Septiembre de 1942, Leningrado
Camila
—Hace quince días que nos hicieron ir a la primera línea, a revelar —leí con inseguridad tratando de no equivocarme en las palabras que el nuevo libro de Lev me ponía en su primera página. Llevaba casi tres semanas desde que había aceptado ser su aprendiz.
A pesar de que Ally no aceptó aquella oferta y traté de convencerla de hacerlo, yo no pude rechazarla. Me sentía egoísta por ello pero en mi interior sabía que estaba haciendo lo correcto y que estaba harta de la rutina y de la vida que llevaba. Aunque aún sigo trabajando en las noches , ya no lo hago por necesidad sino más bien porque tampoco puede dejar a Ally sola después de toda la ayuda que me ha dado desde siempre.
Era mi forma de pagarle todos estos años ofreciéndome trabajo y algo de estabilidad pero también era mi paga por ser mi amiga a pesar de todo.
Ella no se mostraba segura frente a la maravillosa oferta, sin embargo, dejó en mis manos la opción de escoger y poder irme cuando quisiera, ella solo quería que yo fuese feliz.
Habían sido quizás las tres semanas más difíciles y emocionante que he tenido en los últimos tres años. Antes de la guerra solía leer en grandes cantidades, me encantaba como los autores lanzaban sus libros al mundo como si fueran estrellas fugaces en una noche oscura.
Cada palabra, cada línea cobraba vida en mi cabeza como si estuviese viviendo cada emoción y sentimiento que vivían los protagonistas. Cada autor me cautivaba haciéndome la constante pregunta de ¿cómo podían realizar el más hermoso espectáculo con solo un par de palabras, papel, tinta y tiempo.
Sin embargo, leer libros que jamás había escuchado en mi vida y de otras parte del mundo que narraban lugares que no me eran comunes, que contaban historias tan distintas a las que conocía, me hacían emocionar de una manera tan única e indescriptible que muchas veces he llegado a llorar por aquella sensación de que todo un mundo inhóspito sin conocer y tan grande existe más allá de esta ciudad que se parece al mismo infierno.
He llegado a llorar porque quiero ser capaz de conocer cada lugar que narran los libros de Lev, quiero ser capaz de oler la humedad y el aire que existe en los Alpes suizos donde sea que queden.
Quiero ser capaz de caminar por el arco del triunfo y ver como los tulipanes adornan aquellos molinos que hay en Ámsterdam.
Quiero ser capaz de algún día tener la oportunidad de conocer todas esas palabras que los autores han utilizado por siglos en sus libros. Sin embargo, en lo más recóndito de mi corazón, lo que quiero es sentir aquel sentimiento que autores ingleses, alemanes y de todas las nacionalidades han decidido escribir a montones.
Quiero ser capaz de sentir como un beso puede quitarte la respiración y llevarte al paraíso.
Quiero ser capaz de que una sonrisa pueda envolverme en un sinfín de emociones que jamás he sentido.
Quiero ser capaz de sentir amor.
Amor.
Suena tan estúpido cuando te lo repites varias veces antes de dormir, claro que he tenido amor en mi vida.
Todas las noches lo hago sin necesidad de palabras bonitas , tan sólo diez minutos con cada persona y el amor se reduce a cuánto alguien pueda pagar por mí. Al menos eso era lo que pensaba antes de que Lev entrara en mi vida, con él he comenzado a hacer que aquellas tontas fantasías de una chica ilusa volvieran, me ha hecho creer que puedo valer por lo que soy y no por lo que pueda ofrecer.
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De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)
Ficción históricaLa guerra es una palabra infaltable en cada conversación. El odio es lo único que le da sentido a la vida. El amor es sólo un recuerdo que de a poco ha sido aniquilado por los humanos o tal vez nunca existió.