VIII. Hombre roto

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Capítulo 22

Despierto con la luz del día.

La cama reconfortante, la almohada cómoda, las sabanas suaves y la luz del día entrando débilmente por la ventana. No hago ningún ruido, mucho menos me muevo. Permanezco inmóvil, observando a Dan, aún recostado sobre la cama, con el pelo revuelto, profundamente dormido y... ¿Roncando? No puedo evitar sonreír, sin embargo, la sonrisa se elimina rápidamente al recordar todo, sé que dije que lo dejaría atrás, pero eso no lo voy a lograr de la noche a la mañana. Aún me siento triste, aún me siento vacío, me siento roto.

Un hombre un poco viejo entra en la habitación abruptamente, rompiendo el silencio que había y al darse cuenta se queda de pie en la puerta.

—Lo... lamento, no quería despertarlos, pero era necesario.

Todos despiertan, el otro hombre sentado a un lado de una cama se incorpora rápidamente, mientras que el hombre que estaba en la cama después de él intenta sentarse, pero suelta un grito de dolor y el hombre que se puso de pie antes lo ayuda a acostarse nuevamente. Daniel tarda más en despertar, observa el lugar, observa a la nada por varios segundos, después se estira mientras bosteza y se pone de pie lentamente. Intento sentarme lo más que puedo, pero mi cabeza duele demasiado. Finalmente observo a Eddy, sigue recostado en su cama, con los ojos abiertos, pero no se mueve, solo hace expresiones de dolor.

Otro hombre entra detrás del que abrió la puerta, él es mucho más joven y trae consigo un maletín negro.

—Daniel, Caleb, tendrán que retirarse, revisaremos como están —dice el hombre viejo, lo reconozco, era el líder del grupo.

— ¿No podemos quedarnos? —pregunta Dan rápidamente.

—Pueden, pero hay muchas cosas que requieren de su ayuda —le contesta el hombre.

—Los cuidaremos bien Dan —añade el hombre joven en tono amigable, ¿Acaso se conocen?

—De acuerdo —contesta Dan. Caleb sale de la habitación y Dan lo comienza a seguir.

—Espera —detengo a Dan antes de que se vaya.

—No te preocupes, son amigos —dice Dan al pie de la puerta—, y no estaré lejos... o eso espero. Te veo al rato —después de eso Dan sale y el hombre joven cierra la puerta.

—Estas en buenas manos Evan —dice el líder mientras se sienta a un lado de mí, retira un pedazo de gasa médica de mi frente y me la cambia por una nueva—. Creo que no nos hemos presentado, o al menos no de la manera adecuada. Me puedes llamas Harry y él —dice señalando al hombre joven que está atendiendo al hombre que estaba con el sujeto que salió antes que Dan, ¿Caleb?—, él es Aarón, por aquí él y yo serán lo más cercano a un médico que conozcas, por supuesto el resto del grupo tiene un poco capacitación médica, pero nosotros tenemos un poco más...

— ¿Cuánto tiempo llevo aquí? —pregunto interrumpiéndolo bruscamente.

—Tranquilo, solo llevas unas horas, tomate esto —me dice dándome unas pastillas y un vaso de agua—. Hay muy pocos medicamentos que sirvan, así que considérate afortunado, te ayudará con el dolor.

Observo las pastillas por varios segundos, inseguro de todo.

—Tranquilo, si quisiera matarte...

—Ya lo hubieras hecho. He escuchado eso muchas veces —le contesto mientras tomo las pastillas.

—No más que varios, muchos, demasiados golpes, pero nada realimente grave, solo va a estar bastante adolorido por unos días —dice Aarón dejando atrás al hombre en la otra cama y avanzando a revisar a Eddy.

—De acuerdo, ¿Escuchaste Ethan? —pregunta Harry.

—Como no hacerlo —le contesta el hombre llamado Ethan, aún recostado en la cama—. Bueno, hay que ver el lado bueno: Días de descanso. Yei. Ahora... si no es mucha molestia... déjenme dormir un poco más —dice el hombre dándose la vuelta, hablando con expresiones de dolor y cubriéndose con la cobija.

—Nunca morirá ese sentido de humor —dice Harry riéndose.

—Se irá conmigo hasta la tumba —contesta de espaldas. Aarón y Harry ríen, pero no puedo evitar sentirme incómodo ante la situación, un sentimiento de no pertenecer aquí, de sentirme un completo extraño, y es una sensación rara, pero me alegra, hace mucho que no estaba con alguien más, esto me hace sentir normal, como en los viejos tiempos, como la vida solía ser. Me siento como el viejo Evan, el que apenas y tenía amigos, el que sentía que no pertenecía a ningún lugar.

— ¿Eddy? —pregunta Aarón del otro extremo de la habitación.

Harry atraviesa rápidamente el lugar hacia él, mientras me acomodo para poder ver mejor.

—Duele... demasiado —dice Eddy con dificultad.

—Tranquilo, es normal, recibiste un golpe fuerte en la espalda, pero no lo suficiente como para que sea algo grave, o eso espero, tendrás dolor por varios días, pero necesitas empezar a moverte y tendrás que tomar más medicamento para que te ayude con el dolor.

— ¿Cómo sabes que va a funcionar? —le pregunta Aarón a Harry.

—No lo sé. Es lo mejor que podemos hacer y solo nos queda esperar a que funcione.

—Pensé que habías dicho que eras doctor —los interrumpo del otro lado de la habitación.

—Dije que era lo más cercano a un doctor que conseguirías por aquí, y creo que eso es decir demasiado.

Aarón y Harry ayudan a sentar a Eddy, lo acomodan mientras él solo hace gestos de dolor.

—No es tan malo Eddy, no seas exagerado —le dice Aarón antes de salir de la habitación.

—No lo soy —le responde.

Ambos recogen sus cosas y salen de la habitación. Eddy queda frente a mí, a solo unos metros, ambos sentados sobre la cama, recargados sobre la pared, observándonos mutuamente, pero sin decir nada, hasta que decido romper el silencio diciendo lo más torpe que se me ocurre.

—Yo... lo siento —digo, como si eso fuera a arreglar el problema en el que estamos, como si eso fuera a quitarme la pena que siento al verlo y recordar a Cristina, y recordar como la defraude.

No contesta, me observa por varios segundos, con expresión dura y no puedo evitar sentirme terrible, al verlo viene a mi mente la imagen de Cristina, tantas cosas por las que pasamos juntos, tan importante que era ella para mí y lo que nos unió fue un objetivo común: encontrar a nuestra familia. Y yo casi mato lo que quedaba de su familia, ¿Cómo debería sentirme?

—Entiendo si no me perdonas, o si es que estas molesto conmigo, solo quería que supieras que lo lamento mucho, todo esto, lamento haber decepcionado a tu hermana, lamento haberte herido, lamento haber sido un cretino...

—Te perdono —me interrumpe antes de que continúe—. Sé que nadie hubiera querido que las cosas fueran así, pero estaré bien, así como tú lo estarás y lo que menos necesitamos en estos tiempos es que nuestros amigos se vuelvan enemigos, ¿No? —me habla en tono amigable, sin rencor, sin furia y finalmente me sonríe—. Te perdono.

No puedo evitar sentirme feliz, sonrió y me rio levemente, mientras a mi mente la imagen de Cristina vuelve, la recuerdo como solía ser, alguien feliz.

«Lo logre Cris, ¿Cómo no estas aquí para verlo tu misma? »

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La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora