[Narra Luna]:
Habían pasado aproximadamente cinco minutos, tres de los cuales había estado correteando por la habitación de lado a lado, dándole demasiadas vueltas a la cabeza mientras intentaba tomar una decisión. ¿Me quedo con Matteo o me arriesgo a dormir en los sofás? Es que..¿Y si viene Ámbar?
Me daba miedo solo de pensarlo.
Termine de abrocharme los botones de la camiseta del pijama, alisando con mis manos la tela para dejarla sin arrugas.
Me había decantado por uno de mis pijamas de talle bajo, no me apetecía llamar demasiado la atención y menos estando a solas con Matteo.
Cogí aire por la nariz, llenando mi pecho por completo, para luego soltarlo lentamente por la boca.
Hice varias veces este ejercicio, mirándome frente al espejo, para asegurarme de que lo hacía correctamente.
Varios segundos después me detuve, al parecer me sentía más relajada, aunque sabía que estando cerca suyo iba a estar de todo menos eso.
Asentí con la cabeza, dictaminando que era la hora de dejarle pasar.
Caminé hacia la puerta de la habitación, abriéndola con cuidado, para luego asomarme por esta y mirar hacia ambas direcciones, en busca del chico fresa.—Ya estoy lista, espero no haber tardado demasiado.— Me excusé agachando la mirada hacia mis pantuflas de unicornios.
—Que mala onda, dejarme sin espectáculo..— Despegó la espalda de la pared, inclinando ligeramente su cuerpo hacia adelante, para recuperar la compostura y poder caminar hacia el interior de la habitación.
—No entiendo. Explícate.— Arqueé una de mis cejas, mirándole de forma confusa, exigiéndole que me aclarase la duda.
—Hablo del striptease, aunque te ves muy linda con el pijama.— Bromeó pícaramente, echándose a reír tras ver como me había sonrojado.
—¿Tú nunca dejas pasar ninguna oportunidad para hacer el idiota verdad?— Pregunté con retórica, negando con la cabeza, tratando de ocultar que había conseguido hacerme reír.
—Si se trata de oportunidades con vos no, me gusta estar cerca tuyo Luna.— Lo reconoció sin ningún tipo de vergüenza, sentándose cómodamente en el borde de la cama.
—Es-esto..¿no deberíamos ir a comer? De seguro Nina y Gastón llevan un buen rato esperándonos.— Conseguí finalmente hablar, a pesar de que me había vuelto a poner un poco nerviosa. Estiré mi brazo con decisión, ofreciéndole mi mano para levantarse e irnos a cenar.
—Para un segundo.— Agarró mi mano con cuidado, poniéndose en pie, quedando a pocos centímetros de distancia de mi.
—Dime.— Tragué saliva, aún sintiendo el calor de su mano contra la mía, mirando fijamente hacia sus ojos, empezando a sentir nuevamente esas mariposas recorriendo a toda velocidad mi estómago.
—Lo que dije recién es cierto, llegaste a mi vida y la alborotaste, hasta tal punto de cometer locuras, como esta, que te quedes en mi habitación conmigo, sabiendo lo que me pasa y a parte que si nos descubren estamos expulsados.— Parecía estar sincerándose de todo corazón, su voz era muy tranquila y en cierto modo sentía que podía confiar en él a ciegas, por que sabía que lo que decía era verdad. Mi intuición no fallaba nunca.
—Hablando de eso, no te lo quise decir antes, pero gracias por ayudarme. Y quería que supieras que lamento que haya terminado tu relación con Ámbar, aquí me tienes por si necesitas apoyo. Seguro más adelante solucionaran sus problemas y volverán a estar juntos, no estés mal, ya verás que todo ira bien.— Lo detuve en seco, agradeciéndole con un cálido abrazo, por haberme ayudado. Y demostrándole que era su amiga de verdad y que podía contar conmigo.
—No me tenés nada que agradecer.— Elevó una de sus manos, pasándola suavemente por mi cabello, acariciándolo con ternura. —Estoy bien, con Ámbar hace tiempo que se nos rompió el amor, ahora estoy centrado en otra persona, a la que si quiero de verdad. A ver si deja de pensar que soy un cobarde y empieza a darme bola..¿no te parece que y es hora?— No se mostraba ni un poco apenado por haber cortado con la reina de la pista, al contrario, se le veía realmente aliviado, contento.
Se acercó un par de centímetros mas, sonriéndome de forma juguetona, tras decir eso último, haciéndome ruborizar y erizar al mismo tiempo.—¿De cenar? Sí, totalmente, me muero de hambre, dale vamos.— Abrí los ojos totalmente sorprendida, tragando saliva con dificultad, intentando no sonrojarme más, aunque parecía ser misión imposible, nuevamente estaba temblando.
Balbuceé como pude cambiando de tema rápidamente, dejando ver mis repentinos nervios, tirando con fuerza de su brazo, para salir a toda velocidad de la habitación, hacia el comedor para ir con nuestros amigos de una vez por todas a comer.
No sabía exactamente si eso había sido una indirecta hacia mi, pero mi interior había explotado de alegría.[Narra Nina]:
Hacía mucho tiempo que no me sentía tan agusto charlando con una persona, Gastón sin duda alguna, me había trastocado por completo.
Siempre me había gustado, no solamente por lo lindo que es físicamente, sino por sus cualidades internas, pero ahora que conozco cada partecita suya que estaba oculta, incluyendo rasgos de su personalidad, puedo decir que quizás me estaba enamorando de él.
Y el miedo había empezado a hacer presencia en mi, temía que pensase que iba demasiado rápido para lo que el quería tener, pero ¿que le voy a hacer? Las cosas suceden así por algo, estoy muy feliz de haber logrado comerme la timidez aquel día, atreviéndome a hablarle por primera vez. A veces me pregunto si todo esto hubiera pasado, sin yo haberlo intentado..
Yo no soy el tipo de chica para un chico como él, así que lo dudo.
Estas cosas me provocan muchas inseguridades, a la par de no estar a su altura o ser poco para lo que su familia busca para él.—Gastón, ¿te molesta si posponemos el plan para otro día? Ha sido un día muy intenso y estoy muy cansada..— Cambié de opinión, jugueteando con los cubiertos que tenía dentro de la bandeja metálica, donde antes había estado servida mi comida.
—Sinceramente para mi ya es urgente tenerla...— Relamió sus labios, dándole un último bocado a su pastel de manzana.
—Esta bien, aclaremos todo ahora mismo.— Accedí con la condición de no esperar más tiempo, si era lo que quería hacer, lo haríamos ya.
—¿Así no más, de una? Perfecto entonces.— Asintió con la cabeza, dejando la cuchara sobre la mesa, cogiendo la servilleta con las manos, pasándosela por los labios, para retirar cualquier resto de comida presente en ellos. —No sé si a vos te pase lo mismo, yo no voy a perder el tiempo dando vueltas como Matteo, me gustas mucho, te quiero Nina..— Empezó a declararse contándome lo que sentía por mi, haciéndome estar más roja que un tomate. —Quiero estar con vos, que seas mi novia oficial, no quiero jugar más, te he dado tiempo para pensarlo pero no doy más, estoy muerto por vos, necesito saber si sentís que podríamos tener algo serio los dos, te juro que no pretendo jugar con vos, ni hacerte daño..— Finalizó mirándome directamente a los ojos, dejándome notar como se le habían cristalizado por la emoción, aguardando en silencio por una respuesta mía.
La cual no sabía aún.
O quizás sí, pero por culpa de mis miedos no me atrevía a decírselo.
¿Y si salía mal? Yo no quiero sufrir más, con el tema de mis papá tengo suficiente y ahora además encerrada acá en el colegio, no tendré ni privacidad para poder escribir en mi perfil de FelicityForNow.
En estos momentos necesitaba el apoyo extremo de mi mejor amiga, sus consejos y sus ánimos.
Ella sabría decirme lo que es correcto, aunque conociéndola, me diría que lo intentase, todas las experiencias cuentan, ya sean buenas o malas.
Lo que pasa es que siento tantas cosas por Gastón, que solo de pensar en que fuese lo segundo, sentía como me moría por dentro.—Hola chicos, ¿en qué andan? Disculpen que tardamos.— Una voz femenina nos saludó muy animada, acercándose hasta el borde de la mesa, dejándonos ver que no solo se trataba de Luna, sino de nuestros mejores amigos, los cuales por fin habían llegado. Y en el mejor momento.
—Nina estaba a punto de decirme si o no..— Sentenció Gastón de forma resumida, en un tono nervioso mezclado con ansias de saber que iba a responder.
—¿A qué o qué?.— Preguntó con curiosidad mi amiga, sentándose a mi lado, pasando el brazo por mis hombros, a modo de saludo.
—Le pedí que fuera mi novia.— Respondió un poco sonrojado, haciendo quedar a los demás impactados, a la par que contentos por la asombrosa propuesta.
—¿Y bien amiga?.— Los ojos verdes de Luna me miraban espectantes, al igual que los otros dos chicos, deseosos de que por fin se supiera si avanzaríamos un casillero más, formando una bonita relación...
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Nuestro destino es chocar.
FanfictionLuna Valente es una chica de a penas dieciséis años, la cual es totalmente feliz en su universo sobre ruedas. Su vida siempre ha sido muy tranquila, como la de cualquier otra chica de su edad. Pero de repente, todo da un vuelco inesperado cuando...