Godric

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Creo que he encontrado un buen lugar para que entrenemos -le dijo Scorpius a Albus al día siguiente, durante el almuerzo.

-¿En serio? ¿Dónde?

-Hay un viejo baño de niñas abandonado en el segundo piso. Parece que Myrtle la Llorona solía vivir allí hasta hace unos veinte años, cuando lo cerraron y la obligaron a mudarse. La puerta está cerrada mágicamente, pero creo que esa navaja tuya podría servirnos.

En el verano, Albus había recibido de su padre la vieja navaja abrepuertas de Sirius Black, destruida en el Departamento de Misterios. No había sido fácil, pero al cabo de varios experimentos había logrado repararla y dejarla como nueva. Ahora él la usaba bastante seguido, aunque no tanto como su hermano mayor James.

Esa misma tarde, tras las clases, Albus y Scorpius se escabulleron de la sala común de Slytherin escondidos bajo la Capa de Invisibilidad. La cerradura del baño abandonado no era tan potente como la de la habitación en donde se estudiaba el Amor, en el Departamento de Misterios, así que la navaja de Black -como la llamaba Albus en su fuero íntimo- salió indemne. El baño estaba iluminado por la mortecina luz del atardecer, por lo que aquel primer entrenamiento sería bastante corto (dado que no dispondrían de luz natural y no podrían encender las artificiales por miedo a alertar a Filch).

-¿Qué crees que deberíamos practicar? -dijo Scorpius.

-No lo sé. ¿Hay algún hechizo que conozcas y que no nos hayan enseñado en clase?

-Bueno, está el Tarantallegra. Hace que las piernas de uno se pongan a bailar sin parar. Es muy cómico, pero supongo que podría ser útil en combate. ¿Quieres practicarlo conmigo?

-Espera, espera. ¿Sabes cómo detenerlo? Porque no quiero arriesgarme a tenerte bailando por todo este baño en el cual no deberíamos estar.

-Un simple Finite basta, no te preocupes.

-¿Seguro?

-Absolutamente.

-De acuerdo. ¡Tarantallegra!

Scorpius cayó al suelo enseguida, mientras sus piernas se sacudían convulsivamente. Como él había dicho, era muy gracioso de presenciar -aunque no mucho de padecer, pensó Albus-, y estuvo un buen rato sacudiéndose de la risa hasta que Scorpius le pidió que lo terminase, no por la humillación sino porque sus pies lo habían acercado a los inodoros y temía acabar golpeándose la cabeza.

Una vez finalizado, Albus ayudó a Scorpius, cuyas piernas estaban exhaustas, a incorporarse.

-¿Hay algo más que podamos probar ahora? Tenemos tiempo justo para otro hechizo y luego deberemos volver a la sala común.

-Hay un hechizo que leí en uno de los libros de mi abuelo... -dijo Scorpius, un poco dubitativo- Tiene sus riesgos, y de hecho creo que es calificado como magia oscura...

-¿Cómo se llama?

Serpensortia. Sirve para crear o hacer aparecer una serpiente de la punta de la varita. Pero no es absolutamente seguro. Si bien la serpiente, por algún motivo, no ataca al mago que la hizo aparecer, tampoco ataca necesariamente a su enemigo, ha habido casos en que o se ha negado a pelear y ha escapado o que ha atacado a quien no debía.

-Mmmm. Antes la idea de usar serpientes como arma no me gustaba, pero enfrentarme a Valerie Rosier no es precisamente algo en lo cual uno pueda tener muchos escrúpulos. Además, si sé hablar pársel podré controlar a mi serpiente de alguna manera.

-¿Y si sale mal?

-Bueno, romperermos algo ruidoso en el baño para atraer a algún profesor y escaparemos... dejando a la serpiente encerrada, por supuesto.

-Está bien, si te atreves...

Albus levantó su varita, mientras que Scorpius se colocó detrás de él. Después de vacilar unos instantes, el chico dijo:

Serpensortia.

Algo negro e informe comenzó a brotar de la punta de su varita. El muchacho tardó un par de segundos en reconocer el hocico y los orificios nasales del reptil. Poco a poco, la cabeza fue apareciendo y luego el cuerpo, que se deslizó fuera de la varita con más facilidad. Finalmente su cola salió de la varita, liberando completamente al animal. Éste se volvió hacia los chicos.

Saludos, amo. Estoy a vuestras órdenes. Vos me habéis creado y podéis ordenarme lo que queráis -dijo en su extraña lengua.

Está bien -atinó a responder Albus.

¿Habláis la Alta Lengua? -preguntó con admiración la serpiente.

¿El pársel? Sí

-Entonces podréis ser mi verdadero amo. Las serpientes creadas con magia somos esclavas de nuestro creador, pero si éste no nos da ordenes en nuestra lengua, nuestro deber se limita a no atacarlo. Pero vos sí podéis darme ordenes en mi lengua. ¿Qué deseáis que haga?

Sorprendido, Albus no supo qué contestar al principio. Por último dijo:

-Nada por ahora. Ve al Bosque Prohibido y quédate allí. No ataques a ningún humano. Si te necesito, iré al huerto cerca de la cabaña de Hagrid, el guardabosques.

-Os obedeceré, amo.

Albus luego recordó algo que su padre le había contado años atrás.

-Te aconsejo que salgas del castillo usando las cañerías. Si fuese un mago más poderoso te cubriría con un Encantamiento Desilusionador y te acompañaría hasta el Bosque, para luego quitártelo allí, pero no puedo.

-Muchas gracias, amo, pero las cañerías serán suficientes. Os dejo.

La serpiente se deslizó hacia uno de los inodoros, pero al cabo de un momento se detuvo, sacando y metiendo la lengua rápida y frecuentemente.

-Un Rey ha estado aquí.

¿Qué quieres decir?

-Un Rey de las Serpientes ha estado en este baño, hace mucho tiempo. Puedo sentir su olor con mi lengua.

-¿Te refieres... te refieres a un basilisco?

-Sí, amo. Su olor es muy tenue para los humanos, pero es fuertísimo para nosotras, las serpientes. Ha estado aquí, hace mucho tiempo.

Albus se quedó en silencio, mientras sus engranajes mentales funcionaban a toda máquina. Por último dijo:

-Muchas, muchas gracias por esa información. Me gustará tenerte a mi servicio. ¿Cómo te llamas?

-No tengo nombre, amo. Si deseáis darme uno, lo aceptaré encantada.

-¿Qué te parece si te llamo Godric? -preguntó Albus, sonriendo irónicamente.

-Pues a partir de ahora me conocerán como Godric.

-Bueno, puedes irte.

-Adios, amo.

Godric continuó su camino hacia el inodoro y al cabo de un rato hubo desaparecido. Albus estaba mirando su propio reflejo, perdido en sus pensamientos, hasta que Scorpius, de quien se había olvidado por completo, le tocó el hombro.

-¿Qué es lo que acaba de suceder?

-¡Ah, Scor, perdóname! La serpiente acaba de convertirse en mi esclava personal, la he bautizado Godric, y acaba de pasarme un dato extraordinariamente interesante. Este baño es la entrada a la Cámara Secreta de Salazar Slytherin. Me parece que has encontrado un lugar para entrenar mucho mejor de lo que imaginábamos.

Harry Potter Y El Hacedor De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora