-Debido a tu juventud -explicó él guardián-, tienes la posibilidad de elegir. Puedes defenderte...
Nota capaz de reprimirse, le volvió a interrumpir:
-¡Claro que si! Quiero defenderme...
Él se hizo él sordo.
-O nosotros nombraremos un defensor que lo haga por ti. Uno de nosotros te defenderá, valiéndose de nuestra mayor sabiduría y experiencia. Tomate un momento para pensarlo, porque tu vida dependerá de ello, Nora.
"¡Pero si no me conocéis!¿Cómo vais a contar la historia de mi nacimiento?¿Cómo vais a describir la viveza de mis ojos, la fuerza con que mi mano agarraba el pulgar de mi madre?"
Nora se sintió desvalida, con su futuro pendiente de un hilo. Notaba la hostilidad que tenía al lado; la respiración de Vandara era rápida y agresiva, aunque se le hubiera silenciado su voz.
Miró a la hombres sentados en la mesa, intentando imaginar su valor como defensores. Pero no vio en ellos ni hostilidad ni mucho interés; sólo cierta expectación por saber que decidia.
Hecha un mar de dudas,metió la mano en los profundos bolsillos del vestido, y palpando él contorno conocido del peine de madera de su madre l acaricio para serenarse. Con él pulgar notó un cuadrito de tela decorada.
En la confusión de los días anteriores, se le había olvidado aquel retazo de tela; en ese momento recordó justamente era un dibujde que le había venido él solo a las manos, cuando estaba sentada acompañando a su madre al final.
Era mucho más joven cuando llego al saber de la manera más inesperada, y recordaba la cara de asombro que puso su madre al ver una tarde cómo escogía y componía los hilos con repentina seguridad. "¡Eso no te he enseñado yo"!, dijo su madre , atónita y riendo de alegría. "¡No habría sabido!". Tampoco Nora lo habría sabido explicar, realmente. Había sido como cosa de magia, como si los hilos le hablasen o cantasen. Y aquella primara vez él saber creció.
Apretó la tela, recordando la sensación de seguridad que le había dado. En este momento no sentía la menor seguridad.
En su interior no había un discurso de defensa. Tendría que ceder ese papel a uno de aquellos hombres, desconocidos todos.
Les miró con ojos asustados, y vio que uno le respondía con una mirada serena, tranquilizante. Intuyó que aquel hombre era importante para ella. Intuyó algo más:comprension,experiencia.
Respiró hondo. Dentro de la mano sintió que el trapito bordado daba un calor familiar. Tembló. Pero no titubeó:
-Le ruego que nombren un defensor -dijo.El Guardián Mayor asintió.
-Jacobo -dijo con firmeza, volviéndose hacia el tercer hombre por su izquierda.
El hombre de la mirada tranquila atenta se puso de pie para defender a Nora. Ella aguardó.
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En Busca Del Azul
Teen FictionLIBRO II 1-El dador de los recuerdos 2-En busca de azul