Como esperaba, la sala grande estaba vacía. Sabía que sólo se utilizaba en ocasiones especiales: la Reunión anual, juicios como el suyo y otras ceremonias que no había visto nunca. Empujó la enorme puerta, miró por la rendija y dio media vuelta para seguir buscando.
Llamó tímidamente a varias puertas. Por fin, en una contestó una voz con un hosco "¿Sí?", y empujándola vio a un auxiliar, un hombre al que no conocía, trabajando sentado a una mesa.
—Busco a Jacobo —explicó.
El auxiliar se encogió de hombros.
—No está aquí.
Eso ya lo veía ella.
—¿Sabe usted dónde puede estar? —preguntó cortésmente.
—En el ala, probablemente —el auxiliar se enfrascó de nuevo en su trabajo. Parecía estar clasificando papeles.
Nora sabía que "el ala" era donde estaba su habitación. Era lógico; probablemente Jacobo la estaba buscando para darle la noticia de la muerte de la anciana. Aquella mañana Nora había salido mucho antes de lo habitual, para recuperar la jornada perdida la víspera por culpa de la lluvia. Si hubiera esperado, Jacobo habría podido encontrarla, decírselo y explicárselo, y ahora no se sentiría tan afectada y tan sola.
-Disculpe, pero ¿puedo ir al ala desde aquí sin tener que volver a salir?
El auxiliar, irritado, señaló hacia la izquierda.
-Por la puerta al fondo-dijo.
Nora le dijo las gracias, cerró la puerta del despacho tras de sí y camino hasta al fondo del vestíbulo. Aquella puerta no estaba cerrada con llave, y al abrir vio una escalera conocida, la misma por donde había bajado de puntillas con Tomás y Mat el día anterior, durante la tormenta. Sabía que por la escalera llegaría al corredor de arriba, donde estaban su habitación y la de Tomás.
Se detuvo a escuchar. El auxiliar había dicho que Jacobo debía de estar en ala, pero no se oía ningún ruido.
En lugar de subir a su habitación, se le antojo echar a andar por el primer piso. Llegó a la esquina donde el día anterior se habían escondido. Tomás y ella, la misma en la que se asomaron a ver de dónde salía el llanto. En aquel desierto silencioso, dobló la esquina y se acercó a la puerta que el día anterior estaba abierta.
Se inclinó y pegó la oreja a la madera. No se oía nada, no lloros ni cantos.
Pasado un momento probó el polo, pero la puerta estaba cerrada con llave. Por fin, muy suavemente, tocó con los nudillo.
Dentro oyó un crujido, y después el sonido amortiguado de unas picaditas en el suelo.
Volvió a tocar suavemente.
Oyó un gemido.
Nora se arrodilló a la puerta. No era fácil, con la pierna tullida. Pero se agachó hasta poner la boca junto al ojo de la cerradura, y llamó bajito:
-¡Lol!
—Estoy siendo buena —respondió una vocecita asustada y temblorosa—. Estoy practicando.
—Sé quién eres —dijo Nora por la cerradura. Oyó unos sollozos ahogados, estremecidos
—Soy amiga tuya, Lol. Me llamo Nora.
—Por favor, quiero que venga mi mamá —suplicó la niña. Por la voz parecía muy pequeña.
Nora, sin saber por qué, pensó en el vallado que habían hecho en el lugar de su antigua barraca. Ahora había niños allí encerrados, rodeados de espinos. Parecía cruel, pero al menos no estaban aislados. Se hacían compañía unos a otros, y podían atisbar a través del espeso ramaje y ver la vida del pueblo alrededor.
¿Qué hacía aquella niñita encerrada a solas en una habitación?
—Volveré —susurró a través de la puerta.
—¿Traerás a mi mamá? —la vocecita sonaba junto a la cerradura; Nora casi sentía su aliento.
Mat había dicho que el padre y la madre de la niña habían muerto.
—Volveré —repitió Nora—. ¡Lol! Escúchame.
La niña gimoteaba. Lejos, en el piso de arriba, se abrió una puerta.
—Tengo que irme —susurró Nora con decisión—. Pero escucha, Lol: te ayudaré, te lo prometo. Ahora cállate. No le digas a nadie que he estado aquí.
Rápidamente se levantó, y asiendo el bastón volvió a la escalera. Cuando llegó al segundo piso y dobló la esquina, vio que Jacobo estaba en la puerta abierta de su habitación. Él salió a su encuentro, la saludó afablemente y le dio la noticia de la muerte de Anabela.
Nora, recelosa de pronto, no le dijo nada de la niña de abajo.
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En Busca Del Azul
Teen FictionLIBRO II 1-El dador de los recuerdos 2-En busca de azul