El Adios

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[NOTA: Este capítulo puede parecerles corto, pero se ajusta al mínimo de 1.200 palabras que me autoimpuse. También representa el final de una etapa y el comienzo de otra en la historia de nuestro querido Albus. He decidido que esta nueva parte del relato se llamará Los desvíos.]

Cuando Albus despertó, las dos únicas personas que estaban en aquel momento a su lado eran su madre y la señora Pomfrey. Ninguna de las dos quería tener que ocuparse de la desagradable tarea de explicarle lo que le había ocurrido, por lo que se apresuraron a llamar a Harry. El padre de Al le relató lo sucedido y sus consecuencias con calma, pero visiblemente nervioso.

-Quiero mi varita -fue lo primero que dijo Albus cuando Harry concluyó su historia.

-No creo que...

-Quiero mi varita -repitió, poniendo mayor enfasis en esas tres palabras. Con un suspiro, Harry se levantó de la silla y se dirigió al armario en el que habían guardado las ropas que Albus tenía puestas cuando tomó el Nullum Potens. En el bolsillo de sus jeans encontró la varita y se la llevó a su hijo. Albus la tomó con delicadeza, como si temiera romperla, y dijo suavemente:- Lumos.

No ocurrió nada.

Harry, Ginny y la señora Pomfrey tomaron aliento, como si temiesen que Al estallase en cólera. Sin embargo, el muchacho no pareció enfadarse. Miró la varita con tristeza por unos instantes y luego la depositó en la mesita de luz.

-¿Podrían recoger mis cosas? -dijo, dirigiéndose a sus padres.

-¿Tus cosas? -preguntó Ginny, sorprendida- ¿Para qué?

-Pues para irme de Hogwarts -dijo Albus tranquilamente-. Soy un squib. No puedo quedarme aquí.

-¡Pero hijo, ¿crees que van a echarte del castillo...?! -exclamó Harry.

-No, no van a hacerlo, eso lo tengo claro. Soy yo el que quiere irse. Este no es mi lugar.

-No tienes que hacerlo enseguida -insistió Harry-. Al menos tendrías que pasar la noche aquí, despedirte de tus amigos...

-Solo quiero intercambiar algunas palabras con Scorpius y marcharme -lo interrumpió Albus-. Reunan mis cosas y pídanle que venga a verme.

***

De muy mala gana, los padres de Albus obedecieron. Ginny y Harry bajaron a las mazmorras, recogieron todas las pertenencias de su hijo, las guardaron en el baúl y le indicaron a Scorpius que fuese a la enfermería a hablar con Al.

Scor sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas al ver a su amigo. Los tres días en coma lo habían dejado más pálido y demacrado que antes, pero eso no era lo terrible en su aspecto. Sus ojos y rostro mostraban una expresión indiferente, vencida, como si su luz se hubiera extinguido. Albus le devolvió el abrazo, pero no pareció conmoverse al ver a Scorpius.

-Quiero que le digas a los chicos que pueden escribirme todo lo que quieran, pero que preferiría que no me visitasen.

-¿Eso me incluye a mí? -preguntó Scorpius.

-Sí -respondió Albus con calma-. Ustedes son magos, yo soy un squib. No hay lugar para mí en sus vidas.

-¡No digas eso! -dijo Scor, pero Albus no le permitió continuar.

-Scor, las cosas son así. Los aprecio muchísimo a todos, pero no pertenezco a Hogwarts ni tampoco al mundo mágico en general. Estaré con mis padres por un tiempo, pero en cuanto pueda emanciparme me iré a vivir entre los muggles.

-¿Por qué nos haces esto? -preguntó Scorpius, por cuyas mejillas ahora corrían las lágrimas que había intentado reprimir. Albus clavó sus ojos verdes en los grises de su mejor amigo.

-No es porque no los quiera, si eso es lo que estás pensando. En realidad, es por todo lo contrario: los quiero demasiado, y si estuviera mucho tiempo con ustedes acabaría por resentirme ante el hecho de que yo he perdido los poderes que ustedes tienen. Créeme, conozco muy bien mi propio corazón -concluyó Albus con serenidad-. Solo quiero que me hagas un último favor: baja a la Cámara Secreta y dile a Godric que ya no tiene que servirme. Dile que es libre.

***

Al había recuperado la conciencia a las nueve y media de la mañana, aproximadamente. Como estaba decidido a abandonar el colegio discretamente, eligió esperar hasta las doce, cuando todos estarían almorzando, para irse.

Vestido con ropas muggles, el adolescente bajó por las escaleras hasta el vestíbulo, donde lo esperaban sus padres, sus hermanos James y Lily, su padrino Neville y la directora Crouch. Peeves, que andaba rondando por ahí, vio al joven Albus, comprendió que planeaba irse del castillo sin que nadie lo notase y consideró la posibilidad jugarle una broma similar a la que le había jugado a Dolores Umbridge en 1996, cuando ella también trató de irse de Hogwarts en secreto. No obstante, una sola mirada a la cara de Albus le basó para abandonar su plan. Había cosas más divertidas que atormentar a aquel chico.

-Albus -dijo Servilia cuando acabó de descender las escaleras-, no tienes idea de lo mucho que lamento verte partir de esta manera. Sé que tuvimos algunas diferencias en el pasado, pero siempre te consideré un alumno de gran talento.

-Gracias, profesora -replicó Albus apáticamente-. ¿Nos vamos?

Harry asintió y con un movimiento de varita hizo levitar el baúl de su hijo y salió del colegio junto a su esposa y a James. Lily y Neville abrazaron cariñosamente a Albus y Servilia le dio la mano, para luego retornar a su despacho. Al se disponía ya a seguir a sus padres al exterior del castillo cuando una voz conocida lo detuvo.

-¡Albus, espera!

Al se dio vuelta y vio con gran sorpresa a Valerie correr hacia él. Neville y Lily, piadosamente, no hicieron ninguna pregunta sino que se dirigieron al comedor, dándole privacidad a la pareja. Albus contempló a Valerie, tratando de retener esa imagen suya en su memoria.

-¿Vas a irte? -preguntó la joven, intentando mantener una expresión impasible.

-Sí. ¿Cómo lo supiste?

-Tu amigo Scorpius me lo dijo.

-¿Cómo se enteró de lo nuestro? -preguntó Al, sorprendido.

-Le bastó ver mi cara cuando te llevaron a la enfermería -replicó ella.

Los adolescentes se quedaron en silencio por un rato.

-¿Piensas volver?

-Nunca. A menos que recupere mis poderes y vuelva a ser un mago, y eso es imposible.

-¿Nos volveremos a ver? -preguntó Valerie, y Al notó que le temblaba el labio inferior.

-No lo sé -respondió el chico.

Valerie se acercó a él y pareció querer besarlo en los labios, pero reprimió ese impulso. Luego tomó la mano izquierda de Albus. Los jovenes permanecieron así, agarrados de la mano, durante lo que les pareció una eternidad. Finalmente, Al llevó la mano de su novia a la altura de su rostro y la besó dulcemente.

-Tengo la esperanza de que nos reencontremos algún día -añadió Albus mientras soltaba la mano de Valerie-. Es irracional, pero ¿cuándo la esperanza es racional? Entretanto, ¿podría pedirte algo?

-Lo que quieras.

-Haz las paces con tu hermano. No puedes odiarlo solamente por amar a alguien que a ti no te gusta.

Valerie no contestó, pero Albus ya la conocía lo suficientemente bien como para darse cuenta de que estaba dispuesta a hacer lo que él le pedía. El muchacho se dio vuelta bruscamente y salió de Hogwarts con paso decidido. Afuera lo esperaba uno de los carruajes tirados por thestrals de Hagrid, listo para llevarlo junto a sus padres fuera de los terrenos del colegio. Albus no quiso ver el castillo por última vez.

"Regresaré", pensó, mientras mantenía la vista al frente. "Aunque para eso tenga que nadar en un mar de sangre, volveré a ser un mago y retornaré a Hogwarts. Es mi derecho".

Harry Potter Y El Hacedor De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora