Siete meses han pasado desde que partiste a Italia y un mes de tu regreso. El otoño está por finalizar, y por suerte, no te has topado con alguna noticia respecto a la próxima boda de Chris, tal vez lo mantiene en secreto para evitar el acoso de los medios. Terminas de tomar tu café y comienzas a caminar de vuelta a tu departamento, decidiste rentar uno nuevo para evitar las visitas de Chris o alguien más. Debías comenzar desde cero.
Dos cuadras antes de llegar, la lluvia hace acto de presencia y gruesas gotas comienzan a caer. Caminar tranquila y disfrutando de aquel momento. Llegas con tu chaqueta ligeramente mojada y parte de tu cabello, cuando terminas de subir las escaleras que conducen al piso donde se encuentra tu nuevo hogar, notas a Chris sentado con la espalda recargada en la pared junto a tu puerta. Intentas regresar, pero la suela mojada de tus zapatos hace ruido y él voltea.
Nunca imaginaste lo que sentirías cuando lo vieras de nuevo, y es algo que no planeabas hacer en mucho meses más, pero ahí estaba él, frente a ti, con una mirada completamente indescifrable.
Tu nombre dicho por tu voz, hace que tu corazón se acelere más. Chris camina la distancia que los separa y te abraza. La perdición ha llegado. Ser prisionera entre su pecho y envuelta por sus brazos es algo que no cambiarías por nada.
Tus manos se han quedado estáticas, no le devuelves el abrazo y permaneces con los brazos caídos. Te limitas a cerrar los ojos, intentando alejar toda la serie de pensamientos que han comenzado a invadirte.
—¡Te extrañé mucho, pequeña! —Dice con emoción y de nuevo, después de siete meses, sientes sus labios sobre tu frente, aquel gesto de cariño que te hace sentir la emoción de una colegiala con su primer amor —. No sabes, te busqué por cielo, mar y tierra; estuve en Italia buscándote y...
—¿Fuiste a Italia? —lo interrumpes sorprendida y él te suelta.
—Sí. Busqué por varios lugares, pero parecía que la tierra de había tragado. Intenté llamarte, fui a tu antiguo departamento, de hecho, planeaba viajar a Italia en dos semanas, pero te he encontrado —cuando lo relata suena desesperado, pero al decir las últimas tres palabras, su voz se relaja.
—¿Y Rose? —cuando la nombras, tratas de no sonar celosa, pero el rostro de Chris se descompone.
—Ella no aceptó casarse conmigo.
—Lo siento mucho —murmuras.
—No lo sientas. Yo no lo hice.
—¿De qué hablas?
—Cuando saliste de la casa, supe que estaba tomando la peor decisión de mi vida. Pero cuando lo noté, ella ya estaba frente a mí, molesta por la cursi decoración en la casa. Vio la cajita en mis manos y lo imaginó noto, me arrodillé y cuando iba a media declaración, me interrumpió, dijo que no pensaba casarse ni ahora ni nunca, amaba la vida que llevaba, sin ningún compromiso que incluyera un papel. Así que terminamos, quedamos en buenos términos, y se llevó el pastel de queso con zarzamora, después de todo, sí le gustaba. No me sentí herido, si avergonzado por todo lo que había hecho para la chica incorrecta, y que la chica correcta, sólo estuvo ayudándome en vez de disfrutar ese momento que debió ser para ella.
Las palabras que ha dicho Chris hacen eco en todo tu ser y un escalofrío te recorre. Parpadeas unas cuantas veces, antes de que él tome tus manos entre las suyas.
—Scott se emocionó cuando le llamé para contarle el rechazo real de su majestad. Tuvimos una charla que sólo se trató de ti—sonríe —. Cuando terminé la llamada, vi que tenía un mensaje tuyo. ¡Oh Dios! Cuando leí todo te llamé, pero estaba apagado tu teléfono. Recorrí cada aeropuerto en la ciudad, cada estación de autobús, pero nada. Tuve que recurrir a algunos contactos y sólo así me enteré que estabas en Italia. Pero la película me exigía quedarme, una vez que las grabaciones terminaron, te fui a buscar.
Te encuentras incrédula por todo lo que Chris dice que hizo, y no es que dudes de sus palabras, pero fue mucho para ser sólo su amiga.
—Te busqué para decirte que yo también.
—¿Tú también qué? —preguntas confundida.
—Yo también te amo —afirma.
—No —dices y caminas hacia tu departamento.
Entras y tratas de azotar la puerta, pero Chris es más rápido y lo evita, para luego entrar. Caminas hacia el pequeño sofá individual y te sientas, él se acerca y se arrodilla frente a ti.
—Esto está mal —murmuras —. Tú simplemente no puedes venir y decirme que me amas, no puedes hacer eso. Estuve seis meses en otro país olvidándote, conociendo a otras personas pero, ¿sabes qué? El tonto Capitán América parecía seguirme, los comerciales en televisión, los periódicos, todo parecía hablarme sobre ti. Y ahora llego, un poco más tranquila, y sales con esto. No, Chris.
—Es que no entiendes —dice entre dientes —. Tuve miedo de amarte, por eso salí con otras chicas, por eso acepté a Rose. Eres demasiado perfecta para entrar en mi mundo lleno de errores. No quiero que los medios te acosen. Eres mi pequeña, mi princesa. Desde el primer momento que te vi, supe que eras especial, pero al conocerte más, me aterraba la idea de no poder darte lo que mereces, de no ser suficiente para ti.
—¡Lo eras! —le gritas y gruesas lágrimas caen por tus mejillas.
—No, nunca lo fui. No iba a pasar contigo fechas importantes por grabaciones o giras de promoción, no tendríamos oportunidad de salir sin que algún paparazzi nos acosara, no podríamos ser nosotros sin ser criticados.
—¡Pero así te quise! —dices con enojo —. Yo nunca pediría más de lo que podrías darme, para mí, eso era suficiente. Yo te seguiría a donde quiera que fueras, porque eso se hace cuando se ama a una persona.
Sus ojos retienen muchas lágrimas y se nota angustiado. Aclara su voz y suelta un largo y cansado suspiro.
—Me duele cuando hablas de tus sentimientos en pasado, ¿qué acaso ya no sientes lo mismo? —se atreve a preguntar.
—La gente cambia, Chris. Fueron seis meses.
—Esos seis meses fueron de completa tortura para mí. Te llegué a buscar en facebook, ¿sabes cuántas personas se llaman igual que tú? No sé cuántos perfiles vi esperando encontrar una foto tuya. Tuve la intensión de usar a los medios, pero, eso era arrojarte a lo que trataba que evitaras.
—¿Cuándo te diste cuenta que me amabas?
—¿Recuerdas la cena de año nuevo, cuando fui a recogerte a tu casa? —asientes y él toma una de tus manos —. Cuando saliste, en ese hermoso vestido rojo, tan hermosa que hizo que mi corazón se detuviera momentáneamente, desee que el momento se congelara y poder admirarte por siempre, tener derecho de abrazarte y besarte sin pena —suelta una risa amarga —. Cuando fui por Rose, esa misma noche, no sentí lo mismo, se supone que debía sentir algo similar, pero no lo hice. Se veía muy guapa, pero ya. No hubo magia, ni alguna chispa, no escuché ni vi fuegos artificiales como cuando tú apareciste.
Puedes leer la sinceridad en su mirada, pero hay algo más, te ve de la misma manera que siempre deseaste que lo hiciera. Te está confesando sus sentimientos, pero tu inseguridad hace que dudes.
—Te amo, pequeña —repite —. Si pudieras darme una oportunidad para demostrártelo sería muy feliz.
—No lo sé. Yo necesito tiempo, necesito digerir todo esto. Estoy confundida con mis sentimientos —susurras.
—Déjame volverte a enamorar, dedicarme a ti y a hacerte feliz. Déjame intentarlo —toma tu rostro entre sus manos y deja un casto beso en tus labios —. Pequeña, permíteme amarte.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Pensé en hacer una parte con un final con un rechazo y el otro con la bonita pareja, pero luego salió esto. Me gustó más. ♥ Ahora bien, ¿lo aceptarían o no? La respuesta la tienen ustedes.
¡Gracias por las +2.000 lecturas! El OS anterior es el que tiene más votos y comentarios. ♥ Aman el drama, ahora lo sé. ;)
Espero que les guste como quedó al final. ♥
ESTÁS LEYENDO
Oneshots 1 [Chris Evans]
FanfictionLIBRO DE ONE SHOTS | COMPLETO Portada por: @namsblg