XXVI

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Enero, 1943

Berlín

Lauren

Silencio.

Esa era la palabra que mejor podía definir la atmósfera ensordecedora que vivíamos Ray y yo mientras el mismo auto que nos había traído hacia Dresde nos devolvía a Berlín. Miles de emociones se desbordaban en cada uno de nuestros sentidos, no obstante, sabíamos que los comentarios sobre lo que había pasado aquel día tenían que ser reservados para cuándo estuviéramos completamente solos sin sentir el peligro de que las paredes pudieran escuchar ó hablar.

Cerré los ojos cansada mientras Ray me ofrecía su chaqueta negra para arroparme en el frío que estaba invadiendo de a poco el interior del auto, Berlín se sentía tan cercano y a la vez lejano pero sabía que estaba a solo unos minutos cuando ya podía sentir como mis dedos se congelaban a pesar de no estar desabrigada.

-Tranquila ojitos bonitos -me susurró al oído mientras insertaba un cálido beso entre mi cabello desordenado, sonreí ante aquella tímida muestra de cariño, definitivamente no podía dejar que mis sentidos se relajaran luego de estar toda la tarde junto a Sarah.

Ray se acomodó mejor en el asiento del auto mientras acercaba mi cuerpo hacia él para que me acostara a su lado, yo estaba tan cansada como para mostrar alguna queja ó algo para negarme a estar tan juntos que me limité a dejar que él hiciera lo que deseara, pude sentir su mano acariciar mi cabello y como con aquel gesto quería decirme que deseaba que le contara todo lo que había sucedido hace apenas unas horas atrás.

Sonreí ante la suave sensación de que mi alma por fin estaba en paz y algunas lágrimas de emoción salieron sin ninguna necesidad de ser explicadas, ver a Sarah ha sido uno de los mejores momentos de mi vida.

Verla feliz con esa sonrisa tan digna de ella, sana y con su fuerza contra la vida aún intacta, jamás me cansaría de recordar aquella imagen que me había dejado totalmente impresionada, a pesar de que la guerra le quitaba la inocencia a todos desde muy temprana edad, en ella aún se podía notar esa misma característica que había visto hace un año, aún seguía presente la esperanza de que todo cambiaría y que la guerra terminaría.

-Gracias -le dije mientras buscaba sus manos para besarlas, él me miró con una cálida sonrisa y asintió -Gracias por esto -cerré los ojos con una sonrisa en mis labios por la felicidad que me invadía en este mismo instante, parecía una escena perfecta de película de esas que no necesitan de las palabras para mostrar su magia porque todo lo que estaba a su alrededor hablaba por si sola.

-No hay de que Lauren -fue su respuesta mientras sacaba algunos mechones castaños que caían en mi rostro y alzaba mi barbilla -Por ti haría lo que fuera - por primera vez esas palabras no solo fueron eso sino que eran hechos comprobados, él realmente sería capaz de hacer cualquier cosa por mí y aunque Ray también había sentido una cercanía hacia Sarah, yo era consciente que jamás hubiera arriesgado tanto por una niña judía sino supiera cuánto yo la apreciaba y quería.

Suspiré mientras veía como la nieve caía en medio de la calle y cómo el vidrio se empañaba de esa fría neblina que empañaba los autos en esta época del año, seguramente pronto se convertiría en hielo y eso sería un problema pero a pesar del frío que se vivía afuera, aquí adentro se sentía como de a poco el calor comenzaba a tomar protagonismo por el simple hecho de tener a aquel castaño a mi lado cuidando mi espalda a cada momento.

-Te quiero - comenté mientras me acercaba a sus labios y lo besaba delicadamente por unos segundos mientras sentía como cada muro que había en nuestra relación era opacado por el amor que aún existía entre nosotros - ¿Podré saber de ti después de esto?-pregunté tímidamente porque ese era mi mayor miedo, jamás volver a saber de él y solo quedarme con los recuerdos que habíamos acumulado desde que nos conocíamos, Ray me miró con seriedad hasta que finalmente se doblegó y asintió.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora