La Señora Malfoy y La Señora Tonsk

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Unos meses después de la batalla final, Narcisa Malfoy se sorprendió pensando en su hermana Andrómeda. El motivo por el cual le vino a la mente el tema de Andrómeda nunca le quedó del todo claro, pero desde ese momento no pudo dejar de reflexionar sobre su relación con ella, inexistente desde los años '70, cuando su hermana se casó con Ted Tonks, un mago hijo de muggles. La boda se había celebrado en secreto, pero fue registrada mágicamente en el Árbol Genealógico de la familia Black. Cuando Orión y Walburga Black advirtieron que el nombre de su sobrina Andrómeda se había unido al de un tal Ted Tonks, se produjo una crisis familiar que concluyó con la decisión de sus padres de desheredar a su segunda hija, de sus tíos de borrar su nombre y el de su flamante esposo del árbol y de todos los Black, a excepción de Sirius, la "oveja negra", de cortar cualquier contacto con Andrómeda.

Narcisa, la menor de las tres hermanas, recordaba la rabia y el desprecio de sus padres Cygnus y Druella, y de su terrible hermana Bellatrix. Ella misma, por su parte, no se sentía tan escandalizada, pero sabía que expresar cualquier clase de apoyo o incluso indiferencia hacia lo que había hecho Andrómeda la metería en graves problemas, por lo que fingió una indignación tan convincente que ella misma acabo por creérsela. Y durante años, ella había casi olvidado la existencia de su hermana.

En cualquier caso, el recuerdo de Andrómeda no dejó de acosar a Narcisa Malfoy. En la infancia, ellas habían tenido una relación muy íntima, contándose todos sus secretos y travesuras. Como generalmente ocurre, la entrada de "Dromeda" en la adolescencia la había distanciado de Narcisa, y esa distancia había permanecido. No es que Dromeda y Cissy se llevasen mal, pero cada una se ocupaba de sus asuntos y ya no compartían esa complicidad de la niñez. Después del matrimonio de Andrómeda con Ted Tonks, alejarse de ella fue para Narcisa tan fácil como cortar un hilo que ya estaba desgastado de por sí y que hubiese acabado rompiéndose por su cuenta.

Ahora, Narcisa pensaba en Andrómeda con nostalgia, pues nunca había tenido una confidente mejor que ella y nunca había necesitado una tanto como en ese momento. Ni su marido, destruido anímicamente por la caída de Voldemort y por haber traicionado a Rodolphus Lestrange, ni su hijo, aterrorizado por el recuerdo de las cosas que Voldemort le había hecho y le había obligado a hacer o presenciar, eran personas con quienes ella pudiese hablar de todo lo que había sucedido.

Narcisa decidió que haría un tímido intento por restablecer el contacto con su hermana. Después de escribir y desechar varios borradores, terminó mandándole una carta muy breve.

Andrómeda:

Seguramente te sorprenderá recibir noticias mías, dado que no me he comunicado contigo desde hace tanto tiempo. Te escribo porque quisiera volver a verte y tener una charla contigo. No sé qué más decirte, excepto que comprenderé si te niegas a tener cualquier trato conmigo.

Saludos,

Narcisa

No era la carta mejor redactada que ella hubiese escrito, pero era bastante clara. Después de leerla y releerla varias veces, la mandó a la casa de su hermana con su lechuza (los Malfoy eran lo bastante ricos como para tener cada uno su propia lechuza o búho, a diferencia de los Weasley).

Pocos días después le llegó una carta igualmente breve.

Narcisa:

Ven a mi casa mañana a las 18.

Saludos,

Andrómeda

Aliviada por no haber sido rechazada (su peor temor era que Andrómeda le mandase una Vociferadora), Narcisa se aprestó a visitar a su hermana.

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