla, mmm no tengo shampoo para mujer, aunque mamá ¡sí! Iré por...

Lo interrumpí con un sutil beso en sus labios ---Amor, traje mis cosas, no te preocupes. Una chica scout siempre anda lista ¿recuerdas?

---Wow

---¿Por qué te asombras? Siempre cargo mis cosas

---Me llamaste amor ---no me había dado cuenta como lo había llamado, pues estando con Ignasi todo lo hago con naturalidad. Él estaba que no lo creía

---Sí... ¿no te gusta que te llamé así? --–pregunté dudosa

---Me encanta que me llames así --- nos quedamos en silencio hasta que después él me metió arrastras a su habitación, cerrando la puerta una vez que entré, dejándome allí sola para que pudiera hacer uso del baño y tuviera privacidad.

---¡Ignasi! ---grité a través de la puerta

---Ya te dije que yo cocinaría ---respondió a la defensiva ---Toma una ducha caliente, la necesitas

---Necesito mi maleta --–escuché como se golpeaba la frente con su mano y en segundos abrió la puerta entregándomela ---Gracias

Narra Ignasi

¿Porque se me hace tan difícil creer que esto es real? ¿Por qué finalmente no acepto que ella de verdad me ama? ¿Es que acaso no  me lo merezco? Sufrí tanto siendo inocente ¡Claro que me merezco a alguien como ella!

Estaba más que feliz, al saber que mi Elyse había conocido a mis padres y les haya caído tan bien. Ella tiene ese don especial de agradarle a cualquiera. Ni siquiera se dio cuenta de la gran ayuda que le fue para mi mamá. Que ella estuviera en la habitación donde viví tantos años, llorando porque me había enamorado, sin ni siquiera ella sabiendo que existía yo. En la habitación que  vio hacerme automutilación, pues sí, llegó el punto que me cortaba y le hacía daño a mi cuerpo por toda la burla que recibía a causa de mi físico. En fin, que ella estuviera en Filipinas me hacía sentir el hombre más feliz del mundo, aun con tantas malas noticias de la salud de mi madre.

No me di cuenta que estaba llorando, hasta que una de mis lágrimas cayeron sobre las verduras que estaba picando con el cuchillo

---Que débil me veo ---susurré en la cocina, mientras Elyse se estaba bañando. Escuché un fuerte ruido proviniendo de mi habitación --– ¡¿Estas bien?! --–grité mientras corría hacia donde Elyse. Me quedé parado en toda la puerta, no había respuesta, decidí abrir la puerta y allí estaba ella agarrándose el pie, ya se había bañado pero no estaba completamente vestida, le faltaba la blusa por lo que estaba solamente con brasier.

---Lamento haberte asustado, solo golpeé el dedo chiquito con tu bobo ropero ---dijo haciendo una cara graciosa

---Me distes un susto de muerte. ¿Segura solo fue eso?

---Sí, segura. Oye, bonito mandil---dijo burlándose

---Gracias ---respondí con sarcasmo --- ya casi está lista la cena, termina de arreglarte ---dije haciéndola sonrojar, era la primera vez que sus mejillas se enrojecían como tomate, pues siempre eran sus orejas que la delataban. Sí, es una mujer única en su especie

Bitácora de un ScoutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora