Epílogo

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Bueno después de siglos desde que terminé con este fic, recién he podido llenarme de las ganas para poder reescribir al epílogo. No sé si es porque no puedo soltar esta historia ó es simplemente por el hecho de que siento que todas las historias necesitan un epílogo, sea cual sea la razón, aquí está después de semanas tratando de escoger las palabras correctas para presentarlo, porque la verdad es que éste no fue el final original del fic cuando lo empecé.

Quise darle un final feliz por el simple hecho de que no pensé que me enamoraría tanto de la relación Camren que nació en este fic y creo que necesitaban tener un final feliz después de todo <3 (tan masoquista no soy jjaja ). Así que eso, este es último disfruten mientras puedan del fic pero prometo no ser tan masoquista como suelo ser ó tal vez solo un poquito menos que todo lo que fui aquí.

En fin, saludos y lindo día.

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Berlín

Diciembre, 1957

Lauren

Un suspiro lleno de tantas emociones encontradas se encontró entre mis labios cuando comencé a repetir una y otra vez en mi cabeza la última canción que había tocado en esta ciudad.

Era tan extraño volver al lugar donde comenzó todo y ver como la guerra era solo un eco del pasado que todos querían olvidar, era solo una sombra oculta que nadie quería recordar porque todos sentían la culpa de haberse visto envueltos entre los dos grandes amores de la humanidad.

La hipocresía como siempre se tomó la vida de casi todas las personas que ahora nos rodeaban y se jactaban de que esos mismos que alguna vez habían despreciado, eran los mismos a los cuáles defendían y les daban derechos que antes se les había sido cruelmente arrebatados.

Mis dedos no dudaban de tocar las teclas con una furia incombatible por los recuerdos de un pasado que no estaba oculto como el de todos porque a diferencia de las personas que ahora estaban en paz con su alma por el simple hecho de que quitaron sin más su pasado y adquirieron esa sombra de mentiras tan común en los seres humanos donde creemos que si somos capaces de olvidar es suficiente para creer que nunca exisitó, sin embargo, ni Camila ni yo ni todas las personas que habíamos vivido en carne propia los peores deseos del ser humano; éramos capaces de aceptar ese bardeo de mentiras y vivir en ese cruel sueño donde nada había sucedido.

Porque esa sería una mentira hacia cada castigo que nuestro cuerpo sufrió por la simple diversión de personas que no tenían nada sobre sus pechos. Creer que nada había sucedido era decir que todas las muertes que presenciamos, que todas las personas que murieron en esos seis años de guerra no eran tan importantes como para siquiera ser parte de la historia que teníamos cada uno en nuestro interior.

Eso era lo más irónico de todo, el hecho de que no solo los enemigos eran amigos de quienes habían detestado sino que también, todas las personas que nos transformamos en solo números de un montón de seres sin ningún tipo de humanidad. Seguimos siendo números, pero ahora solo lo éramos en una estadística de guerra.

Sesenta millones de personas decía esa estadística, pero yo veía a las personas que murieron en nuestro vagón tratando de sobrevivir al hambre y a la sed que nos arrebataba el sentido de la humanidad. Yo veo en esos seis millones a todos los niños que fueron cruelmente asesinados y que aceptábamos que era lo mejor para ellos, en esos sesenta millones yo era capaz de ver los rostros demacrados de esas personas que intentaban que la vida siguiera presente en su vida.

Pero más doloroso que todos esos recuerdos, era que en esos sesenta millones veía a Dinah y la forma en como ella se había dedicado a repartir esperanza donde no debía existir. En esa estadística pude recordar el rostro lleno de amor y de dolor de aquella morena al ver como su vida se iba de sus manos y moría al igual que todo lo que se nos había presentado en aquella época.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora