XXIV

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Marzo 1937

Berlín

Lauren

Miedo.

Eso era lo que estaba opacando cada una de las emociones que había vivido durante todo el día, hoy finalmente era la esposa de Ray. Por fin sería la chica con la cuál compartiría toda su vida y aunque mi corazón no podía estar más rebozado de felicidad por ello, en mi interior el miedo hacia un tipo de vida que no conocía se mostraba como mi mayor debilidad.

Ninguno de mis amplios conocimientos podían darme un consejo frente a este momento en dónde mi alma iba a complementarse con la del chico con los ojos más hermosos que he visto, no sabía como actuar como una esposa, no tenía ni la más mínima idea de que era compartir todos los días la misma cama con un hombre y eso me aterraba de cierta forma porque sabía que esta noche debía ser perfecta al ser la primera vez que llegábamos a ese tipo de intimidad.

Era cierto que Ray me había visto desnuda cientos de veces y que ya reconocía cada punto de mi piel hasta aquellos que el sol se había encargado de olvidar, sin embargo, esto era muy distinto ya que era nuestra primera vez siendo dos corazones que ya no tenían que ocultarse por nada del mundo y que solo tenían que mostrar lo que se demostraban a gritos desde la primera vez que habían coincidido.

No obstante, mis nervios me traicionaban por el hecho de que sabía que a diferencia de mí, ésta no era su primera vez, él ya llevaba varias historias detrás de sus espaldas en este tema y yo no sabía como corresponder a ello, no sabía si lo que realizara esta noche estaría bien ó mal; si él recordaría a alguna de las chicas con las cuál ya había tenido ese tipo de intimidad ó que finalmente solo sea un momento sin importancia que se limitaba a ser especial porque ser el primer día de casados.

¿Sucede algo amor? me preguntó Ray mientras tomaba mi mano hacia la habitación que habíamos alquilado para esta noche.

Yo negué rápidamente tratando que mis nervios no me dieran una dura batalla, tenía que estar relajada para este momento ó al menos eso me había dicho mi hermana Taylor cuándo me comentó sobre su noche de bodas.

Suspiré ante eso, por primera vez mi hermana sería un perfecto apoyo que solucionaría todas mis dudas al tema, no obstante, ella no estaba aquí por lo cuál tenía que limitarme al conocimiento que tenía ¿Lauren?preguntó nuevamente para asegurarse de que no le había mentido pero yo me limité a no darle importancia y seguir caminando hacia la habitación; él tomó mis manos y las besó con dulzura, de seguro ya se había dado cuenta de que mis nervios ya no podían ocultarse más Tranquila ojitos bonitos , no pasará nada que tú no desees me afirmó con una sonrisa y aquello hizo que una paz me llenara porque sabía que como buen soldado él cumpliría con su palabra porque su palabra valía más que nada en el mundo.

Asentí con un poco más de confianza y él sacó las llaves de la habitación mientras que yo veía cada movimiento que realizaba hasta que antes de que sacara el seguro de la puerta, él me miró curioso y me detuvoCierra los ojos amor me susurró a mi oído y yo no entendí aquello , él volvió a mirarme con curiosidad — Cierra los ojos por mí, amor —volvió a repetir y yo los cerré despacio sintiendo como todas las emociones y temores que tenía en ese preciso momento se acumulaban en cada centímetro de mi piel.

No tardé en sentir como sus manos se acomodaban frente a mis ojos para asegurarse de que no viera y sus pies comenzaron a guiarme hacia la entrada de la habitación, un par de besos en mi cuello y en mis mejillas se mezclaron ante la oscuridad que vivía mi vista hasta que no tardó en susurrarme nuevamenteBuena chica, ahora puedes abrirlosme sugirió dejando libre mi vista y mostrándome una habitación pequeña como cualquiera de las que se encontraba en este edificio pero que en su cama se encontraban cientos de pétalos de rosas blancas que en sus puntas mostraban un ligero color rojizo, sonreí como nunca ante ello.

De la guerra, el odio y otros amores (Libro 1 de amores y otras aberraciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora