Tiresias (I)

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Albus se miró al espejo, y lo primero que vio no fueron sus ojos verdes sino unos ojos negros que conocía muy bien, y que no le pertenecían. Dos largas cortinas de cabello negro enmarcaban un rostro femenino que tampoco le pertenecía. No era suya esa nariz ligeramente respingona ni esa boca tan pequeña a comparación de sus ojos. Y ciertamente no era suya aquella expresión de terror que mostraba aquel rostro ajeno. No obstante, era Albus quien las poseía.

El chico atrapado en el cuerpo de Valerie Rosier comenzó a dar vueltas por el baño de las chicas de quinto, en un frenético intento de comprender qué podía haberle ocurrido. Lo primero que recordó fue la respiración que había escuchado la noche anterior, durante la cena. Alguien debía haberle echado algún hechizo o quizá alguna poción en la comida. Luego se acordó de una charla que había sostenido con Agamenón Lestrange un par de meses antes; en ella, Al había comentado que la poción más difícil de preparar debía ser el Felix Felicis, pero Agamenón lo desmintió, contándole que existía una poción todavía más complicada, el Filtro de Intercambio de Cuerpos. Albus no conseguía acordarse de cuál era su nombre en latín, pero sí recordaba que Agamenón le había dicho que si bien esa poción requería menos tiempo de fabricación que el Felix, hacía falta darle un cuidado muy meticuloso, revolviendola exactamente cada tres horas, casi como si fuera un ser vivo y cada revolvida fuese una ración de comida. Agamenón también le había contado cómo se debía utilizar el Filtro: primero había que darselo a una de las personas cuyo cuerpo quería intercambiar, y a partir de que esa persona consumía su dosis del Filtro, se contaba con quince o veinte minutos para que la otra persona tomase la suya; en caso de que no lo hiciera, la poción perdía sus poderes.

Según Agamenón, el Filtro tardaba unas seis horas en hacer efecto, y una vez que ello sucedía, debían pasar veinticuatro horas hasta que las dos personas afectadas recuperasen su cuerpo. Esto significaba que si le habían dado el Filtro durante la cena, alrededor de las nueve de la noche, debía haberse cambiado su cuerpo con Valerie Rosier a eso de las tres de la madrugada; y como ya eran las siete y cuarto de la mañana, eso significaba que tendría que estar en el cuerpo de Valerie durante casi veinte horas más.

¿Quién podía haberle hecho esto? Al solo conocía a tres personas lo bastante hábiles en pociones en todo el colegio que pudieran fabricar el Filtro de Intercambio de Cuerpos: Agamenón, el profesor Slughorn y su hermano James. Agamenón no tendría motivos para jugarle una broma como esa, sobre todo habiendo sido él mismo víctima de una broma similar. Slughorn también carecía de motivos para hacerle algo así. Solo James era capaz de hacer aquella poción y tenía un sentido del humor lo bastante retorcido como para considerar ese intercambio como algo gracioso. El único argumento a su favor que se le ocurrió fue que esa semana a él y no a James le tocaba usar la Capa de Invisibilidad, pero luego recordó que James estaba en séptimo y ya debía dominar el Encantamiento Desilusionador.

Una furia cada vez más intensa fue apoderándose de Albus, ante lo injusto e inesperado de aquella última jugarreta de su hermano. Y si bien en el 90% de los casos Al no hacía caso a sus impulsos, esa mañana el adolescente sencillamente estalló. Con un rugido de furia salió corriendo del baño, tomó la varita de Valerie, que descansaba en la mesa de luz de la chica, y salió del dormitorio, sin importarle el hecho de estar en camisón; a toda velocidad, cruzó la sala común, abrió la puerta, atravesó los oscuros corredores y llegó al vestíbulo, justo a tiempo de ver a James y sus amigos dirigiéndose al Gran Comedor.

-¡JAMES! -bramó con esa voz tan aguda a la que no podía acostumbrarse- ¡PEQUEÑA RATA TRAICIONERA, VEN AQUÍ!

Todos los chicos y chicas del vestíbulo lo miraron atónitos, pero a Albus no le importó. Lo único que quería era ver la reacción de su hermano, y efectivamente el muchacho de séptimo reaccionó, echandose a reír. Las carcajadas de James, incomprensibles para los demás, eran clarísimas para Albus: su hermano le había hecho beber la poción.

Harry Potter Y El Hacedor De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora