Capítulo 77.

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[Narra Luna]:

Allí estaba, frente a Matteo, sin a penas ser capaz de gesticular ni una sola palabra, ni si quiera respondía mi cuerpo, no podía moverme, me había quedado paralizada.
Sus ojos me tenían completamente hipnotizada, no podía despegarme de su profunda mirada.
Ahora mismo en mi interior, había estallado una gran bomba nuclear.
¿Tendría razón Nina y me gusta el chico fresa?
Tragué saliva con dificultad, ya que el gran nudo que tenía en la garganta me molestaba. De solo imaginar la posibilidad de que fuese cierto, me temblaban aún más las piernas y la piel se me ponía absolutamente erizada.

—Sé lo que nos pasa...— Confesé entre pequeños parones, por culpa de los nervios, agachando la cabeza hacia el suelo tratando de relajarme.

—¿Nos pasa?.— Preguntó Matteo en un tono esperanzador, agarrando entre sus manos con suavidad mi mentón, para elevarlo hacia arriba y hacerme mirarle nuevamente a los ojos.

—Exacto, ¿acaso hacía falta decirlo Matteo? ¿no es lo suficientemente obvio?.— Alcé una de mis manos, colocándola en su brazo con cuidado.
Tosí ligeramente para aclarar mi voz y dejar de sentirme tan vulnerable, yo soy una guerrera.

—Lo es, pero creo que igualmente deberíamos hablarlo, al menos por que están Ámbar y Simón en el medio...— Comenzó a acariciar con delicadeza mi mejilla, aún teniendo una amplia sonrisa en sus labios.

—Pero..¿y si ellos no se enteran?.— Pregunté dulcemente, dando un pequeño brinco en el sitio por culpa de la emoción.

—¿Decís de que te comparta con Simón?— Preguntó esta vez él completamente sorprendido, soltandome de inmediato y creando un poco de distancia entre ambos.

—Con todos.— Anuncié con firmeza encogiéndome de hombros.

—Ah no, no tiene sentido alguno lo que decís.— Negó con la cabeza, riéndose al mismo tiempo de forma nerviosa. —Con todos...rezarpada.— Alzó una de sus cejas, mirándome con picardía, aunque algo incrédulo.

—¿Por querer que seamos amigos aunque no podamos?.— Me crucé de brazos sin entender absolutamente nada. Mordí ligeramente mi labio inferior, intentando pensar a lo que se podía referir.

—¿Vos me estabas hablando de eso? ¿Posta?.— Preguntó alucinado mientras me miraba a los ojos fijamente, haciéndome notar su enfado.

—Sí..— Contesté de forma dudosa, sin saber muy bien si responderle. —¿De qué iba a ser sino? Ámbar no quiere que me acerque a vos bajo ningún concepto, quizás si nos vemos en secreto, podamos seguir hablando y patinando juntos. ¿No te parece acaso un buen plan?.— Alcé mis dos brazos al aire con alegría, tras resumirle en pocas palabras la genial idea que había tenido.

—En serio...estas mas alunada que nunca, no entendiste nada. Y quizás es mejor así, esto no tiene caso.— Negó con la cabeza, dando varias vueltas al rededor de la habitación para descargar su frustración.
—Gastón no podrá decir que no lo intenté.— Confesó con rabia, entre gruñidos que camuflaba con sus fuertes pisadas contra el suelo.
Dió un gran giro de trescientos sesenta grados, quedando frente a la puerta, estiro la mano, abriendo el pomo de esta con fuerza, marchandose de la habitación, sin despedirse, dejándome allí sola, en medio de todo el desastre, sin comprender lo que había pasado.

—Oye chico fresa, pero espera.— Corrí hacia la puerta, saliendo al pasillo muy preocupada, gritando sin importarme quien estuviese cerca.

Unas pequeñas pisadas se detuvieron justamente detrás de mi, haciéndome sobresaltar. Me dí la vuelta con la esperanza de que fuese Matteo quien estuviese detrás mía.
Pero al girarme, me encontré cara a cara con la mirada asesina de Ámbar.
Retrocedí caminando un par de zancadas hacia atrás, alejándome de ella lo más que pude.
Venía vestida de forma muy extravagante, para resaltar cada parte de su cuerpo y dar una imagen de chica con mucho dinero. En resumidas cuentas "poderosa" en todos los ámbitos.
Se veía muy bien, aunque bastante enfadada, cualquiera que la viera pensaría que estaba manteniendo la calma para evitar matarme.

—Ni aún estando en el Blake, me libro de tener que respirar el mismo aire que vos, pero eso no es lo peor, ni teniendo novio sos capaz de dejar tranquilo al mío. En serio Lunita, se me está agotando la paciencia, no sé que voy a hacer con vos.— Sentenció con mucha dureza en sus palabras, acumulando la tensión en cada cosa que decía, hasta terminar agarrando con fuerza el borde del cuello de mi camiseta, como si se tratara de una de sus tantas amenazas.

—Nada de esto es lo que parece, puedo explicártelo todo de verdad, verás como te ríes después.— Cogí entre mis manos, la suya, obligándola a soltarme entre carcajadas nerviosas, pensando en como salir ilesa una vez más de uno de sus líos.

—Ajá, empeza a contarme YA.— Resaltó casi en medio de un grito la última palabra, ordenandome que lo hiciera de inmediato. —Acabo de hacerme la manicura y no quiero estropearmela tan pronto.— Sentenció sin ningún tipo de miedo, elevando sus dos manos, para observar de cerca sus uñas.

—¿Qué?.— Alcé una de mis cejas muy extrañada, observando detenidamente sus movimientos.

—Mirá delivery con ruedas, empezá a hablar o te arranco todos los pelos que tenés en la cabeza uno por uno.— Carraspeó aclarando su voz, usando ese tono tan irritable y tenebroso para asustarme aún más si podía.
Sus ojos color verde se habían clavado en mi, haciéndome sentir como si me apuñalaran en el pecho.
Una energía muy negativa me lo comprimía, haciéndome sentir algo mareada como si en cuestión de segundos fuese a desvanecerme.

—Valente.— Gritó Ámbar, mostrando de con un solo gesto toda su ira.
Subió una de sus manos, cerrándola con fuerza para hacer el puño y mostrarmelo con cara de psicópata.

—Euh amiga, ¿qué haces?.— Las voces de Delfina y Jazmín aparecieron en el mejor momento. Al ver lo que estaba pasando corrieron hacia donde nos encontrábamos, agarrando entre las dos a Ámbar para que no pudiese moverse.

—Te juro que voy a acabar con vos mosquita muerta.— Las claras amenazas de la oxigenada resonaron a lo largo de todo el pasillo, haciéndome estremecer.

Sus dos amigas tiraron con ganas de su cuerpo, consiguiendo alejarla de mi lo máximo posible, para luego desaparecer de donde estábamos, dejándome sola allí, muy asustada por lo que había pasado.
Por un momento llegué a pensar que sería capaz incluso de golpearme.
¿Tan desquiciada estaba realmente?
¿Qué se supone que voy a hacer ahora? Tengo que dormir con ella..
Encima Matteo se fué bastante alterado y por su comportamiento parecía estar haber explotado todo el enojo que podía tener dentro de si.
Saqué el teléfono de mi bolsillo, cogiéndolo con ambas manos, tratando de no temblar demasiado para poder escribir.
Me sentía muy mal como para estar ahora sola, yo solo quiero regresar a la mansión con mis papás...
Abrí el chat de Nina rápidamente, empezando a escribirle a toda velocidad un mensaje.

—Voy a la sala de estar, te necesito urgentemente, pasó algo muy feo con la lider del trío de las huecas y necesito un consejo para saber que hacer con...ya sabes— Finalice el texto muy agitada, pulsando el botón de enviar casi con desesperación.
Cerré la puerta de la habitación y salí corriendo hacia el lugar como pude, mientras lloraba desesperadamente en busca del consuelo de mi mejor amiga.

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