[Narra Nina]:
Me encontraba sentada en la parte trasera de un bonito mercedes en color negro.
Acompañada ni más ni menos que por Gastón, el cual había accedido muy amablemente a llevarme a casa.
Teníamos aproximadamente veinte minutos de trayecto, en los cuales iba a permanecer completamente en silencio.
No era capaz de olvidar que se había podido llegar a sentir avergonzado, por el simple hecho de tener que confesar que había estado hablando conmigo.
Lo cual, me demostraba con creces, la clase de persona que era.-Nina, ¿pensaste lo que te dije?.- Cortó de golpe el silencio.
-No tengo absolutamente nada que pensar Gastón.- Le contesté llevando la mirada hacia la ventana.
-¿Eso es que sí?.- Preguntó esperanzado.
-Eso es un no.- Respondí molesta.
-¿Por qué no? Será divertido.- Dijo tratando de animarme.
-No quiero hacerte sentir nuevamente avergonzado por tener que estar en mi compañía.- Le confesé quitandome la timidez, al menos por un momento.
-Yo no me he sentido así contigo...- Se desabrochó el cinturón para ponerse en el asieno central.
¿Pero que hace?
¿Está loco?
¿Qué pretendía?
Sentía como mi corazón se había acelerado de golpe en cero coma.
Solamente espero, no estar demostrando demasiado la cantidad de cosas que me hace sentir, obviando los nervios.-Gastón...- Me giré encontrandomelo a escasos centímetros. -Ponte el cinturon, podríamos tener un accidente.- Contesté preocupada.
-Me lo pondré, solo si me prometes que me dejarás enseñarte.- Dijo amenazante con tal de conseguir lo que quería.
-Eso no es justo.- Le contesté entregandole el cinturón.
-Todo depende de como se mire.- Esbozó una sonrisa. -¿Qué hice para que estés así conmigo?.- Me preguntó.
-Gastón, por favor...- Supliqué mirandole a los ojos.
-Está bien, pero dime.- Accedió abrochandose el cinturón.
-Gracias por traerme.- Sonreí notando como el coche se detenía frente a mi casa.
-Eso no era lo acordado.- Contestó arrugando la nariz.
En cuanto abrí la puerta del auto, tiró de mi brazo acercandome con rápidez a él, quedando a escasos centímetros.-Te-tengo que irme.- Posé mi mano sobre la suya, la cual retenía mi bazo.
-No tendrás siempre tanta suerte.- Respondió soltandome cuidadosamente.
-Insistiré todo lo que haga falta, nunca me rindo, sigo hasta conseguir lo que quiero.- Me advertió con una suave sonrisa.Cogí mi mochila y salí del coche a toda prisa, para después cerrar la puerta y caminar hasta la entrada de mi casa, viendo como el auto negro desaparecía.
¿Que había sido eso?
Toqué mi corazón, empezando a respirar profundo para calmarme."Nunca me rindo, sigo hasta conseguir lo que quiero".
Sus palabras resonaban en mi cabeza, haciéndome enloquecer.
Ahora mismo no sabía como sentirme.
Debía seguir estando molesta, por lo ocurrido, pero después de esto, no sabía exactamente como comportarme.[Narra Luna]:
¿Cómo ibamos a hacer ahora, para que Ambar no nos descubriera?
Tenía ganas de gritarle, ¿tan difícil era hacerla permanecer abajo?
Podíamos declararnos en alerta roja.Matteo comenzó a hacer un poco de ruido, tratando de simular que recogía su habitación.
Aunque realmente buscaba algún sitio en el cual esconderme.
Estaba claro, que había que descartar el armario.
Pero, ¿donde?
Dí un par de vueltas observando la habitación, hasta que ví "el baño".
Claro.
Que tonta, el baño.
Hice indicaciones a Matteo, para comentarle que me escondería en él.
El simplemente asintió cerrando la puerta, tras meterme dentro.-¿Ya?.- Preguntó Ambar al otro lado de la puerta.
-Un segundo.- Gritó él, limpiandose el sudor de la frente.
[Narra Matteo]:
Hacía tiempo que no vivía tan al limite aunque me sentía realmente aliviado por haber encontrado el escondite perfecto.
Ahora solo quedaba esperar, que no se torciera más el plan.Solté un leve suspiro, acomodandome la ropa antes de abrir la puerta.
-Adelante.- Le indique con la mano que podía pasar.
-Gracias.- Se adentró en mi habitación.
-Bueno, elige rápido que ya vamos con retraso.- Le dije tratando de mantener la calma.
-¿Ahora vienes con las prisas?.- Se quejó cruzandose de brazos.
-No...osea, lo digo por no perder más tiempo.- Me escusé tocandome la nuca.
-Hm...- Dijo caminando por la habitación. -Aquí, hay algo raro.- Comentó algo confusa.
Ya está.
Nos ha pillado.
Matteo, preparate para morir.
Tragué un poco de saliva sintiendome completamente inquieto.-¿A qué te refieres?.- Solté un corto suspiro.
-Esta figura está cambiada de sitio.- Contestó poniendola en su lugar.
No soy capaz de describir el tremendo alivio que sentí tras escuchar esa frase, me había quitado un gran peso de encima.
Al parecer luna, había estado paseandose por mi habitación y al descubrir que ibamos a entrar, dejó la figurita en el primer lugar que encontró, como habría hecho cualquier otra persona en su misma situación.-Es que, estuvo Thelma en la habitación limpiandome el polvo y puede que haya intercambiado algunas cosas de sitio, no se lo tomes en cuenta.- Me encogí de hombros.
-No sé como aguantas esas cosas, yo ya la habría despedido.- Dijo cruzandose de brazos.
-Me temo que no podemos coincidir en todo Ambar.- Dije algo molesto.
Después de combinar varios atuendos y hacermelos probar, para determinar cual era el que más le gustaba, encontró finalmente el adecuado.
-Ese es, te queda como un guante.- Confesó mirandome de arriba a abajo.
-Lo que aún no sé, es si vamos a patinar o a una boda.- Dije tras mirarme al espejo.
-¿Te habían dicho alguna vez lo malo que son tus chistes?.- Preguntó irónicamente.
-Bueno, ya. Vamonos.- Ordené tratando de marcharme ya.
-¿Que pasa?, ¿te asusta quedarte en una habitación completamente a solas conmigo?- Preguntó Ambar acercandose a mi.
-A la que debería asustarle que nos quedaramos a solas, sería a ti.- Contesté cogiendola de la cintura para besarla apasionadamente.
Al cabo de unos segundos, nos separamos por falta de aire.
La solté cuidadosamente para ir a coger mi bolsa de patin.
Para luego salir agarrado de su mano, en dirección al Roller.[Narra Luna]:
Una de las ventanas del baño de Matteo, daba justamente hacia la entrada, así que procuré no salir hasta asegurarme que ambos salían por la puerta caminando hacia el roller.
"A la que debería asustarle que nos quedaramos a solas, sería a ti".
Esas palabras retumbaban con fuerza en mi cabeza.
No podía explicar con absoluta certeza, lo que estaba sintiendo.
Simplemente...me dolía.
A parte del deseo de querer golpearlo hasta el mismisimo cansancio.
Lo cual, era erroneo, puesto que Matteo a mi supuestamente no me importaba y mucho menos tenía derecho a reclamarle nada.
Puesto que...se besaba con su novia.
Tenía derecho a decirle ese tipo de cosas, aunque a mi me destrozaran.
Ahora la pregunta era...
¿Por qué me dolía?.(ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO MUCHÍSIMO, LE DEN LIKE, COMENTEN DEJANDO SU OPINIÓN, LA COMPARTAN CON SUS AMIG@S. MUY PRONTO ESTARÁ LISTO EL PRÓXIMO CAPITULO❤).
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Nuestro destino es chocar.
FanfictionLuna Valente es una chica de a penas dieciséis años, la cual es totalmente feliz en su universo sobre ruedas. Su vida siempre ha sido muy tranquila, como la de cualquier otra chica de su edad. Pero de repente, todo da un vuelco inesperado cuando...