Capítulo 30

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«Instinto».

Una extraña sensación me acompaña desde el momento en el que cayó la noche, desde el momento en el que no vi a Daniel sobre su cama, desde el momento en que Caleb se percató de que Alan había desaparecido, todo, todo me provoca una sensación de peligro.

Temo que esta sensación indique algo malo, pero siempre ha sido así, lo que realmente temo es la gravedad de la situación y lo que pueda ser. Avanzamos corriendo entre las sombras de los viejos edificios y casas, el sol ha comenzado a alzarse en el horizonte, pintando de un tono rojizo el lugar. Voy detrás de Caleb y puedo escuchar su respiración agitada, por supuesto está aterrado, probablemente es una situación a la que nunca se habían enfrentado.

— ¡Caleb! —lo detengo antes de que siga, voltea a mirarme confuso.

—No tenemos tiempo que perder.

—Lo sé, pero si algo le ocurrió a Alan, ¿No crees que es una mala idea entrar por el lugar más común?, es decir, si llegamos por donde solía estar la resistencia puede que nos tiendan una trampa o algo parecido. Tenemos que llegar por atrás.

Me observa por varios segundos, está tan nervioso que no pensó las cosas antes, así que solo asiente y deja que vaya por delante.

Avanzamos más lento, observando la ciudad, hasta que Caleb, un poco más relajado, rompe el silencio.

—No te agrada, ¿cierto? Leah.

— ¿Por qué lo dices? —le pregunto un poco curioso e incómodo por la pregunta.

—Creo que no lo sabes disimular.

—Es solo que... —a mi mente viene el recuerdo de aquella noche, la noche en la que murió Tomás, aquella vez en la que confié en desconocidos y como terminó todo, la noche en la que me juré no volver a confiar en desconocidos—... me cuesta trabajo poder confiar en ella, es decir, ¿Cómo podemos saber si no es una sombra? ¿Cómo podemos saber si tiene buenas intenciones?

—Creo que ya no hay forma de saberlo. Es como si yo te digiera lo mismo, ¿Cómo hay forma de saber que Daniel y tú no son sombras? Mi punto es que ya no hay forma de saber lo que una persona es, no queda más que confiar.

— ¿Por qué salió todo esto? —le pregunto un poco serio, el recuerdo de la muerte de Tomás me pone triste.

—Porque creo que no deberías ser así con ella, se ve que le agrada a Daniel, y al resto del grupo, o al menos a unos, además, a estas alturas, si ella fuese una sombra, hubiera matado a Aarón cuando pudo, y al resto de nosotros. Lo que quiero decir es... mira, tenemos muchos problemas en este momento y lo que menos necesitamos son más de ellos. Creo que a pesar de lo que Leah hizo, bueno o malo, con eso nos demostró que no es una sombra.

—He vivido muy malas experiencias —el recuerdo de Tomás, el recuerdo de Cristina, el recuerdo de Richie, todos vienen a mi cabeza, temo que la historia se vuelva a repetir—, solo... haré lo mejor que pueda.

—Pues hazlo —me dice en tono suplicante—. Tu actitud, no solo con ella, está consiguiendo varios conflictos. Dudo que Harry lo tolere, y aún menos dudo que Harry vuelva a convencer a Will de quedarse callado, solo es un consejo.

Asiento ante las palabras de Caleb, me sorprende el esfuerzo que hace con tal de proteger a los suyos y para intentar mejorar las cosas. Por lo visto no es un hombre que prefiera pelear, prefiere dialogar, y eso me sorprende viniendo de una persona tan joven como él, el cual casi creció su vida entera rodeado de puro caos.

Llegamos al edificio donde suelen vigilar, llegamos por la parte trasera, por delante, están las ruinas de la resistencia. Entramos por una ventana y la primera planta está totalmente vacía, nada fuera de lo normal.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora