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-Como defensor, voy a conceder algunas de esas afirmaciones. Está claro que no puede cavar ni plantar ni escardar ni atender a animales domésticos. Yo, sin embargo creo que ha encontrado una manera de contribuir. Nora, ¿no es verdad que trabajas en los telares?

Nora asintió sorprendida. ¿Cómo lo sabía? Los hombres no prestaban atención al trabajo de las mujeres.

-Sí-dijo, con voz quebrada por el nerviosismo-. Ayudo allí. No tejo, pero recojo las hilachas y ayudo a preparar las maquinas. Es un trabajo que puedo hacer con las manos y los brazos. Y soy fuerte.

Se preguntó si no debería mencionar su habilidad con los hilos, su esperanza de poder emplearla para ganarse la vida. Pero no se le ocurría ninguna manera de decirlo sin parecer vanidosa, así que no dijo nada.

-Nora-Jacobo mirándola-, una demostración de tu defecto para el Consejo de Guardianes. Muestra cómo caminas. Ve hasta la puerta y vuelve.

Era una crueldad por su parte, pensó Nora. Todos sabían que tenía una pierna torcida. ¿Por qué tenía que hacer aquello delante de ellos, someterse a sus miradas humillantes? Sintió una tentación momentánea de negarse, o por lo menos discutir. Pero era demasiado lo que arriesgaba.

Esto no era un juego de niños, donde las discusiones y las peleas eran de esperar. Aquí se decidía su futuro, o su posibilidad de tener futuro. Suspiró, dio media vuelta y apoyándose en el bastón caminó hasta la puerta. Iba a mordiéndose los labios, arrastrando pasos a paso la pierna adolorida, y sentía clavados en la espalda los ojos desdeñosos de Vandara.

Al llegar a la puerta giró y regresó lentamente a su sitio. Le empezó un dolor en el pie que le recorría toda la pierna mala. Ansiaba sentarse.

-Es cierto que arrastra la pierna y que es lenta -señalo Jacobo innecesariamente-. Concedo esos extremos. Pero en su trabajo n los telares es competente. Acude a diario cumpliendo la jornada normal, y nunca llegaste tarde. Las mujeres de allí aprecian su ayuda.

-¿Come mucho? -preguntó, y se sonrió-. Yo creo que no. Miren lo delgada que está.
Su peso desmiente esa acusación. Pero sospecho que debe de andar hambrienta-añadio-. Yo lo estoy. Propongo que hagamos una pausa para almozar.

El Guardián Mayor se puso de pie.

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