VI. La resistencia

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Capítulo 15

Los años se convirtieron en horas.

Eso fue lo que cruzó mi mente cuando logramos llegar a la ciudad y observar el primer cartel que nos indicaba la corta distancia restante que nos aseguraba el final de nuestro camino.

"Resistencia militar, a 20 kilómetros, en el hospital general, se ofrece asilo, alimentación y seguridad"

Sí, los años que me separaban de Sara por fin se reducían a horas.

— ¡Por fin! Estamos muy cerca, vamos —dijo Daniel a mis espaldas, acelerando el paso, corriendo a través de la carretera que nos llevaría al centro de la ciudad.

Nos tomó mucho más tiempo del que habíamos calculado. Ya han pasado cuatro días desde la explosión del triángulo y el viaje se tornó especialmente complicado con el recorrido que realizaban las esferas cada hora buscando aquello que atacó el triángulo.

— ¿Y qué? ¿No estás emocionado? —pregunta Dan a unos metros delante de mí, con una gran sonrisa, no puede ocultar su felicidad. Eso es muy bueno después de todo lo que ha ocurrido.

—No sé si emoción seria la palabra que usaría para describir lo que siento —le contesto observando cautelosamente nuestro entorno.

— ¿Feliz? ¿Nervioso? ¿Ansioso? ¿Emocionado? Oh no, esa ya la dije, ¿Aleg...?

—Temeroso —le contesto finalmente deteniéndome en seco, inseguro, aterrado de continuar el camino. Tan cerca de llegar, tan aterrado de ver lo que nos depara.

— ¿Por qué? —pregunta Dan deteniéndose y acercándose a donde yo estoy.

—Es solo que... —me cuesta trabajo darle una explicación, me cuesta trabajo encontrarle sentido alguno a mi miedo, después de todo, ¿no es esto lo que yo quería?, pase años bajo tierra soñando con esto, pase meses difíciles para llegar hasta este punto, tanto tiempo que tuve para hacerme a la idea de que la podía encontrar o no, pero ahora es como si eso no importara y fuera una vez más un niño cobarde, el niño cobarde que dejo morir a su papá, que dejo ir a su hermana, y como ese niño cobarde, una vez más quiero que esto acabe, me da miedo descubrir lo que hay al final de este camino—. Tengo miedo de que lo que encuentre no sea lo que he estado esperando todo este tiempo —termino diciendo, sin el valor de voltearlo a ver.

—Creo que... —Dan busca las palabras adecuadas y las encuentra—. Pasará lo que tenga que pasar.

Nos quedamos inmóviles, en silencio.

—Y pase lo que pase —termina diciendo Dan—, tenemos que continuar, encontrar una esperanza, un motivo, una razón para seguir —me observa unos segundos, después se da la vuelta y continúa. No puedo quitarme sus palabras de la cabeza, las mismas palabras que me dio a entender la noche antes de que Cristina muriera. Su esperanza, su razón de seguir.

«Más de la mitad de las personas a este punto han perdido la esperanza, yo no, yo espero algún día ver lo mejor de lo que fue este mundo, y no la porquería que queda ahora».

—Una razón para morir —susurro recordando los pensamientos de aquella noche, después, continúo. Dejando atrás todo temor que tenía.

Avanzamos varias horas, hasta que encontramos un cartel que dice: "Resistencia militar, dos kilómetros"

A pesar de la corta distancia decidimos buscar un lugar para pasar la noche. Nos acomodamos en una pequeña habitación de un edificio, uno duerme, el otro vigila, las esferas han pasado más seguido que antes, exactamente cada cuarenta minutos, según la cuenta que ha hecho Dan con mi reloj, el cual he decidido que lo conserve a pesar del significado que tiene para mí, después de todo, ya no va a hacer falta aferrarse a recuerdos cuando voy a tener la realidad.

El temor y las ansias me dificultan dormir y para cuando Dan me despierta yo apenas he tenido minutos de descanso, pero a pesar de eso, no tengo sueño. Vigilo unas cuantas horas, hasta que Dan se despierta sin necesidad de que lo llame. Nos preparamos y emprendemos el último tramo que nos queda para llegar al lugar al que hemos intentado llegar desde hace varios meses.

La travesía por fin llega a su fin.

«Ya estoy aquí Sara»

Salimos a las calles, rodeadas por altos edificios, o los escombros de algunos edificios, con la maleza creciendo por las paredes, por el piso, avanzamos entre el mar infinito de autos, mientras más cerca estamos, más difícil se vuelve avanzar, nos ocultamos cuando escuchamos el zumbido cercano de la esfera, después reanudamos el viaje. La espera se ha acabado, el esfuerzo será recompensado, comienzo a hacerme a la idea de cómo nos recibirán, puede que nos apunten a la mitad de la calle, después puede que comprueben nuestra sangre y nos tengan vigilados unas horas, hasta decidir qué hacer, no pueden tomarse nada a la ligera. Recuerdo el nombre del hermano de Cristina, ella le llamaba Eddy, pero era Eduardo. Intento recordar el apellido de Cristina, apuesto a que no hay un solo Eduardo, estoy seguro que alguna vez me lo dijo. ¿Miller? Me parece que sí, con eso será suficiente.

— ¡Mira! —grita Dan señalando a un enorme anuncio pintado en una lámina metálica sobre el camino.

"BIENVENIDOS A LA RESITENCIA MILITAR DE AMERICA, AQUÍ ENCONTRARA REFUGIO, RECURSOS Y LE ASEGURAMOS QUE SU SEGURIDAD ES LO PRIMORDIAL"

« ¿Dónde está el hospital? —Me pregunto mientras seguimos avanzando entre un camino con más escombros y concreto partido».

—Apuesto a que llego primero —exclama Dan mientras comienza a correr, intento detenerlo pero no funciona y le sigo el paso. El piso está cada vez más cuarteado y destruido, mientras comienza a inclinarse, y no encuentro señal alguna de alguien más, tal vez es una trampa.

— ¡Alto! —le grito a Daniel mientras gira la esquina y se detiene.

— ¿Llegamos? —pregunta inmóvil en aquella esquina. Llego a donde está.

—Sí, llegamos.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora