VII. Déjala ir

1.3K 173 54
                                    

Capítulo 21

No tenía idea lo que era.

No tenía la menor idea sí era un sueño, un recuerdo o una realidad.

¿Cómo podía saberlo?

¿Y cómo podría saber aquel joven de doce años el destino que le deparaba?

Sentado sobre su cama estaba aquel niño de apenas doce años, cerca de los trece, con su traje que solía usar para fiestas y eventos importantes, con el traje que su madre amaba: "Te ves muy guapo con ese traje, corazón" esas eran las palabras que su madre solía decir para reconfortarlo y quitarle toda esa vergüenza que sentía encima al usar aquel traje negro. "No entiendo porque lo uso si no es un funeral", era la respuesta que él daba. Que irónica era la vida, ahora ocupaba ese traje para un funeral, para el funeral de su madre.

Tenía el pelo castaño mal acomodado, tenía mirada perdida y triste, no lloraba, se guardaba el dolor para sí mismo. Fuera de su habitación podía escuchar las voces en forma de susurros de todas las personas que había en la primer planta de su casa, de su familia, de sus amigos y los papás de sus amigos y de desconocidos, todos habían venido expresando tristeza por la perdida, pero él no era capaz de bajar, no toleraría ver a alguien expresando tristeza por la muerte de alguien que apenas conocían. Porque esa era la verdad, su madre no solía salir mucho, su madre solía dedicar su tiempo a sus hijos, por eso formaron un fuerte vínculo, por eso no podía hacerse a la idea de una vida sin ella.

Unos golpes sonaron levemente en la puerta, pero él no contesto, se quedó sentado en su cama, luchando por contener las lágrimas y por evitar los recuerdos, entonces, su padre entró.

—Evan, todos te están esperando —le dijo su padre desde la puerta, no intentaba consolarlo, no lo había intentado ni siquiera cuando su madre murió, y eso había ocurrido hace unas horas— ¿No pretendes contestar?

Evan se quedó en silencio, sin alzar la mirada, no quería confrontarlo, sabía que si volteaba a observarlo sentiría una gran furia y la necesidad de descargarla contra su padre.

— ¿Sabes? Eso lo puedo permitir de tu hermana de cuatro años, no de ti —le volvió a insistir su padre un poco molesto.

—Gran consuelo —respondió por fin Evan, con la voz ronca y en tono bajo—. ¿Por qué le hablaría a la persona que fue la culpable de la muerte de mi mamá?

— ¡No...! No digas estupideces —contestó su padre conteniendo la furia que aquel comentario le provocaba—. Ella es la que decidió irse... ella tomó esa decisión —dijo finalmente conteniendo las lágrimas.

— ¡Mentiroso! ¡Mentiroso! —Gritó Evan poniéndose de pie de un brinco, confrontando a su padre—. ¡Ella se fue por tu culpa!

— ¡Ella fue la que decidió dejarnos! ¡La que decidió dejarte!

Entonces, ambos se quedaron en silencio, únicamente se observaban a los ojos y era más que suficiente para expresar el odio y desprecio que Evan sentía por su padre. El silencio total invadió la casa y el rostro de su padre se tornó rojo de furia y de vergüenza, todos los habían escuchado. Se arregló levemente el traje y respiró profundamente varias veces.

—Yo la amaba —dijo volteándolo a ver una última vez después cerró la puerta al salir.

Evan se tiró contra su cama y se rompió a llorar. Se repetía a si mismo que no era cierto, nada era cierto, lloró desconsoladamente por horas, hasta que perdió la noción y el cansancio y el dolor lo hicieron caer dormido.

Despertó antes de que el sol se ocultara, el cielo comenzaba a pintar un naranja leve por el atardecer, y la casa comenzaba a recibir una luz amarilla que cegó su mirada por unos segundos. Estaba tirado en el piso, contra su cama, con el pelo aún desacomodado y el traje arrugado. Tardo varios minutos en ponerse de pie y darse cuenta que todo estaba en silencio. Salió de su habitación con pasos lentos y mirada cautelosa. Avanzó hasta las escaleras y se asomó para comprobar que ya todos se habían ido. Era de esperarse. Incluso su familia ponía pretextos para evitar reunirse en navidad o en sus cumpleaños, ¿Por qué se quedarían con personas que apenas conocían? Descendió lentamente las escaleras hasta llegar a la sala y encontrarse con su padre dormido sobre el sillón, con una botella completamente vacía de alcohol a su lado. No sabía qué hacer, no quería seguir deprimido, pero cada vez que la imagen de su madre cruzaba su mente, un dolor inmenso lo corrompía.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora