Capítulo 3

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Tirado en el piso.

Con un zumbido aturdidor. Con un dolor que recorre todo mi cuerpo, paralizándome.

— ¡Evan!

El grito a mis espaldas, el zumbido en mi cabeza. Todo a mi alrededor es gris, me encuentro rodeado por una nube de humo y polvo. Pienso en ponerme de pie, pero decido arrastrarme en dirección a la calle, aprovechando la poca visibilidad en la nube de humo.

Salgo y continúo avanzando por el asfalto partido y con pasto creciendo de él. Volteo y veo de reojo el motel. Ya no queda más que un edificio con cuerpo de fuego. Las esferas se detienen frente al edificio y a los autos, escaneando detenidamente cada zona. Los gritos han cesado y el zumbido comienza a disminuir. Sigo arrastrándome, hasta que Daniel llega sin que me dé cuenta.

—Oye, soy yo —me sujeta del brazo y me ayuda a ponerme de pie—. Te tengo —me susurra mientras comenzamos a avanzar lento por el largo de la calle, después nos detenemos en medio de esta.

— ¿Qué haces? Aquí nos verán.

—Estoy salvando nuestras vidas —dice sin apenas mirarme. Se tira al piso y comienza a abrir una alcantarilla—. ¿Vienes o prefieres quedarte?

Le ayudo a abrirla con esfuerzos. Bajamos por las escaleras metálicas hasta que llegamos al piso del túnel y Daniel cierra la alcantarilla. El olor es demasiado desagradable y mis zapatos se llenan de lo que parece ser lodo, o al menos eso espero.

—Aquí deberíamos estar bien.

Baja de las escaleras metálicas y en la oscuridad puedo ver como frunce su ceño y arruga su nariz.

— ¡Vaya!, aquí sí que apesta.

— ¿Estás bien? —le pregunto mientras me recargo contra la pared y comienzo a bajar hasta que me siento en el piso de concreto húmedo y mojado. El dolor aún recorre mi cuerpo.

— ¿Tú lo estás? —me pregunta en tono de burla.

Se agacha en el piso mientras se quita de la espalda su mochila roja y saca una linterna.

— ¿De dónde la sacaste? La mochila —le pregunto sin fuerzas, aún aturdido y adolorido.

—Te dije que había salido en busca de provisiones, no iba a salir sin nada —enciende su linterna y recorre el lugar con la luz. No hay nada más que paredes húmedas, con enormes manchas, algunas ratas huyendo de la luz, y el agua de desagüe corriendo, me sorprende que todavía siga funcionando como debe el desagüe—. Y lo único que nos queda ahora es todo lo que tengo en esta mochila, así que hay que empezar a pensar como le vamos a hacer para sobrevivir.

—Esperar a que las esferas se vayan, es lo que nos queda, no sobreviviremos aquí abajo.

— ¿Y se irán?

—Eso espero.

Daniel se recarga en la pared y luego se sienta, solo a unos centímetros de mí. Se queda en silencio, lo observo por unos segundos, veo su preocupación, veo su miedo.

— ¿Cuánto tiempo seguiremos así? —Me pregunta triste y cansado—, habías dicho que todo esto terminaría pronto, lo prometiste.

Me quedo en silencio, meditando lo que le pienso contestar, cuidando mis palabras, no quiero darle falsas esperanzas, pero tampoco quiero que vuelva a caer en el pozo, no de nuevo.

—Pronto llegaremos a la resistencia. Por ahora solo nos queda aguantar un poco más.

—No creo aguantar más.

—Claro que puedes...

— ¡No! No, no puedo más— baja su mirada mientras la voz le empieza a temblar—. Fingí haberlo superado, fingí estar bien, pero no puedo seguir fingiendo más. ¿Sabes algo? Aún los veo, aún los escucho.

— ¿A quiénes? —le pregunto débilmente, una vez más se está alejando, se está hundiendo en el pozo, o tal vez, simplemente, nuca salió. Lo peor es que ya no sé qué más hacer.

—A Javi, a Erik, a Cristina, a Tomás, a Eddy, a todos. No puedo seguir con esta carga.

—El día que dejes de lamentarte por los demás, por ti, y comiences a valorar sus sacrificios y no a culparte por ello, podrás vivir mejor.

Suelta una pequeña risa, después voltea a verme con lágrimas en sus ojos.

— ¿Vivir mejor? Esto no es vivir. Solo estamos esperando aquí, sin propósito, esperanza o motivación alguna, solo estamos esperando nuestra inminente muerte. Y eso es la única vida que nos queda. Es lo único que nos queda.

Se pone de pie bruscamente y comienza a avanzar.

— ¡Daniel! —le grito mientras intento ponerme de pie, pero aún estoy demasiado débil y adolorido.

Se detiene y voltea a verme.

—Solo necesito un tiempo a solas.

Comienza a avanzar por el túnel mientras caigo de rodillas.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora