Camila
Mis dedos tamborileaban nerviosos frente a la mesa rota que nos distanciaba entre aquella castaña y su cuaderno y mi alma desesperada de que por fin dejara las cuentas, prestándome más atención de la que había puesto en toda la tarde. Sonreí al ver como alzó la mirada frunciendo el ceño al ver mi expectativa frente a su reacción hasta que suspiró y calmó el silencio que había entre ambas.
—Entonces —dijo algo insegura de lo que iba a decir —¿le devolverás el cuaderno? —me preguntó Ally tratando de encontrar sentido a lo que le decía, pero ni siquiera yo le encontraba el sentido a todo esto, aunque no podía mentir que aquella escena no había salido de mis pensamientos en ningún momento, era como si él y su sonrisa se hubieran apoderado de todos mis sentidos, recordándolo hasta en los momentos que no debía hacerlo.
—Sí —me limité a decir mientras veía como mi amiga castaña me ignoraba por unos minutos y terminaba de hacer las cuentas de este mes, yo simplemente suspiré tratando de encontrar alguna respuesta mental de lo que me estaba pasando porque no estaba actuando de ninguna manera lógica en los últimos días; aquel hombre me había dejado más que marcada con su voz y su mirada condescendiente como si fuera capaz de cambiar la guerra y el frío solo con un par de palabras que mostraban una delicadeza anormal.
Ally frunció el ceño al devolver la mirada hacia el cuaderno y no fueron necesario las palabras para que supiera de dónde nacía aquel gesto ya que sabía que significaba eso, significaba que las cuentas no calzaban y de seguro como siempre, salía más de lo que teníamos.
Aquello era un panorama tan normal desde hace tanto que creo que nos habíamos acostumbrado a sentir como las cuentas nos quitaban poco a poco la vida.
—Mila ¿te volviste loca? —dijo finalmente cerrando el cuaderno y prestándome la atención que yo quería desde un principio, noté como sus manos se movían nerviosas como siempre hacía cuando las cuentas no calzaban; conocía tan bien a Ally que me había aprendido de memoria cada uno de sus gestos y desde sus sonrisas hasta como fruncía el ceño eran gestos transparentes ante mi mirada atenta —¿crees que se va a acordar de un pedazo de papel? —respondió sin la más mínima emoción que había de mi parte, asentí al recordar cómo había tratado como si fuera un tesoro aquel viejo cuaderno de cuero; sonaba bastante extraño eso pero estaba segura de que ya lo estaba extrañando y que no había mentido en ni una de las palabras que nos habíamos dedicado, la mentira no parecía parte de ninguna de las letras que se habían mostrado aquella noche.
— Ally no es solo un pedazo de papel —la regañé sorprendiéndome de una manera que no esperaba, ya que yo en un principio también hubiera discriminado al cuaderno como un simple pedazo de papel, sin embargo, era imposible ocultar la magia que había detrás de él —es algo importante para él —mi amiga castaña se paró para guardar el cuaderno de las cuentas mientras yo esperaba algún tipo de aliento frente a mi locura, sin embargo, solo obtuve que apenas regresara, ella lo hiciera con un abrazo del cuál yo era su dueña. Adoraba como ella demostraba su cariño hacia mí cuando menos lo esperaba y como nunca dejaba de ser tan especial y reconfortante como si por unos segundos la guerra no existiera ni tampoco ninguno de los problemas que nos acechaban diariamente para poder sobrevivir.
— Bien, si tú lo dices —contestó con una sonrisa mientras ponía sus manos sobre las mías, a diferencia de las mías, las suyas siempre eran suaves y calientitas a ella le encantaba tener un cuidado personal en sus uñas y en esos pequeños detalles que a mi realmente no me importaban, a mí con suerte me importaba no morirme de hambre por el día.
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De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)
Ficción históricaLa guerra es una palabra infaltable en cada conversación. El odio es lo único que le da sentido a la vida. El amor es sólo un recuerdo que de a poco ha sido aniquilado por los humanos o tal vez nunca existió.