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Anabela manifestó su aprobación.

—Por algo se empieza —dijo.

—Ya nos tenemos que ir para que no se nos haga de noche por el camino —dijo Nora; y de pronto, al volver la vista al cielo para calcular la hora, se acordó de una cosa.

—¿Sabe usted hacer azul? —preguntó.

Pero Anabela frunció el ceño.

—Se necesita glasto —dijo—. Recoger hojas frescas de glasto del primer año. Y agua de lluvia blanda; con eso se hace el azul —meneó la cabeza—. Yo no tengo nada. Otros tienen, pero muy lejos.

—¿Qué otros? —preguntó Mat.

La anciana no le contestó. Apuntó hacia el final de su jardín, donde empezaba el bosque y parecía abrirse un estrecho sendero invadido por la maleza; luego volvió los pasos a su choza, y Nora oyó que hablaba en voz baja. "Yo nunca lo pude hacer", iba diciendo. "Pero allá hay quien tiene azul".


En Busca Del AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora