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Cap 2.

Lo primero, decidió era hacer como si no supiera nada. Volvería al sitio de la barraca dónde había vivido con su madre y empezaría a construir. Quizá el mero hecho de verla allí manos a la obra fuera bastante para deslentar a las mujeres que pretendían echarla.

Apoyándose en el bastón atravesó la el pueblo lleno de gente. Algunos la saludaban con la cabeza al verla pasar, pero cual estaba atareado en sus quehaceres de todos los días, y entretenerse en cortesías no era parte de sus costumbres.

Vio al hermano de su madre, que estaba con su hijo Dan,  trabajando en la huerta junto a la barraca dónde había vivido Solora y los niños. Las malas hierbas habían crecido sin que nadie las arrancará mientras su mujer salía de cuenta, daba a luz y se moría.

Después  pasaron más días y se multiplicaron las hierbas mientras él estaba en el Campo con la mujer y el hijo muertos.

Las estacas dónde se enredaban las judías se habían tumbado, y el malhumorado, las estaba enderezado mientras Dan trataba de ayudarle y la niña pequeña, Mar, jugaba con el barro sentada al borde de la huerta.

Nora vio que el hombre daba a su hijo un manotazo fuerte en un hombro, riñendole por no sujetar derecha la estaca.

Nora pasó por delante de ellos, hincando fuertemente el bastón en el suelo con cada  paso que daba pensando saludarles con la cabeza si la veían. Pero la niña que jugaba en el barro no hacía más que lloriquear y escupir;había querido ver a qué sabía unas piedritas, como cualquier niño de su edad, y se encontró con la boca llena de tierra asquerosa.

Dan miró a Nora, pero no dio señales de reconocerla ni la saludó;estaba doliendosé el golpe que le había propinado su padre.

El hombre, el único hermano de su madre, levantó los ojos de lo que estaba haciendo. Nora suspiro. El almenos  tenía ayuda.

Ella, salvo que pudiera reclutar a su pequeño amigo Mat y alguno de sus cómpiches, tendría que hacer sola todo el trabajo de reconstruir y arreglar la huerta, suponiendo que la dejarán quedarse.

Le rugieron las tripas y se dio cuenta de que estaba hambrienta. Pasando una hilera de barrancas pequeñas y doblando un recodo llegó hasta el negro montón de cenizas que había sido su hogar.

En Busca Del AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora