[Narra Nina];Las luces de la pista se movían de un lado a otro, no había absolutamente nadie por los al rededores y por mucho que tratase de esforzarme por mirar bien cada rincón, no lograba divisar nada.
¿Qué estaba pasando?
¿Dónde está Luna?
Habíamos quedado de vernos justamente aquí, ¿qué pasa?
Un torbellino de preguntas sin respuesta se aglomeraron con rapidez de mis pensamientos.
De repente, las luces se quedaron quietas exactamente en el centro de la pista. Eché un pequeño vistazo nuevamente a mi al rededor y sin saber muy bien que hacer, me aproximé a la luz, tratando de buscar un poco de claridad.
Al ponerme debajo del foco, los altavoces del recinto se encendieron, dejando sonar una dulce melodía.
En un abrir y cerrar de ojos, las cortinas que cubrían las puertas de los camerinos se rodaron, dejando ver lo que se escondía tras de ellas y para mi sorpresa no era Luna, sino Gastón.
Las luces de la pista se encendieron y todo cobró vida, habían miles de adornos colgando de las paredes, globos de corazones atados con cintas de colores del techo, hasta las barandillas de las gradas tenían flores atadas con lazitos.—Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos, me hipnotiza tu sonrisa, me desarma tu mirada y de mi no queda nada, me derrito, como un hielo al sol.— La cálida voz de Gastón inundó cada rincón del lugar, haciéndome sentir un torbellino de emociones distintas en la barriga.
¿Me estaba cantando a mi?
¿Había hecho todo esto por mi?
¿Por qué?—Ay Nina, siempre cuestionándotelo todo, relájate y disfruta por una vez en la vida, ya tendrás tiempo de pensar más tarde.— Me regañó nuevamente la voz de mi conciencia.
Tenía razón, estaba perdiéndo el tiempo y privándome de su sorpresa.Los minutos fueron pasando y la actuación parecía estar llegando a su fin. Había recorrido cada centímetro del recinto con sus patines, jamás perdió esa hermosa sonrisa de los labios y me cantó como jamás nadie lo había hecho, me sentí como en un cuento de hadas, en el que yo por primera vez parecía ser la princesa.
Se acercó hacia la entrada a los camerinos y antes de que la música dejara de sonar, volvió a acercarse hasta donde yo me encontraba, con una bonita rosa en la mano y una pequeña cajita roja aterciopelada.
Incluso había sido capaz de quitarse los patines y quedarse en calcetines, todo esto en a penas escasos segundos, al menos así conseguía estar un poco más a su altura.
Se hizo la luz y sus ojos se encontraron inmediatamente con los míos, estaba muy nerviosa, tanto que incluso podía percibir el increíble temblor de mis manos.
Y mejor no argumentar nada de la rapidez con la que me late el corazón.
Tampoco podía dejar de sonreír, nada de esto lo esperaba y menos después de nuestro último encuentro.
Lo peor es que siento que ahora mismo lo llenaría a besos y estoy resistiendo en cuerpo y alma para luchar contra esas inmensas ganas.
Ni yo misma podía auto engañarme, lo quiero, lo quiero mucho, pero no puedo, es imposible.—¿Te ha gustado?.— Sus manos apartaron de un suave desliz el cabello de sus ojos, parecía estar bastante transpirado, al igual que cansado y no me extraña.
—Ha sido impresionante...— Asentí tímidamente, mis mejillas se habían puesto de acuerdo en hacerme la vida imposible. Ahora mismo estoy segura de ser el primer tomate viviente de toda la tierra.
—No sabía que hacer para que me escucharas..— Soltó una ligera carcajada, a la vez que de rascaba sutilmente la nuca. —Te empeñas en luchar contra algo que los dos sentimos y por muy cabezota que te pongas, contra algo que queremos, aunque no queras reconocerlo.— A pesar de estar en cierto modo quejándose, no dejaba de resultarme muy tierno de su parte.
—Gastón, es que no puedo..— Negué con la cabeza retrocediéndo un par de pasos hacia atras, tratando de mantener un poco de distancia.
—Por favor, solo dejate llevar, olvidate del mundo ahora, solo existimos vos y yo, cuando salgamos de acá, ya se verá..— Suplicó mirándome cual perrito abandonado.
Maldición, pucheros no, no puedo luchar contra eso.
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Nuestro destino es chocar.
FanfictionLuna Valente es una chica de a penas dieciséis años, la cual es totalmente feliz en su universo sobre ruedas. Su vida siempre ha sido muy tranquila, como la de cualquier otra chica de su edad. Pero de repente, todo da un vuelco inesperado cuando...