XIV

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Zurich , Suiza

Lauren

-Ojitos bonitos - escuché susurrar a Ray en mi oído mientras besaba con suavidad el lóbulo de mi oreja, lo cuál hizo que me estremeciera y me levantara.

Al abrir mis ojos lo primero que pude ver fue a él con una sonrisa que podía llenar toda la habitación si quisiera, aún no se levantaba de la cama porque estaba exactamente como había quedado después de un par de horas en el balcón, sin camisa y con solo un pijama largo que cubría sus piernas. Su pecho fornido por todos los años que llevaba como soldado se mostraba sin más a mí y podía contar cada una de las cicatrices que él tenía como también podía describir a la perfección como las había obtenido ya que conocía cada parte de Ray como él también conocía sin dudar ni un segundo , cada parte de mí —Buenos días princesa —sonreí ante ello y como sus manos estaban abrazadas a mi cintura mientras él depositaba un cálido beso sobre mi mejilla haciendo que éstas se ruborizaran como la primera vez que habían sentido el primer tacto sensible de su parte.

Era increíble que mi cuerpo aún no se acostumbrara a sus caricias después de tanto tiempo , pero me gustaba que fuera así. Ray me acercó aún más a su lado, yo estaba solo con la ropa interior que él no se había atrevido a quitarme hace un par de horas, por esa razón es que podía sentir sus manos tan calientes y suaves sobre mi piel que aún estaba un poco fría por la entrada de a poco del invierno.

Buenos días —contesté sacando algunos mechones de mi cabello que caían en mi cara, alborotados e incontrolables como siempre.

Mi cabello era la fiel muestra de la noche que habíamos tenido y eso solo significaba que tendría que pasar varios minutos tratando de peinarlo y dejarlo decente pero realmente eso no me importaba en aquel momento, solo me importaba ver como esos ojos avellanas me veían con una incandescencia que solo yo podía producir en ellos. La mirada tierna de Ray me llegó hasta lo más profundo de mi ser, la forma en que él siempre me veía era maravillosa, siempre me veía con ese aire de chico enamorado que me había conquistado hace un par de años atrás, aunque discutiéramos ó yo estuviera enojada con él, Ray nunca dejaba de verme con aquella mirada que cualquier chica deseaba ver en la persona que amaba. Nunca pensé que sería tan afortunada de tener a alguien como él en mi vida —¿qué tal tu noche? —pregunté dándome vuelta y quedando frente a frente a su sonrisa.

Él besó mi frente y con delicadeza puso uno de sus brazos detrás de mi cabeza para acercar mi cabello a él y besarlo.

Siempre es la mejor contigo a mi lado—respondió con una sonrisa serena mientras enlazaba sus dedos con los míos —Espero que la tuya también haya sido buena — asentí sonriendo mientras trazaba círculos sobre su pecho, me gustaba hacer eso desde que lo conocía. Me hacía recordar a aquellas tardes en dónde nos podíamos quedar los dos tirados en el césped sin tener nada más que a nosotros mismos para entretenernos, eso y largas conversaciones sobre todo y a la vez sobre nada. Cerré los ojos recostándome en el pecho de Ray tratando de recordar aquel momento y envolverme en el olor de su perfume favorito el cuál adoraba por el simple hecho que era como un distintivo de él, podía reconocer su perfume a metros de distancia y siempre me sacaba una sonrisa ese pequeño detalle.

Por unos segundos mi mente no estaba en una cama de una gran habitación en Suiza sino que estaba en aquella noche sin estrellas dónde solo estaba la luna como testigo de la primera vez que Ray me hizo suya. Aún podía sentir en carne viva el leve escalofrío que sintió mi piel al ser rozada por primera vez por sus labios que parecían conocer a la perfección todo lo que se encontraba detrás de mi blusa celeste que llevaba aquella noche. Sus manos que aún no tenían la rigidez de los años de la guerra y su mirada como siempre serena y llena de júbilo, sus caricias que me parecieron bajadas del cielo se unían a la perfección en aquel momento como si fuera una pieza musical en construcción. Todas las sensaciones de aquel momento invadieron mi mente y sabía que una sonrisa gloriosa se mostraba en la realidad debido a ese gran momento que siempre sería uno de mis recuerdos más atesorados a pesar de que el tiempo se aprovechara de su poder de disiparlos , reconstruirlos ó hacer que los olvidara, yo estaba segura que aquello nunca saldría de mi mente ni en un milenio.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora