Capítulo 94.

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Antes de empezar, les quería pedir el favor de que viesen el vídeo que les voy a dejar en el capítulo, es súper importante para mi; le escribí una canción a mi mejor amiga. Me encantaría que pudieran verlo y comentarme que les pareció.
Sin más dilación ya, empecemos con el capítulo de hoy.

[Narra Luna]:

Me hice a un lado de la puerta, para dejar total acceso a mi mejor amiga y que pudiese abrirla sin tener que estar en el medio siendo un estorbo.
Nina parecía estar un poco afectada aún por la discusión entre Gastón y ella, ya que podía notarse como le temblaban las manos, mientras rebuscaba desesperadamente las llaves de su habitación en la maleta.
Cuando por fin las encontró, las sacó del interior rápidamente, dejando la mochila apoyada en el suelo, para poder abrir la puerta cómodamente.
Hizo un poco de presión, jugando con el pomo y por fin, cedió.

—Adelante, pasa vos primero.— Me alentó con una sonrisa, ofreciéndome entrar con uno de sus brazos extendidos, el cual me invitaba a adentrarme en la oscuridad.

—Pero amiga...es tu habitación.— Arquee una de mis cejas, rodando los ojos al compás, sin llegar a entender del todo su comportamiento.

—Dale, es cuestión de educación simplemente. —Me explicó con cierto apuro. —¿Vas a ponerte a divagar ahorita? ¿en serio?.— Se cruzó de brazos mirándome de forma desafiante, esperando a que entrase en razón sin armar más pleito.

—Ay..esta bien.— Accedí encogiéndome de hombros sin poner ningún tipo de resistencia. —Pero solo porque es la primera vez— Añadí mientras caminaba entrando por la puerta del cuarto. —Está súper oscuro, enciende la luz porfavor.— Pasé mis manos por la pared del interior, intentando buscar como podía el dichoso interruptor.

Tenía que andar a pasos de tortuga para evitar que pudiese tirar algo al suelo, ya que conociendo mis antecedentes y mi gran torpeza, era de esperarse que acabase rompiendo algún objeto, por haberme chocado contra él sin querer.
Estuve durante varios segundos intentando fijar la vista, tenía que adaptarme primero a estar sin luz.
Pero al parecer estaba demasiado negro todo como para poder ver.
La puerta se cerró de golpe, haciéndome sobresaltar en el sitio por culpa del estruendoso sonido.

—¿Nina?.— Pregunté extrañada y estiré los brazos hacia adelante buscándola por los alrededores.
Esperé un determinado tiempo, el cual se me hizo completamente eterno, pero nadie contestó.
—Me estoy asustando, dejemos las bromas para otro momento.— Rogué en voz alta, metiendo las manos en el interior de las mangas de mi chaqueta, ocultándolas del exterior.
Siempre hacía eso cuando estaba empezando a ponerme muy nerviosa.

—Perdóname.— Su voz se escuchó lejana, como si estuviese en el pasillo.
Y de pronto, se escuchó girar a la pestillera de la puerta, pasándole rápidamente el cerrojo, haciéndome quedar a solas y encerrada en su propia habitación. —Lo estoy haciendo por vos.— Me explicó muy resumidamente, mientras se disculpaba y yo seguía totalmente anonadada, en medio de la nada, sin entender que era lo que estaba pasando aquí y que era lo que supuestamente estaba haciendo por mi. Los espacios cerrados me generaban una cierta falta de aire, pero si encima le añadías que no podías ver nada, esto se volvía un auténtico reto contra la claustrofobia.

Por suerte, las persianas comenzaron a levantarse por si solas, ya que tenían un sistema eléctrico con una hora programada para que se subieran, dejando entrar poco a poco por las rendijas de estas los rayos del sol. Una silueta de un chico musculoso y alto se encontraba a escasos metros de mi, sentado totalmente en silencio sobre la cama.
Esta escena parecía estar sacada de una auténtica película de terror.
Retrocedí un par de pasos hacia atrás, chocando contra la puerta, conteniendo mi respiración agitada para evitar que me diese un infarto al corazón o un ataque de pánico.
Conte hasta veinte mientras trataba de relajarme mentalmente, evitando recordar el sitio en el que estaba y el momento horrible que estaba viviendo. Cuando por fin la claridad invadió cada rincón de la habitación, abrí los ojos frotándomelos cuidadosamente con las manos y pude descubrir de quien demonios se trataba, quien estaba aquí conmigo.
Al menos no se trataba de ningún tipo de fantasma o entidad del más allá.

Nuestro destino es chocar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora