X. La anécdota de un sobreviviente

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Capítulo 31

Creo que estoy despierto.

Sé que estoy despierto, puedo moverme, puedo sentir mis movimientos, pero no puedo ver nada. Sé que tengo los ojos abiertos, pero no puedo ver nada. La oscuridad es absoluta, el único rastro de luz está a varios metros de mí, iluminando una vieja litera recargada en una pared con un escudo, la insignia de la resistencia militar, la luz entra a través de un agujero en el techo, como si hubiera sido abierta por una explosión o algo parecido, pero es muy poca luz. Intento levantarme pero noto que mis pies están atados, intento alcanzarlos pero mis manos están atadas a un tubo en una pared. Intento liberarme, comienzo a forcejear y doy un grito de furia, de desesperación. En ese instante una voz me hace guardar silencio.

— ¿Evan? —la voz suena fuerte, proviene de un lugar cercano.

— ¿Eddy? ¿Eres tú? —pregunto a la oscuridad esperando obtener respuesta alguna.

— ¡Sí! Sí, sí, ah, gracias a dios que estás aquí y estás vivo.

Su comentario me desconcierta, hace mucho que no escuchaba esa frase, pero no le doy importancia y siento un enorme alivio al saber que él está vivo y está aquí.

«Aún no te he fallado Cris»

Mi vista comienza a adaptarse y a distinguir más cosas y comienzo a buscarlo con la mirada.

— ¿Dónde estás? No puedo ver nada y estoy atado.

—Estoy igual que tú. Pero estoy en frente de ti.

Logro encontrarlo, a una corta distancia de mí, logro distinguir que está sentado en el piso, atado, como yo.

Pronto el alivio se elimina y quedamos en silencio, sumergido en la oscuridad, a la incertidumbre de saber porqué estamos aquí y qué nos depara.

— ¿Por qué no nos mataron? —Pregunta Eddy, desanimado, desde el otro lado—. ¿Por qué mantenernos vivos?

—No tengo idea —le contesto—. Pero mientras sigamos vivos aún podemos salir de aquí.

Solo escucho una pequeña risa, como si se riera de la situación, como si la considerara graciosa.

—Moriré de todas formas —su voz suena más triste, más cansada—. Estoy perdiendo sangre. Me extrajeron la bala, pero no cerraron la herida, solo la cubrieron. Si no recibo atención en unas horas moriré.

—Aún tenemos tiempo, ¿sabes? —le contesto intentando animarlo mientras lucho por liberarme sin resultados.

—Esto es irónico ¿No crees? —Dice mientras mira al rayo de luz, mientras mira al escudo grabado en la pared— Moriremos en el lugar que ofrecía esperanza, en el lugar que ofrecía una nueva vida. Es una ironía de la vida.

— ¿Estamos en la resistencia, no es así?

—Sí.

—No pierdas la esperanza, aún podemos salir.

—Nunca nos encontrarán. Dejamos de investigar este lugar hace mucho tiempo. Nunca sospecharán que estemos aquí.

—Caleb aún puede encontrarnos.

— ¡Caleb está muerto! —el grito de furia se combina con su tono de voz débil mientras llora— Está muerto. Yo... yo lo deje morir.

Me cuesta trabajo decir algo, solo lo puedo escuchar llorar, solo puedo ver su silueta, intentando alcanzar su rostro torpemente para cubrirse.

—No fue tu culpa —susurro intentando consolarlo, sintiéndome culpable por alguna razón.

—Sí la fue—dice entre lágrimas—. Lo pude ayudar. Los pude ayudar. Pero solo me quede tirado en el piso, observando todo, no haciendo nada, como un cobarde, como el cobarde que siempre he sido, y ahora perdí a mi único amigo. Al que de verdad me importaba.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora