XV

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Principios de octubre, 1942

Vyazma, Frontera oriental de la unión soviética.

Camila

A pesar de que el invierno se estaba acercando a pasos agigantados según el calendario, la nieve aún no se hacía presente y ésta era reemplazada por largos temporales de lluvia que hacían que todo el camino se llenara de barros y restos que ayudaban a que fuera más difícil llegar hasta Vyazma; el cuál según Lev era nuestro destino final.

No tenía ni la más mínima idea de dónde quedaba este lugar, no obstante, Lev me había afirmado que ya había estado con anterioridad ahí y le parecía un lugar seguro para estar en el frente.

Según lo que me había comentado los últimos días, su estadía en el frente no había sido la más digna de recordar, lo cuál se notaba en el momento que no hablaba cosas que en su diario nombraba repetidas veces como el hecho de que tenían que dejar atrás a los enfermos, la falta de alimento y el constante temor a morir.

Lev solo hablaba de los lugares puntuales, de paisajes y cosas que había aprendido en los casi dos años dónde estuvo en el frente antes de llegar a Leningrado con la esperanza de que su experiencia militar fuera  suficiente para sacar a su familia y finalmente ponerlas en un lugar seguro del norte, no obstante, nada de eso le sirvió cuando finalmente dejó el campo de batalla, pudo regresar a su hogar y tuvo que golpearse con la realidad de que no existía ley ni orden en la ciudad, a menos que viniera de algún general alemán en Leningrado ó como el solía llamarle "el infierno".

Nos tomó casi dos semanas enteras poder llegar a Vyazma.

Dos semanas en dónde el único paisaje que se podía distinguir eran campos destruidos por la guerra, casas que apenas podían estar en pie y lodo por todas partes.

Lev me había comentado que él había estado en esta parte de la frontera cuándo los alemanes iban avanzando en algo que denominaron Unternehmen Barbarossa que si mi alemán no me fallaba significaba como operación Barbarroja ó algo así logré entender de toda su historia de como murieron casi todos sus compañeros de campaña debido a que los alemanes los superaban en número y porque dos de los cuatro agentes que tenían infiltrados entre el ejército alemán simplemente les revelaron su ubicación a cambio de su libertad cuándo capturaran a los prisioneros.

Al parecer eso era algo común en el frente, especialmente en esos meses tan tensos del año pasado dónde los alemanes casi llegan a la capital, pero fueron detenidos por el invierno que como le había sucedido a alguien que se llamaba Napoleón, hizo que todas sus estrategias se perdieran, porque como dice el dicho solo un ruso reconoce su invierno.

Lev no solía narrarme muchas historias de su experiencia en el frente antes de regresar a Leningrado, no obstante, siempre se limitaba a responderme lo necesario a mis preguntas y mantenerme al día con lo que sucedía en la guerra, porque parecía que yo siempre estaba perdida sin saber que sucedía a nuestro alrededor. A pesar de que la guerra la teníamos en cada calle de la ciudad, recién pude sentir que estaba en ella cuando llegamos a aquel lugar  que estaba a tan solo unos metros de un río que de a poco se estaba congelando y que desde que llegamos a ese cartel destruido donde en letras negras mostraba el nombre de la ciudad, supe que esto no se comparaba en nada a lo que había vivido antes.

¿Llegamos?—le susurré a Lev mientras trataba de ver algo más allá de caminos destruidos y soldados que se dirigían de un lugar para otro. Por la forma en que él frunció el ceño, supuse que él tampoco estaba muy seguro de si habíamos llegado al lugar dónde le habían informado que tenía que presentarse a más tardar el próximo jueves, por suerte, apenas era martes, por lo cuál nos daba dos días de ventaja si es que aquello no era Viezma ó como se llamara la ciudad.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora