Treinta y ocho

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Habían pasado tres días en los cuales no había visto a Charlie; mi padre. Había tenido que decirle que el motivo de mi ausencia en casa, era solo por qué quería tomarme un tiempo para mí antes de la graduación para así pensar un poco más en mi futuro o en lo que haría a continuación. También le había dicho que la sangre que se encontraba en el suelo de la cocina era de un pequeño corte que me hice en la mano picando algo de fruta ya que estaba segura de que las palabras "Papa, me dispararon pero estoy completamente bien, lo juro" solo servirían para que mandara un par de unidades en mi búsqueda. Al principio, él no pareció creer toda la historia, pero había terminado accediendo vagamente. aunque de igual manera, se la mantenía llamándome y mensajeandome por lo que a menudo tenía que decir más y más mentiras pero, estas ya habían dejado de afectarme.

En estos tres días, todo había estado tan en calma con respecto a lo de Dmitry que me resultaba satisfactorio. Aunque Caleb, al contrario, parecía preocupado con el silencio de este por lo cual mantenía un ojo puesto en sus hombres y otro en los de Pacífico para intentar descifrar sus movimientos pero ninguno de ellos daban algún tipo de y señal. Aún así nada de esto lo detenía para seguir haciendo de las suyas, por lo que el oír hablar a él y a los chicos constantemente de distintos tipos de drogas, armamentos, y personas de las cuales debía deshacerse era algo a lo cual me estaba acostumbrando, cosa se enserio me aterraba.
Con todo esto, había llegado a la conclusión de que la única razón por la cual no había terminado de enloquecer completamente era gracias a Jade, que a pesar de pertenecer a una banda de crimínales, seguía siendo tan maravillosa como antes. Ya que ella era quien se había encargado de seguir manteniendo mi lado adolescente en la tierra. Se la pasaba todo el día hablando de las nuevas bandas de moda, canciones que debería escuchar, y sobre todo, de nuestra graduación soñada. La cual, sería esta tarde por lo que ambas habíamos ido juntas al Mall la noche pasada para comprar unos vestidos para nosotras.

-Caleb, Joder, Déjame ayudarte-le gruñí al chico delante de mí tratando de anudar su corbata-si sigues moviéndote, juro que voy a ahorcarte con esta cosa.

Él sonrió y se arrimó-Si estas así de cerca-susurro en mis labios-no se me ocurre una mejor manera de morir.

Gire los ojos y me aleje. Rápidamente estire mi brazo para darle un golpe. Él volvió a reír.

-Primero-hablo levantando ambas cejas-Para anudar una corbata, debes aprender a hacerlo-Llevo ambas manos al objeto que es encontraba alrededor de su cuello y en un movimiento lo ato, dejando un lindo y perfecto nudo-Y segundo, luces perfecta, amor.

-Gracias-murmuré observando mi atuendo, llevaba conmigo un mini vestido color azul, era lindo pero también algo ajustado para mi gusto. Aún así no le di mucha importancia ya que gracias a la toga no muchas personas lo verían-tu también luces muy bien.

Y no era mentira, ya que el ver a Caleb, con traje y corbata, era en definitiva uno de esos pequeños placeres de la vida.

-Luzco mejor sin el-dijo acercándose para pegar sus labios a los míos, un segundos después se separó-me refería a cuando estoy desnudo.

-Había entendido-reí para volver a besarlo pero me detuve justo cuando sus ojos se encontraron con los míos. Estaban tristes y preocupados, llevaban así casi toda la mañana-Caleb...¿Esta todo bien?.

Negó varias veces rascando su nuca-Necesito hablar contigo.

-Bueno-fruncí los labios-Esas palabras y el día de la graduación no van muy bien tomados de las manos pero creo que podré soportarlo...-lo mire-ya dime

-No es tan fácil-hablo sentándose al borde de la cama.

-¿A que te refieres?-fruncí el ceño

E D U N| TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora