XIII. Lo que solíamos ser

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Capítulo 40

Despertó agotado y preocupado.

Realmente no había dormido más que unos minutos. ¿Cómo podría conciliar el sueño con aquel sentimiento que lo perseguía? Había pasado alrededor de un día desde que Evan, Ethan y Will se habían marchado, a pesar de eso, ellos seguían refugiados en la vieja casa a la que llegaron después del ataque de la resistencia.

Él esperaba que Leah fuera la primera en irse al ver que no avanzaban hacia el arca pero no fue así, ¿por qué se quedaría?

Su cabeza estaba llena de preguntas, de ideas y de sentimientos. Se imaginaba el viaje de ellos hasta la fortaleza. Se imaginaba como ellos llegaban y como fallaban hasta morir.

Se resignó a esa idea.

Después se imaginó su llegada y como por milagro divino lograban escapar sanos y salvos de ese lugar, todos juntos, todos alegres por la victoria conseguida.

Era demasiado bueno para ser real.

Se encontraba sentado sobre una vieja cama, pasando por sus manos un viejo collar, un amuleto para él, de forma rectangular y con un grabado pequeño: "Familia Miller". Ese amuleto era su pequeño secreto, del que nadie sabía. El que le daba las fuerzas para luchar, el valor y la valentía para hacer lo que sea que necesitará, la felicidad para sonreír cada día, el apoyo cuando las cosas salían mal. Ahora sonaba patético en su cabeza que cada noche le hablará a la foto que había en su interior y le relataba a cada miembro de aquella foto como había sido su día, como si de una cena familiar se tratase. Ahora no solo sonaba patético, sonaba triste. Abrió el amuleto para encontrarse con la foto de su familia e intentar así recuperar fuerzas. Observo la hermosa sonrisa de su madre, mientras el cabello castaño y chino caía sobre sus hombros. Era una mujer hermosa, tal vez la más hermosa que jamás vería. Después observo a su padre. Cabello corto y oscuro, tez morena clara, ojos grandes y una sonrisa leve, pero que era perfecta para retratar la alegría que sentía en aquel momento. Finalmente observo a su hermana y a él. Él solía ser de altura menor al promedio, hasta ahora seguía siendo un poco más bajo que el resto de sus compañeros, pero nunca le importo, se miró a sí mismo, con el pelo levemente chino y corto y con la sonrisa que lo solía caracterizar. Siempre sonreía, una sonrisa sincera, una sonrisa que contagiaba alegría, ¿Dónde había quedado aquel niño? Y su hermana, Cristina. Con el pelo castaño corto, con una sonrisa pequeña, solía ser tímida, pero honesta, valiente y atrevida. No era una persona perfecta, pero era lo mejor que él pudo tener. Ahora no tenía a ninguno de ellos. Solo quedaba él. El peor de todos.

« ¿Por qué tuve que ser yo el que sobreviviera? —Se preguntó a sí mismo una y otra vez y ahora esa pregunta tomaba más fuerza».

Cerró el amuleto y volvió a jugar con él en sus manos. Esa imagen solía ponerlo alegre. Ahora no podía ni siquiera sentirse bien consigo mismo. Solo tenía una sensación en particular. Una sensación que lo había estado persiguiendo por años y que creía que había superado pero ahora lo atormentaba con más fuerzas.

La misma sensación que tuvo al dejar morir a Sara. Al no hacer nada por salvarla. Culpa, odio, furia y tristeza, todas y más combinadas.

El dejo morir a Sara aquella vez y se prometió a sí mismo no dejar que algo así volviera a suceder. Y rompió su promesa.

Ahora había dejado ir a Evan, Ethan, Will, Daniel y Caleb. Todos ellos eran su familia ahora. Todos eran sus amigos. Y los dejo ir, cobardemente, sin decir nada, sabiendo que podían morir, no le importó por un momento y prefirió ser egoísta y quedarse. ¿Qué es lo que pensarían ellos de él ahora? ¿Qué pensaría Caleb, su mejor y verdadero amigo de él? Los decepcionó, los dejo ir. ¿Cómo iba a poder sentirse bien consigo mismo?

La última esperanza Parte 2: Resistencia (The last hope #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora