Noviembre 1942
Zurich , Suiza
Lauren
Sonreí al volver a leer las últimas líneas de la primera carta que me llegaba de Ray en esta semana, hasta sus palabras estaban impregnadas de su esencia y eso me hacía feliz porque me hacían recordar al chico del cuál estaba enamorada y solo aumentaban mis ganas de verlo.
Él me había segurado que regresaría por dos semanas antes de navidad para así celebrar las festividades juntos, sin embargo, ya lo extrañaba lo suficiente como para querer que fuera diciembre de una vez por todas para verlo. Sus cartas eran más profundas de lo que eran sus llamadas ya que en sus cartas se encargaba de recordar momentos en dónde solo los dos habíamos sido testigos de cada escena que sus palabras trataban de relatar , mientras que sus llamadas diarias eran para saber como estaba y como me estaba adaptando a la vida en Zurich.
La verdad es que me encantaba la atención que él ponía en cada palabra que le contaba, me gustaba como a pesar de todo él seguía siendo atento en todos los sentidos y mostraba preocupación hasta en el más mínimo detalle que no fuera compatible con mi felicidad.
Ray era un hombre increíble que la guerra solo se había encargado de endurecer en una coraza de metal para no ser destruido, no obstante, a pesar del fuerte adoctrinamiento que sus ideas habían vivido a través de los años, él seguía siendo la misma persona humanitaria y amable de quién me enamoré.
—Te llegó una nueva carta de Ray — gritó Karlie con un movimiento tan rápido que fue capaz de quitar la carta de mis manos sin que pudiera reaccionar de alguna manera contra ello, fruncí el ceño ante la actitud tan infantil que a veces tomaba — Querido amor de mi vida — me sonrojé al escuchar en voz alta las palabras que él me dedicaba en las cartas — él nunca deja de ser un romántico —comentó entre risas mientras yo intentaba quitarle la carta.
—Karlie no seas tan infantil — sugerí tratando de alcanzarla pero el par de centímetros que me tenía de más la ayudaban para que yo no pudiera alcanzar la carta que tanto quería entre mis manos —Karlie— le grité mientras ella no dejaba de reír por la actitud que tomaba con ella.
Estuvimos un par de minutos luchando para tener la carta hasta que pude hacer que ella cayera en el pasto de su jardín y le arranqué finalmente de las manos la carta, ocultándola en el borde de mi falda mientras ella no dejaba de reír.
Lo irónico es que su risa era tan contagiosa que no tardé en acompañarla entre risas que se confundían con la suave brisa que el invierno nos estaba ofreciendo. Aún no había nieve, sin embargo, ya se podía sentir como esta estación frío tomaba vida y los árboles de hojas cafeces y naranjas habían dado paso a ramas sin hijas que se mostraban como una pintura de algún paisaje por la hermosura que mostraban a pesar de no estar cargado de sus típicas hojas.
En el norte se alzaba los alpes y la ciudad parecía tomar más vida en invierno que en las otras estaciones porque las noches parecían eternas en este lugar debido al gran bullicio y ánimo que las personas mostraban entre medio de las celebraciones que se realizaban para estas fechas.
Hace un par de días Karlie me invitó a una feria de un pueblo a las afueras de Zurich dónde estuvimos casi hasta el amanecer, llevaba mucho tiempo sin divertirme de esa forma y la diversión era parte de la presentación de aquella castaña ya que era capaz de destruir cualquier sentimiento que no estuviera relacionado con la felicidad y potenciaba a mil las sonrisas y las risas inconfundibles de diversión.
Eso era lo que más me gustaba de Karlie, qué a pesar de la guerra, su sonrisa no se borraba de su rostro y rara vez era el momento dónde mostraba seriedad ó preocupación.
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De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)
Fiksi SejarahLa guerra es una palabra infaltable en cada conversación. El odio es lo único que le da sentido a la vida. El amor es sólo un recuerdo que de a poco ha sido aniquilado por los humanos o tal vez nunca existió.