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Cap 6.

La enorme campana del Edificio del Consejo empezó a sonar en la torre. La campana regía las vidas de todos: señalaba el comienzo y el cese del trabajo, y llamaba cuando había que reunirse en asamblea, hacer los preparativos de una cacería, celebrar un acontecimiento o armarse para el peligro. Cuatro campanadas —la tercera sonaba en aquel momento—significaban que podía acabar el trabajo del día. 

Para Nora significaba que era hora de presentarse ante el Consejo de Guardianes. Apretó el paso hacia la plaza central, entre las multitudes de gente que salía de trabajar.

Mat la esperaba en la escalinata como había prometido. Junto a él, Palo estaba muy excitado con un gran escarabajo tornasolado, al que bloqueaba el paso con una pata cada vez que intentaba escaparse. El perro alzó los ojos y movió el rabo al oír el saludo de Nora.

—¿Qué traes? —preguntó Mat, mirando al hatillo que llevaba a la espalda.

—No mucho —Nora rió tristemente—. Unas cuantas cosas que guardé entre las matas para alvarlas de la quema. El cestillo de los hilos y algunos retales. Y mira esto, Mat —y sacó del bolsillo un objeto alargado de forma irregular—. Encontré mi jabón donde lo había dejado, sobre una piedra. Menos mal, porque ni lo sé hacer ni tengo dinero para comprarlo.

Pero se echó a reír al darse cuenta de que el mugriento y desaseado Mat no sentía ninguna necesidad de jabón. Era de suponer que Mat tuviese madre, y lo normal era que las madres restregaran a los críos de vez en cuando pero Nora jamás le había conocido limpio.

—Ahí tienes lo que yo truje —Mat indicó una pila de objetos envueltos de cualquier manera en una tela sucia que tenía en la escalinata junto a sí—. Cosas que saqué antes de la quema, para que las tuvieras si te dejaban quedarte.

—Gracias, Mat —Nora se preguntó qué habría decidido salvar.

—Pero tú no las has de llevar, con ese andar hurrible —dijo Mat, refiriéndose a su pierna lisiada—. Yo seré el que las lleve, cuando te digan dónde has de vivir. Así me enteru yo también.

A Nora le gustó la idea de que Mat fuese con ella y supiera dónde iba a vivir. De ese modo resultaba todo menos extraño.

—Espérame aquí entonces —le dijo—. Tengo que entrar para que me digan dónde voy a vivir. Luego vendré a buscarte. Debo darme prisa, Mat, porque la campana ya ha dejado de sonar y me mandaron estar a las cuatro.

—Palu y yo esperamus. Truje una piruleta que mangué de un puestu —dijo Mat, sacándose del bolsillo un caramelo pringoso—, y Palu estará contentu en teniendo ese escarabaju tan grande para jugar.

El perro enderezó las orejas al oír su nombre, pero sus ojos no se apartaron ni por un momento del escarabajo.

Nora entró apresuradamente en el Edificio del Consejo mientras el niño se quedaba en la escalinata.

                                     *        *        *

En Busca Del AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora