Capítulo 6

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Oscuridad. No hay más que oscuridad.

Pero más que la oscuridad del lugar, me hundo en la oscuridad del pozo. Del pozo en el que Daniel se ha caído. Del pozo en el que estamos hundidos. No logramos salir, desde el momento en el que entramos, nunca logramos salir. Creí que era Daniel el único que había caído, pero con él, me caí yo también. Intento convencerme de que no es así, pero solo me engaño. Daniel me importa lo suficiente como para nunca dejarlo, incluso si eso significa hundirme con él. Pero no pienso hundirme con él, pienso salir de esto con él.

Avanza rápido, con pasos pesados, sin apenas mirar atrás, guiado por su instinto en medio de la oscuridad, mientras yo lo sigo con pasos tranquilos, guiado con la luz de la linterna.

« ¿Y sí no te estaba mintiendo? ¿Y sí estaba diciendo la verdad? »

«No me puedo dar el lujo de creerle, no después de todo lo que ha pasado»

Llegamos a unas escaleras metálicas pegadas al muro, y arriba, la tapa de una coladera.

— ¿Por aquí? —me pregunta Dan, sin apenas mirarme, con tono frío.

—Con cuidado, te sigo.

Sube lentamente las escaleras y después intenta abrir la coladera, sin éxito.

—Está muy pesada.

Subo lentamente, y llego hasta el escalón en el que está, nos acomodamos para poder empujar la tapa los dos juntas, y después de mucho esfuerzo, la coladera cede. El primer rayo de luz nos ciega por unos segundos, golpea nuestra cara y nos llena de aire fresco. Terminamos de empujar con mucho esfuerzo la coladera y nos asomamos.

No hay nada más que algunos edificios con enormes hoyos en su superficie, y maleza creciendo en el piso, en las paredes de los edificios y filas largas de autos.

—Vamos —le digo a Daniel, mientras salgo con enorme dificultad, me tiro al piso y doy una enorme bocanada de aire fresco.

Dan sale después de mí, se tira al piso y se queda ahí por varios segundos.

Comienzo a reírme, la felicidad me invade, no solo logramos sobrevivir, si no que estamos cada vez más cerca de Sara. Tal vez solo avanzamos unos cuantos metros del hotel, pero la idea de estar con Sara me entusiasma.

«Voy por ti Sara»

—Hay que seguir, aún podemos avanzar bastante si nos apresuramos.

Le doy la mano para que se ponga de pie, pero la rechaza.

—Oye... —pienso lo que voy a decir, no quiero que siga molesto, quiero ayudarlo a superar todo esto, quiero hacerle saber que todavía podemos solucionarlo, juntos— de verdad quiero ayudarte, sé que puedo ser duro, pero sabes que es para ayudarte.

—Sí es lo que piensas está bien, pero así no lo veo yo— voltea a verme, con expresión dura.

— ¿Entonces cómo lo ves? —intento mantenerme tranquilo, sí no quiero que la situación se complique.

—Como que tú ya no confías en mí, como que me tratas mal desde que ocurrió lo de Erik, como que te he dejado de importar.

—Sí así fuera créeme que te hubiera dejado hace mucho, que hubiera dejada que te matarás cada vez que tenías una maldita navaja sobre tus brazos— me enfurecen sus palabras, me contengo para no explotar o para que no me lastime lo que dice—. Créeme que todavía me importas mucho, y lo que menos quiero es perderte.

— ¡Entonces demuéstralo y deja de portarte como un patán conmigo!

Nos quedamos inmóviles, de frente, viéndonos uno a otro. Me quito la mochila y comienzo a buscar dentro de ella. Saco su muñeco de cuerpo azul quemado y capa roja maltratada.

—Siento que las cosas se hayan dado así —le digo estirando el muñeco a sus manos—, de verdad lo siento.

Se queda observando al muñeco, con furia en sus ojos. Después suelta una pequeña risa para si mismo.

— ¿Es lo mejor que puedes decir? —Alza la mirada hacia mí, después sujeta el muñeco, lo observa por varios segundos y lo deja caer al piso— Ya no soy un niño.

—Dan...

— ¿Sabes? Lo único que puedo ver en ti ahora es a otro Javi.

Me quedo en silencio, contendiéndome la furia. Observo como avanza entre los autos y la maleza en el piso. Me agacho y recojo el muñeco, le quito la suciedad y decido guardarlo.

Avanzamos varias horas, varios kilómetros, entre las calles destruidas y la sombra de viejas casas, en silencio, sin apenas dirigirnos la palabra, hasta que llegamos a una colina desde la cual podemos observar unas calles más, y al final de todas las casa y calles esta la autopista que nos llevara a la siguiente ciudad, la ciudad de la resistencia.

—Será mejor quedarnos a dormir por aquí —le digo a Daniel, con la voz ronca, es la primera palabra que digo y hemos pasado horas caminando bajo el sol. Señalo una vieja casa verde, con las ventanas cubiertas y en buenas condiciones.

—De acuerdo.

Nos dirigimos a la puerta y la empujamos hasta que cede. Daniel entra primero, cuando estoy a punto de entrar, una sensación incomoda me invade. Recorro la calle con la vista pero no veo nada. Hace mucho que no tenía esa sensación, la sensación de que algo está mal.

«Instinto»

Entro a la casa. Daniel recorre las habitaciones, asegurando que nada está mal. Yo me quedo frente a una ventana, observando por un agujero en medio de las tablas de madera que la cubren. Me quedo en el lugar por varios minutos, hasta que me canso.

—Deberíamos dormir en la habitación de arriba, hay una ventana desde la cual se ve todo.

—Está bien —le contesto a Daniel.

Pongo un enorme mueble de la cocina sobre la puerta principal, y después pongo el refrigerador viejo sobre la puerta que lleva al patio trasero, en el cual hay dos columpios viejos. Subimos unas escaleras que chillan con cada paso que damos y llegamos a una habitación con una ventana en el fondo, tapada con algunas tablas de madera pero desde la cual podemos ver toda la calle.

—Yo hago la primera guardia —le digo a Dan sentándome en una vieja silla blanca frente a la ventana, mientras Dan se acuesta en la vieja cama de la habitación.

—Te tomo la palabra.

Nos quedamos en silencio por varios minutos, observo la calle vacía y tranquila, iluminada levemente por las estrellas y la luna blanca en el cielo nocturno.

— ¿Qué... crees que les haya sucedido a los niños que vivían aquí?

La pregunta me desconcierta.

— ¿A qué te refieres?

—Afuera había columpios, y esta es una habitación de niño, ¿qué les habrá ocurrido?

Volteo a verlo, está de espaldas, observando la pared.

—Es mejor no pensar en eso.

—Creo que... lo siento, lo que dije hoy... pero también sé que no te mentí.

—Está bien —le contesto sin ganas de seguir con el problema.

Solo escucho como se acomoda en la cama hasta que deja de hablar. Pasan las horas, o al menos eso creo. El sueño se vuelve mayor, me cuesta mantenerme despierto, y nada ocurre en la calle. De repente siento una mano sobre mi hombro.

—Es mi turno —dice Daniel, aún con sueño.

—Solo no hagas una tontería.

Me retiro y me acuesto en la cama.

«Confía más en él, es lo que necesita»

—Lo intentaré —escucho mientras me quedo dormido.

Unos ruidos son los que me despiertan. Los rayos del sol han comenzado a asomarse por los huecos de la madera, y puedo escuchar cosas arrastrándose y ruidos extraños, después, una puerta azotándose fuertemente. Me giro rápido y me pongo de pie, pero solo observo una habitación vacía.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora