Dos supervivientes

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[NOTA: No me odien.]

Aunque Rose Weasley hubiera preferido verse con su ex novio en el Caldero Chorreante o en algún local de Hogsmeade, comprendía el motivo por el cual el joven deseaba mantenerse alejado de la presencia de otros magos y brujas. Así que cuando Scorpius le respondió a su carta aceptando su pedido de encontrarse a tomar un café, pero solicitándole que fueran a un bar muggle, la chica accedió.

A Rose le faltaba poco para cumplir los treinta años, aunque no parecía tener mucho más de veinte. Se había convertido ya en una mujer bastante atractiva y segura de sí misma, pero no podía evitar sentirse nerviosa ante la perspectiva de ver de nuevo a su antigua pareja, con quien no se había puesto en contacto en mucho tiempo.

La llegada de Scorpius Malfoy se produjo dos o tres minutos después de la de ella. Rose no pudo evitar que le impresionase su aspecto. Scor parecía más duro, más masculino que en la adolescencia, cuando ellos habían iniciado tu tórrido romance. Había alcanzado ya su altura máxima, y llevaba el cabello tan largo como su difunto abuelo Lucius (pues no había heredado la calvicie de su padre). Su rostro estaba casi intacto, a excepción de una profunda cicatriz que atravesaba su frente.

-Hola, Rose -la saludó cortesmente-. ¿Hace mucho que me esperas? Hubiera venido antes, pero tuve un problemita con la red Flu.

-No te preocupes, yo acabo de llegar. ¿Nos sentamos?

Con muy buenos modales, Scorpius le apartó una silla antes de ocupar él la suya, y luego llamó al mozo. Tras pedir un té -para Scor- y un café con leche -para Rose-, los jovenes se quedaron envueltos en un tenso silencio.

-¿Cómo has estado? -preguntó Rose, intentando romper el hielo.

-Bien, supongo. Sigo durmiendo mal, por las pesadillas, pero trato de acostumbrarme.

-Deberías tomar poción para dormir sin soñar -dijo Rose, con un poquito de preocupación en la voz.

-Debería... Pero a veces siento que merezco dormir mal.

-No digas eso -lo reprendió Rose.

-¿Por qué no? -replicó Scorpius con amargura- ¿Crees que el insomnio es tan terrible como lo que les ha pasado a tantos de mis... ex compañeros de causa? En rigor, debería estar en Azkaban... o mirando crecer las flores desde abajo.

-Scorpius, ¿cómo puedes hablar así? Tú no eres un monstruo.

-No, soy uno de los que ayudó a un monstruo a llegar hasta donde llegó.

Rose estiró su mano por encima de la mesa y tomó con suavidad la de Scorpius.

-Yo jamás podría verte de esa manera, Scor -le dijo con ternura.

Scorpius eludió su mirada y dijo entre dientes.

-Quizá no, pero el resto de la comunidad mágica me ve así.

-No me importa el resto de la comunidad mágica. No me importa ahora y no me importó a los quince años, ¿recuerdas?

El muchacho alzó la mirada y sus ojos grises se encontraron con los azules de Rose, tan parecidos a los de su padre. De pronto sintió ganas de besarla, unas ganas tan intensas como las que lo habían asaltado tantos años atrás, en la biblioteca de Hogwarts. Sin embargo, pronto una imagen terrible lo asaltó, la de Ron Weasley mirándolo con el más puro de los odios y apuntándole con su varita... Scor apartó la vista de su ex novia, pero mantuvo la mano entrelazada con la de ella.

-¿Todavía quieres estar conmigo? -preguntó Scorpius tímidamente.

-Nunca dejé de quererlo. A pesar de lo de mi hermano, lo de mis padres, la guerra... A pesar de mi primo.

Harry Potter Y El Hacedor De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora