El rey Carnero ha muerto tras una batalla contra los Búfalos, Rocallosa se encuentra sin un regente que proteja la nación de los Ovinos, quienes son famosos por sus poderosos cuernos y cráneos. El príncipe Cordero es demasiado joven para ser coronad...
Los Taurinos se encontraron de repente en un lugar cercano a Terrasol sin ningún daño a excepción de mareos. Les era muy confuso como luego de aquel rayo fueron arrastrados por una fuerza que provino del rey Cordero; deslumbró a todos con su poder.
— ¿Morimos? —preguntó Alexander aun tapándose los ojos esperando sentir algún dolor— ¿Qué sucedió? —descubrió sus ojos mirando hacia todas partes.
— Parece que el rey William nos empujó hasta aquí con su magia —comentó Andreas visualizando a su primo a la distancia montado en su Pegaso— Él no quería que la pelea con los Kudú continuara.
— Es increíble el gran poder que posee y ser testigo de él.
Thomas rascó con su pie derecho la cabeza de su dragón y éste comenzó a agitar todo su cuerpo con vigor obligando a los Carneros y Pegasos retirarse de su lomo volando, estaban siendo una molestia.
Una vez se deshizo de ellos comenzó a dirigirse hacia William, quería felicitarle por su hallazgo; él también estaba maravillado, se alegró de tenerle como un aliado y no como un enemigo porque el futuro de los Kudú no se miraba muy prometedor después de los errores de Georg. Al avanzar notó que algo malo le ocurría al rey Cordero, estaba apoyando su frente en su mano ocultando su rostro.
— ¿William? —no recibió respuesta. Veía que temblaba y su silencio le preocupaba— ¿Qué ocurre? ¿Está herido? Déjeme ayudarle —buscaba la manera de que le voltease a ver.
