Padres

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En el número doce de Grimmauld Place, las cartas procedentes de Hogwarts rara vez traían buenas noticias, especialmente desde que los tres hijos de Harry y Ginny Potter estaban en el colegio. Las autoridades de la escuela casi siempre se comunicaban con los Potter para informarles de la mala conducta de su hijo mayor James y su hija menor Lily, y del correspondiente castigo. Eran James y Lily los que en la inmensa mayoría de las ocasiones eran causantes del envío de las cartas, pero eso no significaba a ojos de sus padres que Albus, el hijo del medio, fuese el más inocente de los tres sino el más hábil para no ser atrapado.

No obstante, la carta que recibieron Ginny y Harry a fines de septiembre del 2019 fue una de las pocas excepciones.

Señor y señora Potter:

Se requiere su presencia en la dirección del colegio hoy a las 16:30, para discutir sanciones disciplinarias que deberán aplicarse a su hijo Albus por un incidente ocurrido esta mañana.

Atentamente

Servilia Anna Crouch

-¿Albus? ¿Van a sancionar a Albus? -preguntó Ginny, incrédula.

-No dirás que crees que nuestro hijo es un santo, ¿no, Ginny?

-Claro que no, pero me sorprende que lo hayan pescado in fraganti. Y que haya hecho algo tan grave como para que la profesora Crouch nos convoque. Generalmente solo nos dicen qué castigo les han dado. Ya sabes, "El profesor Tal le quitó cuarenta puntos a su Casa", o "La profesora Tal le dio tantos días de castigo". Jamás nos ofrecen discutir nada.

-Bueno, Ginny, supongo que solo podemos esperar hasta que sean las cuatro y media. ¿Falta mucho para el almuerzo?

***

Después de unas cuatro horas de espera, Harry y Ginny emplearon la Red Flu para viajar a la oficina de Servilia Crouch en Hogwarts. La directora no estaba presente, pero sí una mujer rubia, de unos treinta años, sentada en una de las sillas frente al escritorio. Harry notó que había varias sillas adicionales dispuestas en torno a donde se sentaría Crouch.

-Buenas tardes -la saludó Ginny-. Soy Ginny Potter y este es mi marido Harry. La directora nos invitó a una reunión aquí a esta hora. ¿Sabe usted algo de esto?

-No -dijo la mujer-. A mí también me invitaron a la reunión, pero la carta no explicaba nada sobre el incidente en que estuvo metido mi hijo.

-¿Y quién es su hijo?

-Agamenón Lestrange.

Ginny asintió cortesmente, pero le lanzó a la mujer una mirada de desconfianza antes de tomar asiento. Harry se acercó al retrato de Dumbledore y lo saludó.

-¿Albus, la profesora Crouch le ha dicho algo sobre mi hijo? -preguntó en voz baja.

-No, Harry -contestó con calma el retrato-. Sé que ha estado yendo y viniendo y mandando algunas cartas, pero nada más. Parece molesta.

-¿Sabes al menos quienes más están relacionados con esto? -dijo, señalando las sillas.

-No, pero me consta que mandó cinco cartas. Una debe haber sido para ustedes y la otra para la señora Asset -dijo, mientras hacía una levísima inclinación hacia la viuda de Rabastan Lestrange, que de todos modos no estaba mirándolos-, de modo que aún falta que vengan los padres de otros tres alumnos.

-Probablemente tus queridos Gryffindor hayan vuelto a causar problemas, Potter -intervino el retrato de Severus Snape maliciosamente-. No creo que debas preocuparte si tu hijo tiene algo que ver con esto, él es un Slytherin y sabrá salirse con la suya. Yo me preocuparía porque otro de tus retoños esté metido.

-Gracias por tu apoyo, Severus -dijo Harry alzando las cejas. En los últimos años había tenido muchos tratos con el cuadro de Snape y había aprendido que la mejor forma de lidiar con sus burlas era una distraida indiferencia.

-Severus, por favor -dijo el retrato de Minerva McGonagall-. Sabes que los Gryffindor nunca buscamos peleas.

-Pero nunca rehúyen a las peleas, ¿no? -replicó Snape con una sonrisa en la comisura de los labios.

-Claro que no, eso sería cobardía -dijo McGonagall.

-Pues ahí lo tienes. No obstante, debo decir que en los últimos años noto que las "virtudes" de la Casa de Gryffindor se han venido corrompiendo. Los Gryffindor se están volviendo...

Su frase fue cortada cuando de las llamas salieron Dennis Creevey y su esposa Parvati Patil. Su noviazgo había empezado en 1998 -desembocando en matrimonio cuatro años después-, y había sorprendido a muchos por la disparidad de edades que había entre ellos. No obstante, Parvati y Dennis eran una pareja muy unida, y habían tenido un hijo, Randy, en el 2006. Saludaron a los Potter y a Charlotte Asset y preguntaron por los motivos de la reunión, igualmente desconcertados. Más tarde apareció Jack Sloper. Parecía muy nervioso y a punto de estallar de cólera, preguntándose con indignación qué habría ocurrido con su hijo Sam, pero la presencia de Harry pareció calmarlo -o intimidarlo- un poco.

Los últimos en llegar fueron Seamus Finnigan, Dean Thomas y Lavender Brown, y Harry entendió que en realidad había habido no cinco sino seis estudiantes involucrados. La historia de aquel trío era extraordinaria, incluso para un ámbito tan fuera de lo ordinario como era el mundo mágico.

Seamus y Lavender habían empezado su noviazgo en 1997, después de que Lavender cortase con Ron. Dean, por su parte, se había puesto de novio con Luna Lovegood en 1998. En el 2001, Luna había abandonado a Dean por su colega y futuro esposo Rolf Scamander. Dean, deprimido por el hecho de que sus dos novias lo hubiesen dejado por otros hombres, había terminado cayendo en los brazos de su viejo amigo Seamus. Lavender descubrió su relación, pero sorprendentemente no se escandalizó. Finalmente, Seamus, Dean y Lavender habían acabado conviviendo en un amigable ménage à trois.

Y a fines del 2005 habían decidido fortalecer su triple vínculo teniendo hijos. Utilizando una magia avanzadísima, Lavender logró quedar embarazada de mellizos, uno de los cuales era hijo de Seamus y el otro, de Dean. Así, a principios de julio del 2006 Lavender había dado a luz a Eugene Finnigan y Henry Thomas (el trío recurrió a la convencional técnica muggle del análisis de ADN para determinar cuál de los mellizos era hijo de cuál padre).

Harry y todos los demás amigos del trío habían sido bastante comprensivos -salvo al principio Ron, a quien la situación de su ex novia incomodaba notoriamente-, y luego de muchas observaciones llegaron a la conclusión de que de hecho Dean, Seamus y Lavender eran mucho más felices así. Bien mirado, era un régimen doméstico casi idílico, pensaba Harry a veces: los padres superaban a los hijos en una proporción de tres contra dos.

***

La directora Crouch tardó unos quince minutos en llegar a su despacho. Se disculpó por el retraso.

-Tengo dos alumnas en la enfermería. Esto ha sido probablemente el altercado más desagradable con el que haya tenido que enfrentarme desde que me nombraron directora hace cinco años.

-¿Qué ocurrió? -preguntó Sloper.

-Un duelo en pleno vestíbulo. Es una suerte que los que participaron fuesen alumnos de tercero, porque si no podrían haber lanzado hechizos mucho peores.

-¿Quién lo inició? -preguntó Harry.

-Bueno, algunos podrían decir que fue su hijo, señor y señora Potter -dijo, mirando a Harry y Ginny-. Otros, que fue su hijo, señor Finnigan y señorita Brown -añadió, mirando a Seamus y Lavender-. E incluso algunos podrían decir que la causa fue su hijo, señora Asset -concluyó, posando la mirada en Charlotte, que pareció asustarse.

-¿Mi hijo está bien? -preguntó ansiosamente la madre de Agamenón.

-Sí, aunque ha pasado un muy mal rato. Supongo que lo mismo podría decirse sobre los otros.

Y así, mientras los nueve padres acercaban sus sillas al escritorio, Servilia Crouch se reclinó en su asiento y comenzó su relato.

Harry Potter Y El Hacedor De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora