Bitácora de un Scout

Capítulo 16

Narra Ignasi

-Hermano, ¿te acuerdas de la que te hablé el otro día? La del bar aquella noche.

-Lidia, sí lo recuerdo. ¿Qué pasó con ella?

-Tuvimos una cita

-¿Una cita? O ¿sexo?

-Una cita, nada de sexo-respondió enseguida Carlos.

-Eso es inusual.

-Lo sé, lo sé-me interrumpió- pero ella es diferente, no puedo explicarlo, porque ni siquiera sé lo que siento.

-Podría ser que estás enamorado de ella.

-¿Enamorado? No, que va.

-Señores pasajeros, le recordamos que deben estar en sus asientos con sus cinturones de seguridad, despegaremos en unos minutos. –habló la azafata.

Carlos más que un amigo, se había convertido en mi hermano, todos los años de universidad compartimos muchas experiencias, y aunque el fuera un casanova y yo estaba perdidamente enamorado de Elyse, nos habíamos convertidos en buenos amigos. Él se había especializado en Epidemiologia, por lo cual era de suma importancia en este viaje.

-¿Entonces porque crees que ella es diferente?

-No lo sé, hermano.

-Es porque estás enamorado.

-Si lo dice el empedernido amoroso más grande que conozco, será así. Aunque lo dudo.

-Has salido con rubias, morenas, flacas, gordas, chaparras, más altas que tú. Hasta saliste con Tiffany

-Eso fue por una apuesta.

-De todas formas. Carlos, no eres un adolescente, ya no puedes seguir esquivando al amor, ya tocó a tu puerta. Lidia, te está enamorando.

-Es sumamente inteligente y tiene buen sentido del humor y es tan bella y su piel es tan..

-¿y no que no? Hermano, bienvenido al club.

-Pero tú estas casado y con hijo.

-Y tú vas por el mismo rumbo.

-Sabes que, fue mal idea compartir asiento contigo.

-jajajaja – Me daba emoción ver a Carlos así, se arrecostó a su asiento mientras escuchaba su banda de rock con los auriculares. Mientras tanto yo, investigaba todo acerca de la epidemia y de qué manera seria más factible trabajar con ellos.

Faltaban un par de horas para llegar, había viajado incontables de veces a filipinas y esta vez se sentía diferente y no entendía porque, era una presión que sentía en mi pecho y me empecé a sentir ansioso.

-¿Qué tienes? –preguntó Carlos una vez que me vio respirar con dificultad

-no ... lo sé.. Siento...presión en.. el pecho..

-Trata de respirar despacio. ¿No has dormido?

-No-negué con la cabeza- No puedo

-Vamos, hermano. Lo que tienes es que te duele estar lejos de tu familia.

-Es más que eso. Es como un presentimiento.

-¿Escuchaste esto? –preguntó alarmado Carlos, miró en dirección al resto de colegas, pero todos dormían o estaban concentrados en sus libros.

-¿Qué cosa? No escuché nada

-Fue como si algo se fuera rasgando

-Tal vez fue algún colega que se le rompió el pantalón-bromee para tratar de tranquilizar mi pulso.

Miré por la ventanilla del avión y nos encontrábamos en mar abierto. –Falta poco para llegar.

-¿Estas mejor?-asentí con la cabeza y nos quedamos en silencio, pero notaba preocupación en Carlos

Dentro de unos minutos escuchamos una explosión, haciéndonos golpear hacia al frente, fallaron las luces y los gritos no se hicieron esperar. Los ojos de Carlos parecían salirse de orbita, mientras mi corazón latía con más fuerza.

-Señores pasajeros, permanezcan en sus asientos, hemos perdido un motor, no pierdan la calma.

-¿Eso es malo?- Preguntó Carlos

-Un avión lleva dos motores. O cuatro, no lo sé. No soy piloto. Pero estaremos bien

Las personas no se tranquilizaban y yo me ponía ansioso. Gritaban que nos íbamos a estrellar y cosas así.

Si el piloto tenía que aterrizar. Aun nos quedaban millas para llegar a tierra. De pronto se escuchó otra explosión.

Las personas se desesperaron aún más. Y ahora las azafatas, nos empezaron a entregar chalecos salvavidas. Me miraba con Carlos aterrorizados. No quería morir. No podía dejar a mi Elyse sola. No podía morir y dejar que mi hijo creciera sin un padre.

Me ordené tranquilizarme y pensar. Actuar en las peores circunstancias, ser un Scout. Esto era supervivencia.

Vamos Ignasi usa tus conocimientos, respira. No puedes morir