EL otro Pensadero II

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Harry vertió el contenido del frasco en el Pensadero y, cuando se hubo asentado, acercó su rostro a la superficie del líquido. No tardó en ser absorbido por él, y al cabo de unos pocos segundos, entró al recuerdo de Albus Dumbledore. La habitación en la que Harry apareció no podía ser más diferente que aquella choza ática. Se trataba de una estancia bastante oscura aunque iluminada por la luz solar que entraba por las ventanas. Había muchas personas de pie en ella, todos ellos magos y brujas a juzgar por la mala elección de su atuendo muggle. No obstante, todos estaban vestidos de negro y hablaban entre sí en voz baja y con expresión muy seria.Harry se movió a través del gentío y vio que había un lugar en donde este parecía agolparse. Aprovechando su incorporeidad, el chico se acercó y advirtió que los magos y brujas estaban rodeando a un ataúd y a dos adolescentes.

No le fue difícil reconocer en el más alto al propio Dumbledore, pues ya lo había visto a esa edad en una de las fotografías de Vida y mentiras de Albus Dumbledore. Ya había comenzado a dejarse crecer el cabello y la barba, pero su expresión no podía ser más distinta que en aquella fotografía, donde aparecía feliz y relajado. El rostro de Dumbledore tenía la expresión solemne que Harry había visto tantas veces, pero había un poco menos de dureza en su mirada. Era él quien recibía la mayoría de los pésames de la gente, y los respondía con amabilidad pero sin perder la seriedad en ningún momento.

El otro adolescente, de unos catorce años, era más bajo y fornido que Dumbledore, y tenía cabello rubio en vez de caoba. Aberforth Dumbledore estaba claramente incómodo en aquella situación y contestaba a los pésames que le daban los visitantes con sequedad. Al cabo de unos minutos de saludar a los asistentes al funeral, Aberforth le susurró algo a su hermano, y éste asintió con la cabeza. Entonces, ambos salieron de la sala, y Harry los siguió.

Una vez que estuvieron a solas en un pequeño pasillo, Aberforth se dirigió a Albus.

-¿Por qué no han venido los abuelos?

Dumbledore alzó las cejas y miró a su hermano menor en forma penetrante. A continuación, apuntó su varita hacia la puerta cerrada detrás de la cual estaban los deudos y dijo "Muffliato". Con el encantamiento silenciador conjurado, Albus se volvió hacia su hermano y le dijo:

-No van a venir, Aberforth. Los borré la memoria y les implanté nuevos recuerdos. Ya no saben nada sobre nuestra madre o nosotros.

-¡¿QUÉ?! ¡¿Qué diablos has hecho?! ¡¿Cómo pudiste...?!

-Aberforth, quiero que guardes silencio y me escuches. ¿Acaso crees que sería bueno para ellos enterarse de la verdad? ¿Que su nieta está loca y asesinó a su hija? Ya les dolió muchísimo enterarse lo que pasó con nuestro padre, pero enterarse de lo de nuestra madre y Ariana los mataría. Es mejor que olviden nuestra existencia.

-No tenías derecho, Albus. ¡Son nuestros abuelos!

-Son muggles. No podrían entenderlo, no serían capaces. Sólo tú y yo podemos hacernos cargo de Ariana ahora.

-Mamá jamás habría permitido...

-Olvidas que fue ella misma la que les prohibió ver a Ariana. No creo que ella hubiese querido que ellos se enterasen jamás de lo que le pasa. Es lo mejor, Aberforth. Te guste o no, yo soy el jefe de esta familia, y debo velar por tu bienestar y el de nuestra hermana.

-Eres un desalmado, Albus.

-Si crees que no me dolió tener que despedirme de ellos, te equivocas. Pero al fin y al cabo, apenas los veíamos desde que pasó lo de Ariana. Y ya son muy viejos, dudo mucho que les queden muchos años de vida -razonó Dumbledore con tranquilidad.

Harry Potter Y El Hacedor De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora