Capitulo 36

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Hoy me iría otra vez a Italia, me levante y me puse unos vaqueros con una camisa y recogí mi pelo en un moño alto tras haberme lavado la cara para ir a desayunar y luego partir hacia Roma, donde tenía mí siguiente actuación a la mañana siguiente. Pero al intentar salir de la habitación me di cuanta de que la puerta estaba cerrada con llave y no podría salir. Intente abrir con horquillas pero no podía, esta a totalmente bloqueada.

Después de un rato me acordé de que llevaba el móvil conmigo, llame a Alex para que abriera la puerta.

-Alex, me he quedado encerrada...

Me acababa de colgar. Y en ese momento me di cuenta, no me había quedado encerrada, si no que me habían encerrado ellos.

-Madison, vas a ser prisionera en tu propia casa. No queremos que te vallas.

-Alex por favor abre la puerta el vuelo sale en dos horas. Hay gente esperando por mí.

Alex no contestó, sólo oí como sus pasos se alejaban de la puerta. Me senté en la puerta y comencé a llorar. Tenía que salir o no llegaría a coger el avión.

Después de un rato me di cuenta de que podría llamar a mi hermano, a Laura o a Cristian.

-Hermanita, se para lo que llamas pero yo tampoco quiero que te vallas. Lo siento, no te sacaremos de ahí hasta dentro de una hora y media que el vuelo salga sin ti.

-Estamos todos unidos, no queremos que te vallas. Eres mi mejor amiga y por eso no te dejaré ir.

-No me iré, pero por favor sacarme de aquí. Empiezo a agobiarme.

Colgaron y al poco tiempo escuche como el cerrojo se abría, abrí la puerta y les di una hostia a cada uno.

-Pensaba que erais mis amigos y mi familia, pero preferís tenerme encerrada a permitir que me vaya a otro país a trabajar. Sois todos unos egoístas.

Intente salir corriendo pero Alex me cogió en brazos, patalee sin conseguir nada más que cansarme. Frene y me soltó.

-No intentes nada, las puertas y ventanas están cerradas y no puedes salir. Así que si yo fuera tú ni lo intentaría, va a ser una misión imposible.

Mire con mala leche a Alex y baje a la cocina a desayunar, desayune en silencio sin dirigirle la palabra a ninguno de ellos.

Pensé formas de escapar sin necesidad de ventanas ni puertas. Y al rato la idea vino a mi sola, la verja del patio, no es alta y puedo escalar por ella con facilidad, por ahí saltaría y saldría de la casa. Era un plan perfecto.

Llame al chofer y le pedí que me esperase fuera. Subí corriendo al dormitorio y me cambie de ropa poniéndome unas mayas grises y una sudadera azul.

Salí al patio y tire la maleta por encima de la valla y vigile que nadie me viese.

Ahora me tocaba saltar a mi, empecé a escalar la verja, lo difícil era subir, bajar sería más sencillo, sólo era saltar. Al llegar arriba salte intentando caer sobre la maleta, y un alambre que estaba suelto me hizo un pequeño corte en la pierna y otro en el brazo, podría haber sido peor. Cogí la maleta y corrí hacia el coche, monte en él y...mierda, ahí estaba él otra vez. Me baje lo más rápido posible del coche y comencé a correr, mirando de vez en cuando para atrás, para ver cuan cerca estaba de mí. Me seguía de muy cerca y estoy segurísima que me alcanzaria. Y así fue después de llevar corriendo 15 minutos, no podía más y pare, me senté en el suelo con la respiración entrecortada y agotada de correr.

-Madison ¿Estas bien?

Asenti sin mirarle, estaba un poco mareada pero era de correr tanto tiempo, no estoy acostumbrada a correr.

-Pequeña te estas poniendo blanca, voy a llamar a mi padre para que venga a buscarnos.

-No, no, si estoy bien. Vamos a casa, no creo que me vallas a dejar irme ¿verdad? -negó con la cabeza- suponía.

Me puse de pie y las piernas me fallaron un poco, pero podía andar.
Volvimos a casa y una vez allí subimos a la sala de estar, me senté en una silla para poder respirar del todo.

-Una pregunta ¿como has conseguido salir?

-Fácil, saltando la verja del patio. Y tú ¿como sabías que iba a coger el coche?

-Fácil, el chofer me llamó para confirmar que te ibas. ¿Y que te ha pasado en la ropa? Esta un poco rota.

-Al saltar la valla había un alambre suelto y me ha rasgado la ropa según caía.

Alex se acercó a mí y me pidió que me desvistiera. Así lo hice y se quedaron a la vista dos heridas, una en la pierna que me cubría de sangre desde el muslo hasta la rodilla y otra en el brazo desde el hombro hasta el codo.
Alex llamó a voces a mi hermano, ahora si que se había liado. Mi hermano saca todo de quicio y se que se pondrá muy nervioso aunque solo sea un rasguño ya que ni siquiera me dolía.

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