XXXIII

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Y después de más de treinta capítulos, al fin doy término a la primera parte de este fic *Se va a llorar* , a diferencia de la primera ésta es mucho más intensa y cruda así que si sufrieron con la primera van a morir en la segunda.
No obstante, lo interesante no es todo el dolor que se va a acumular desde aquí sino más bien en cómo todo comienza a tener vida y camren comienzan a aparecer.

Disfruten mientras puedan, aunque sinceramente lo dudo :D.

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Marzo 1944

Ruthenia, Hungría

Camila

Me encantas — me susurró Lev en el oído dejando un frío aliento que hizo estremecer cada poro de mi cuerpo, me encantaba cuándo hacía ese tipo de cosas sobre mi piel y aunque nunca llegaba a nada más que besos, cariños y palabras que no dañaban a nadie, la verdad es que me encantaba vivir aquello con él y estaba deseosa que la guerra terminara para finalmente comenzar a vivir mi vida con Lev como tanto lo deseábamos.

Sus manos comenzaron a acariciar con suavidad mis hombros mientras yo cerraba los ojos sintiendo la dulzura que invadía cada acción que realizaba en mi cuerpo, yo había dejado de tener control sobre cada centímetro de piel que me invadía porque todo mi ser reaccionaba solo ante su presencia.

Mi cuerpo se estremecía pidiéndolo a gritos y no me importaba aceptar aquel detalle porque yo era suya desde hace mucho tiempo como yo sabía a la perfección que él era mío por lo que durara nuestras cortas vidas humanas.

—Y tú a mí — respondí con dulzura mientras mis ojos buscaban su mirada, quizás lo que más amaba de él además de su corazón era como sus ojos azules eran como dos luceros centellantes en medio de la oscuridad. Desde que lo conocían se habían convertido en mi mejor brújula contra todo, se habían convertido en mi seguridad como a la vez se habían apoderado de mis más grandes sentimientos y emociones.

No sabía como un par de ojos podían causar aquel efecto pero en eso se resumía lo que sentía hacia su mirada fija tan llena de pensamientos y sabiduría que me empapaba todos los días con el sonido de su voz.

Tengo que irme Mila —me susurró al oído mordiendo levemente mi lóbulo, suspiré ante el destello de sensaciones que aquello me causaba y él sabía lo que era capaz de producir en mí, sin embargo, le encantaba utilizar sus armas contra mí y a mi me encantaba caer rendida ante ello —Masha me asesinará sino llego a unirme con los ingleses — me dijo acariciando mi cabello y yo asentí frustrada porque aquella reunión significaba que no podía verlo por dos semanas hasta que estuviéramos seguros de cuál sería el siguiente paso que debíamos dar.

La idea era tratar de llegar hasta Polonia como ataque hacia el orgullo alemán, sin embargo, aquella idea se estaba debilitando con el hecho de que aún era muy fuerte el apoyo que tenía Alemania en los países que se encontraban a sus alrededores y que decidieramos tomarnos Varsovia sonaba a una locura suicida que no podíamos realizar a la ligera, no obstante, estaba segura que a nadie le importaba realizar aquella locura si eso significaba acabar de una vez con la guerra—Te amo — aclaró besando mi mejilla mientras soltaba mi cuerpo de su abrazo y se levantaba de la cama, yo suspiré mirando al techo de la habitación.

Llevaba tanto tiempo sin conocer una habitación y lo que era dormir en una cama que se me hacía extraño envolverme en la suavidad de las sábanas blancas y tersas y de la comodidas de dormir en un colchón y no en una tienda.

Cerré los ojos tratando de que quedara impregnado en mis recuerdos esto, la magia que era compartir la misma habitación con alguien a quién amaba; lo poderoso que podía ser aquella escena arrebatadora dónde nuestros cuerpos podían fundirse en uno.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora