III. A sangre fría

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Capítulo 7

Daniel:

Evan duerme.

Su pecho sube y baja, respira tranquilo, sus parpados cerrados, su cuerpo inerte. Me pregunto cómo es que puede dormir tan tranquilo después de todo lo que ocurrió hoy, es decir, yo no confiaría en mí sí fuera él. Es más, yo ya no confió en mí, ¿Cómo es que el si?

«Tal vez no pierde la esperanza como tú lo hiciste, idiota»

Observo la calle tranquila, los pastizales a lo lejos, las siluetas de los edificios que quedan por recorrer, solo unas cuantas calles y ya, tal vez solo sea un kilómetro o un poco más. Como sea, las ganas de continuar se han reducido a cero.

Intento buscar una razón por la que valga la pena seguir a Evan, y sí supiera lo difícil que me resulta apuesto a que me trataría de otra forma. Después de todo, yo no tengo a nadie más que me espere cuando lleguemos ahí, y cuando Evan llegue con Sara sé que me olvidará, o al menos ya no seré lo mismo para él. Tal vez sea esa idea la que me molesta día a día, pero hay mucho más que eso. Me acomodo en la silla, me pongo encima una chamarra que había en el piso y observo.

«Sí no fueras importante para él, ya te hubiera dejado»

«Tal vez»

«Si no fueras importante para él, no confiaría en ti lo suficiente como para dormir tranquilo a pesar de todo lo que ha ocurrido hoy»

«Solo está muy cansado, de seguro es eso»

Resisto la tentación de bajar las escaleras y salir a jugar con los columpios, eso es lo que necesito, divertirme, relajarme, y a pesar de todo decido quedarme sentado. Mis parpados se cierran lentamente, me cuesta trabajo mantenerme despierto, y entonces cierro los ojos. Cuando los abro, el cielo ha comenzado a esclarecerse indicando que esta por amanecer, giro la vista y Evan permanece dormido, de espaldas, me pongo de pie y entonces escucho el crujir de la madera. El crujir de las escaleras. Una tras otra. Me acerco a Evan, y cuando estoy a punto de moverlo, todo se queda en silencio. Me agacho a su lado, donde está su mochila y comienzo a buscar lentamente y sin hacer ningún ruido, encuentro la pistola.

«Sí no confíara en ti hubiera ocultado la pistola»

«Sólo se le olvido guardarla mejor»

Me acerco a la puerta y pego mi oído, pero no escucho nada más que el silencio y mi respiración acelerada, entonces decido salir.

Observo el pasillo vacío, con todas sus puertas cerradas, tal y como estaban cuando llegamos. A pesar de eso, reviso habitación por habitación, pero no encuentro nada. Desciendo las escaleras con pasos ligeros para evitar hacer ruido alguno. Bajo las escaleras y de repente el lugar cambia completamente. La luz del sol entra por todas partes, la sala, la cocina y el comedor de la vieja casa han desaparecido y han sido reemplazados por una habitación pequeña, con una ventana en el fondo y un enorme colchón tirado en el piso. Sé dónde estoy, estoy en mi viejo apartamento, en casa.

De la nada un Daniel más joven sale detrás de mí, y atrás de él, Javi aparece corriendo, con una enorme sonrisa en su rostro. Sujeta a Dan de la cintura y lo alza, ambos ríen, ambos se divierten, ambos están felices. Javi alza al Dan joven varias veces, lo lanza por el aire, y lo atrapa. Después ambos se tiran al piso.

—Algún día quiero ser como tú, quiero aprender a luchar, quiero no tener miedo, quero ser tan rápido, tan fuerte como tú —le dice el Daniel joven a Javi con una gran sonrisa, mientras están recostados en el colchón.

— ¿Así? ¿Cómo un ninja?

— ¿Qué es un ninja? —pregunta el Dan joven, con aquella voz que tenía, una voz débil e infantil.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora