Subo el cierre de mi vestido y me miro en el espejo de cuerpo completo que se encuentra en mi habitación. Acomodo por última vez mi cabello, retoco el labial en mis labios y me coloco un poco de perfume, sonrío de lado ante el resultado.
Hoy es mi fiesta de cumpleaños, así que mis amigos me han invitado a una pequeña reunión en casa de uno de ellos, mi mejor amiga viene por mí. Pero cuando llego, es muy grande mi sorpresa al encontrarme aquel departamento repleto de familia y amistades. Saludo a muchas personas antes de poder sentarme y tomar un respiro, mis amigos más cercanos se burlan porque realmente me noto abrumada.
Veo a las personas divertirse, sonrío y me disculpo antes de salir a un pequeño balcón en el fondo del salón principal, la noche es fresca pero no lo suficiente para necesitar abrigarme. Las estrellas inundan el cielo y una hermosa luna parece brillar en mi honor, en pocas palabras, la noche es espectacular.
Sonrío al recordar mi último cumpleaños, Chris y yo habíamos decidido irnos de la ciudad una semana antes, no supe nuestro destino hasta que aterrizamos: Italia. Mis sueños de adolescente se hacían realidad y ahora todo era mejor, porque me encontraba al lado del hombre que amaba. Pero, ¿quién iba a pensar que 10 meses después daríamos por terminada nuestra relación?
Después de que termináramos, él se fue a una grabación en otro país y yo me quedé intentando volver a mi vida habitual, después de más tres años a su lado.
Me abrazo intentando darme consuelo, sin embargo, lo que necesito es que sus brazos sean los que me envuelvan. Suspiro intentando sacar mi frustración y tristeza por no tenerlo a mi lado, pero mis pensamientos se ven interrumpidos por alguien que coloca una rosa roja frente a mí.
—Feliz cumpleaños, bonita —lo escucho murmurar y me obligo a no girarme en su dirección, porque sé que me arrojaré a sus brazos.
—Gracias —musito y tomo la flor que me ofrece.
Su mano me toma por el brazo camina hasta quedar de frente a mí, desvío inmediatamente de mi mirada hacia el lado derecho; su mano acaricia con suavidad mi mejilla y hace que dirija mis ojos hacia los suyos.
—Te ves hermosa, como siempre —afirma y sonrío de manera nostálgica.
—Agradezco que vinieras, pero no tenías que hacerlo, si Damian te obligó... —comienzo a decir pero él me interrumpe.
—Nadie me obligó, yo vine por mi propia voluntad, es más, yo les pedí que me dejaran asistir, no quería estar alejado de ti en tu cumpleaños —me confiesa y sólo logro asentir con la cabeza.
—Gracias, supongo —mi voz suena dura, y trato de mantenerme distante, no quiero caer ahora.
Nos quedamos en silencio y mi mirada vaga por todo el entorno, menos por sus ojos; en cambio, yo siento la suya sobre mí en todo momento, lo cual me pone muy nerviosa.
—También te he traído un obsequio —dice con nerviosismo, algo extraño en él.
Con su mano libre saca una caja cuadrada del bolso interno de su saco, usa sus dos extremidades para acercarla a mí. Sé que espera que lo abra, así que con cuidado de no tocarlo, abro aquella cajita descubriendo una delicada pulsera con incrustaciones en ella.
—Chris, no debiste —alcanzo a decir y pienso en alejarme, pero no lo logro.
—Acéptalo, por favor, lo diseñé para ti, eres la única persona que puede usarlo.
Asiento con la cabeza y él saca la pulsera de la caja, para colocármela sobre mi muñeca izquierda, una vez que lo hace, deposita un beso en el dorso de mi mano. Mi cuerpo se estremece ante su caricia y la cercanía de su cuerpo.