XXV

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Mediados de febrero , 1943

Uman, Unión soviética

Camila

Sangre.

Mares infinitos de sangre que se mezclaban entre los cientos de cuerpos destrozados en medio de cada calle que invadía este pequeño pueblo, mis piernas temblaron ante aquella imagen y aunque deseaba cerrar los ojos ante el masacre que se teñía a mi vista; aquellas imágenes jamás saldrían de mi cabeza.

Aún en las noches puedo tener pesadillas frente aquella escena dónde se podía ver la degradación humana a niveles que nadie debía ver, eran cuerpos tras cuerpos llenos de sangre, algunos no tenían ciertos miembros y lo peor fue ver como decenas de mujeres habían sido desnudadas y apiladas en medio de la plaza principal mostrando signos de que habían sido utilizadas antes de que se les diera su último grito de muerte.

Todo está bien, Mila — me dijo alarmado Lev mientras sostenía mi mano al ver como mis ojos se abrían incomprensibles, todo había sido un sueño nuevamente.

Desde que habíamos continuado con nuestro recorrido hacia el este , las imágenes de aquel pueblo que había sido aniquilado hasta los últimos cimientos venían constantemente entre mis sueños y en cualquier momento que mi mente tenía espacio libre para aquellos pensamientos.

Mi respiración agitada demostraba el miedo frente a esa terrible experiencia, había sucedido hace dos semanas en un pueblo que estaba entre nuestro camino y que no era necesario pasar, no obstante, debido a la subida de los ríos por el ambiente caliente que de a poco estaba comenzando a azotar a estas zonas, se nos hizo necesario cruzar por aquel pueblo a pie y ver cada una de las muertes que habían sido realizadas unas horas antes de que nosotros apareciéramos, ya que la sangre aún seguía fresca en cada rincón y el aroma a muerte aún seguía presente.

Mi primer pensamiento frente aquel pueblo fue culpar a los alemanes de ello, eran las únicas personas que podían recurrir a ese tipo de frivolidad, sin embargo, Lev me aseguró de que no podían ser los alemanes porque ellos no se mataban entre sí.

Aquel pueblo era uno de los más apartados de Alemania y no era parte de ninguna de las razas inferiores como para haber sido asesinados por su misma raza, por primera vez los alemanes no tenían nada que ver en ello.

Habíamos sido nosotros mismos.

Un grupo rebelde había estado en aquel pueblo antes que nosotros y los había asesinado con el simple respaldo de que era un pueblo alemán y necesitaba ser erradicado, no había más razón con ello. Tragué saliva al recordar aquel momento dónde pude ver como el odio humano era lo más horrible que podía existir, ninguno de los dos lados de la guerra podía salvarse de todos los pecados a los cuáles se les acusaba porque ambos éramos iguales en proporciones y en maldad.

Nosotros éramos capaces de asesinar alemanes sin la menor angustia como los alemanes también eran capaces de asesinarnos a sangre fría, ese era el fin de aquel odio que todos vivíamos, no nos importaba de quién se trataba, nosotros solo veíamos nacionalidades y con eso ya era suficiente para emitir un juicio de quién debía morir ó quién debía vivir.

No teníamos gran diferencia con los alemanes porque ambos éramos impulsados por esa sed de venganza y el deseo de tener nuestras manos manchadas de sangre porque eso era la guerra, un constante río de muertes sin sentido y de sangre que muchas veces era la más inocente que se había visto alguna vez.

Solo fue un sueño cariño — me susurró a mi oído mientras me abrazaba hacia su cuerpo desnudo ya que el calor estaba comenzando a hacerse presente, un grito ahogado de dolor salió tras mí sintiendo como mis ojos eran ocultos a través de esas muertes inocentes y sin sentido — Todo estará bien — volvió a repetir mientras sotenía mi barbilla tratando de encontrar mi mirada que no estaba presente en esta tienda de campaña sino que estaba en aquel pueblo masacrado — yo estoy aquí , todo estará bien — dijo con un tono seguro mientras me abrazaba como si fuera lo más importante que tenía, suspiré tratando de calmarme hasta que aquellas imágenes dejaron de a poco de tener la importancia que habían tenido en mis ojos.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora