Capítulo 12

1.1K 156 26
                                    

—Entonces, ¿Cuánto falta? —Pregunta Daniel, a unos metros delante de mí, está parado sobre un auto viejo, avanzando con brincos entre un auto y otro.

—Si nos apresuramos, mañana en la tarde deberíamos llegar —le contesto despreocupado, asomándome en cada auto que hay a mi lado en busca de provisiones—. Deberías ayudarme buscando.

—De acuerdo —contesta mientras baja de un brinco y comienza a recorrer la autopista revisando cada auto en el camino—. ¿No estás emocionado? Es decir, ya solo faltan horas para que te reencuentres con tu hermana, al fin, después de tantos años.

—Supongo —le contesto un poco desanimado, aunque en mi interior la emoción me invade, el nerviosismo y pesimismo son superiores, ya no sé qué pensar o sentir al respecto.

El calor del día es cada vez más fuerte, a la distancia se puede observar la distorsión que el calor provoca, creando leves ondas invisibles que distorsionan el paisaje de edificios y casas cada vez más cercanas. El metal de los autos esta tan caliente que dificulta la tarea de acercarse a cada auto a revisar su interior.

—Hoy te ves mejor —le digo a Dan mientras saco dos botellas de agua de un auto compacto.

—Sí, creo que estoy mejor —me contesta un poco dudoso mientras se recarga en un enorme autobús, cubriéndose del sol con la sombre que genera.

—Eso es bueno.

Me acerco a él y le entrego una de las dos botellas de agua que encontré. El líquido está tan caliente que se vuelve desagradable probarlo. Solo damos un pequeño sorbo y guardamos la botella.

—Al fin llegaremos —añade Dan mientras nos quedamos a la sombra varios minutos— Suena loco, pero después de tanto se reencontrarán, la familia... —no completa la frase y voltea a verme curioso como si me preguntara algo.

— ¿Qué?

—La familia... ¿Cuál era el nombre de tu familia? Javi una vez me contó que todos tenían más nombres o algo así, y que servían para distinguir a las familias.

—Ja, si... Nuestro apellido era Bernard...

— ¡Eso! El apellido —dice mientras se ríe, y luego con gestos de ovación añade—. La familia Bernard se reencontrará.

No puedo evitar reírme ante los gestos del niño, y él también se ríe. ¿Será que Dan se está recuperando al fin? La idea me anima y me da más esperanzas.

—Ja, Bernard —repite en tono de burla— ¿Sabes? Tu apellido suena gracioso, como... muy elegante. Ahora te llamaré... señor Bernard —dice señalándome mientras se ríe a carcajadas— ¡Sí! Oye señor Bernard qué opinas de esto— continua diciendo en tono de burla mientras ambos reímos.

—No, no es gracioso, no suena bien, no se te ocurra usarlo —le digo intentando ser firme y contener las risas.

— ¿Por qué? Suena muy bien.

—No lo creo, ahora deberíamos continuar — le digo mientras comienzo a avanzar.

—Aguafiestas —me contesta desanimado detrás de mí.

Es entonces cuando lo escuchamos. Es como un zumbido lejano, pero que aumenta de intensidad cada vez más. Es como si el cielo se estuviera rompiendo. Es un sonido tan extraño, pero al mismo tiempo bastante familiar.

— ¿Es una esfera? —pregunta Daniel a mis espaldas, niego con la cabeza, no separo la mirada del cielo, sea lo que sea, no es de las sombras, es algo tan familiar que parece imposible—. ¿Un auto que vuela tal vez? —pregunta, su comentario se me hace tan patético, pero es lo que trae a mi mente los recuerdos, los recuerdos de mi antigua vida, los recuerdos de la normalidad.

—No es una esfera —le contesto— Es...

Entonces aparecen. Vuelan sobre nosotros, pero a varios cientos de metros para que nos distingan. Son dos, vuelan a gran velocidad, con una forma triangular. En el centro su forma cilíndrica, con sus alas a los lados.

« ¿Alguna vez volaste? En avión por supuesto ».

«No, mi padre casi nunca estaba con nosotros así que no teníamos vacaciones».

« ¿Y alguna vez viste uno? »

«Por supuesto, pasaban a diario, era parte de la normalidad de la vida — Y ahora han desaparecido, junto con la humanidad ».

« ¡Increíble!, espero algún día ver alguno».

«Solo en tu imaginación».

—Son aviones —le contesto a Dan, ambos miramos atónitos al cielos, observando como vuelan a gran velocidad.

—Creí que ya no existían.

—Yo también —le contesto desesperado—. Ayúdame, pueden ser de la resistencia —subimos a los autos y comenzamos a brincar, a gritar por ayuda, agitamos las manos y gritamos con toda la fuerza que podemos, pero los aviones no giran, siguen su camino. Avanzan en línea recta, a gran velocidad, avanzan directo al triángulo.

— ¿Qué ocurre? —pregunta Dan, mientras miramos desconcertados. Los aviones cada vez lucen más pequeños.

—No lo sé —a la distancia se observa como ambos dejan caer algo en forma de óvalos, que desde esta distancia luce diminuto, y esos pequeños óvalos alargados comienzan a avanzar directo al triangulo, mientras los aviones dan la vuelta.

— ¿Qué es eso?

—Nada bueno —le contesto, en mi interior comienza a surgir miedo, ya se lo que es, y no puede ser nada bueno—. Están comenzando una guerra, le están declarando la guerra a las sombras.

— ¡¿Qué?!

Entonces, el triángulo desaparece y se convierte en una nube naranja de llamas, segundos después, el lugar se llena del ruido atronador de una explosión.

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora