XX

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Lauren

Aquella noche perdimos a quince de nuestras compañeras de barracón entre ellas dos de las que compartíamos cama . No conocía mucho de ellas más allá que seguramente estaban en un lugar mejor que éste y que tuvimos que hacer una nueva fosa para poner sus cuerpos sin ningún tipo de rastro humano.

Aunque ninguna sabía la razón exacta de la muerte de cada una, las atribuimos por el hecho de que ayer la noche se presentó como una de las más frías que haya vivido en mi vida. El frío era capaz de traspasarte más allá de lo que tú creías posible y a pesar del hecho de estar tan apretadas en la cama al límite que no podías moverte libremente, este tipo de calor que irradiaban nuestros cuerpos eran incapaces de apalear las temperaturas que apenas estaban bajando y que no podía imaginar que sería de nosotras cuando el invierno alemán comenzara a buscar más muertes entre nosotras.

Cuando el típico llamado de todas las mañanas a revisión apareció antes de que siquiera pudiéramos ser conscientes de que era un nuevo día, yo estaba tan cansada que a pesar de escuchar a Camila exigirme que me levantara; no fui capaz de realizar aquella simple orden porque había deseado en medio de la noche que la esperanza ya no estaba habitando mi cuerpo.

Nueve días nos habían dado y aunque solo faltaban siete, yo ya había decidido que iba a morir en este lugar, no había querido decirle mi decisión a aquella chica de ojos castaños por el simple hecho de que no deseaba decepcionarla ante el hecho de que estaba siendo tan débil hasta para mi orgullo.

Levántate rata—escuché decir tan cerca mío que supuse que era para mí y lo confirmé cuando pude sentir una herida ardiente en mis piernas después de aquel grito, no obstante, el dolor de mi alma era aún más fuerte que los golpes físicos que nos ofrecían nuestros propios verdugos así que me limité a suspirar frente a ello hasta que pude escuchar nuevamente la voz de Camila tratando de lograr algún efecto contra mi cuerpo helado y cansado.

No por favor , ella se levantará —afirmó la castaña mientras escuchaba como su voz se rompía ante ello, cerré los ojos esperando que la muerte se compadeciera ante mí, pero eso no sucedió y solo pude sentir la suave caricia de la mano de Camila sobre mi cabello —Vamos princesita no me puedes dejar — me susurró entre lágrimas y aunque no era capaz de verla sabía que aquello era el tono más doloroso que la haya escuchado alguna vez — Me lo prometiste, por favor—sugirió rompiendo aún más mi alma, sin embargo , aquello fue suficiente para que tratara de levantarme por ella.

Suspiré al salir del barracón y darme cuenta que todo seguía igual, no obstante, de alguna forma que no podía comprender su mano acariciando la mía se sentía tan distinto como sus suaves caricias fueran el detonante de algo que no podía explicar además de darme una cierta dosis de esperanza que aunque deseaba exterminar aún estaba presente en mí.

Princesita solo quedan siete días —sugirió sin dejar aquella leve caricia que ejercían sus dedos hacia mi mano que estaba sostenida contra la suya, yo asentí sintiendo como las lágrimas desbordaban hacia mis mejillas tratando de buscar algún tipo de escenario en el cuál presentarse—No puedes dejarme — murmuró acercando su cuerpo al mío y pude notar como sus ojos castaños trataban de ofrecerme una escena a la cuál no estaba preparada, nunca los había visto en un tono tan sugerente , un tono que era capaz de mostrarte el alma de la persona en cuestión—Vas a salir de aquí — me dijo con una sonrisa penetrante que contrastaba con el día frío que estábamos viviendo, mientras todas se dirigían a la selección de todas las mañanas, nosotras dos estábamos en un mundo aparte que ni siquiera nosotras podíamos comprender pero aún así no nos importaba. La mano de Camila dejó la mía y se acercó a mi mejilla dejando escapar toda la dulzura que la castaña era capaz de ofrecer , ésta vez no había ningún tipo de barrera frente aquel cariño, era simplemente lo que se encontraba en su alma y no pude no sonreír frente aquel detalle —Vas a ser feliz , te lo prometo — comentó conteniendo las lágrimas que también querían salir de ella pero que finalmente no aparecieron porque ella volvió a sumergirse al mismo mundo que todas vivíamos y dejó que todo fluyera como la rutina lo merecía en la selección.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora