Treinta y tres

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Me quede congelada viendo al chico frente a mí. Y de inmediato pensé que de alguna manera, sabía que esto llegaría a pasar, ya que cuando acepte correr el riesgo de estar con Caleb, las advertencias venían a mí como el pan de cada día pero aun así no estaba preparada y tal vez nunca lo estaría.

A unos centímetros de mí, se encontraba Alexander Ugart. La persona a la cual Caleb odiaba más en todo el mundo. Mis manos temblaron, me había quedado totalmente paralizada viéndolo. Él tenía una sonrisa plasmada en su rostro el cual ocultaba un montón de cosas. Quería apartar la mirada pero estaba en shock.

-Ho,ho,la,hola-titubee nerviosamente.

Sonrío de nuevo-Vaya, veo que si tienes modales. Pero es una lástima, ya que no vine a hacer amigos-hablo, pero esta vez, su noto de voz no era nada amable como el anterior, si no que era amenazador e intimidante.

Tragué saliva fuertemente. Y lo observe por una vez más antes de actuar, sin pensarlo, me arrojé a él y pose mis manos sobre su rostro, un instinto de defensa había salido de mi haciendo que clavara mis dientes en la oreja derecha de el chico. Lo mordí fuertemente hasta que sentí la sangre colarse por mi boca. Alexander gimió adolorido al tiempo que guiaba la mano hacia su oído. Aproveche la situación para huir.

Corrí rápidamente hacia la pequeña mesa que se encontraba delante del sofá y tome el teléfono que se encontraba sobre esta. No visualice mientras marcaba, pero confiaba que los dígitos que había introducido me guiarían directamente con la voz de Caleb. Él contestó al tercer tono.

-¿Bueno?

-Caleb-dije lo bastante alarmada. Al escuchar su voz, no pude evitar desmoronarme y de inmediato sentí como las lágrimas caían-¡ES ALEXANDER! Vino por mi, él está aquí en casa tienes que...

-Novale no te entiendo-volvió a hablar-¿Qué pasa con Alexander? ¿Estás bien?

Pero antes de que pudiese responder, arroje el móvil al suelo dando un alarido puesto a que el otro chico ya se había reincorporado y se encontraba a unos pasos de mi.

-Eres una inútil-bramó frunciendo el ceño.

Lo observe un segundo. Luego volví a correr con la esperanza de poder llegar a un punto en el cual pudiese esconderme pero de repente escuche un ruido ensordecedor y caí al suelo. Sentí un escalofrío recorrer por todo mi cuerpo, y cuando gire la cabeza hacia atrás no pude evitar estremecerme. Tenía el tobillo totalmente ensangrentado. Él me había disparado.

-Pudimos haber hecho esto más fácil-dijo caminando hacia mi-Pero no, como siempre, las chicas joden todo yendo por el otro camino.

No respondí. Me encontraba en estado de shock tratando de asimilar todo lo que pasaba.

-Descuida-volvió a hablar y me enseñó su arma-son balas salvas, no vas a morir. Pero si fuera por mí, ya lo estarías-gruñó y llevo el dedo índice hacia su oído-Yo que tu pensaría dos veces antes de volver a hacerlo. A la otra no respondo por lo que te pase.

-¿Qué quieres?-gemí aún atónita observando cómo la sangre seguía saliendo de mi tobillo, pero sentí un alivio al ver que a a unos centímetros de este, en el suelo, se encontraba una pequeña bala ensangrentada también, por lo tanto entendí que no había sido un disparo como tal. Si no, un roze.

Alexander me observó. Y pasando por alto mi pregunta, salió de la cocina donde nos encontrábamos. Observe a todos lados ¿A dónde se dirigía? Rápidamente intente incorporarme pero el dolor que sentía era casi insoportable por lo que no hice más que arrastrarme dejando una marca de sangre por donde pasaba. Una vez cerca de el taburete, logre afincarme a el. Hice una mueca mientras me aferraba al mismo con la esperanza de poder levantarme pero no obstante, solo pude arquear un poco el cuerpo. Una vez más, intente incorporarme y luego de varios intentos fallidos logre apoyarme sobre el pie sano. Tome un pequeño cuchillo que se encontraba encima de el taburete y cuando sentí varios pasos aproximarse de nuevo a la cocina me deje caer al suelo.

E D U N| TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora